LAS YOGUINES (narración)









LAS YOGUINES
La conocí por Internet. A través de las famosas redes sociales.
Leí: “Me gustaría tener una compañera, al menos ocasional, para mis sesiones de Yoga y Artes Marciales”.
Yo soy yoguin desde hace muchos años, pero no he tenido experiencias con Artes Marciales. Podía ser un buen contacto. Llamé al teléfono que estaba en su petición. La voz era encantadora. Me recordaba la de una buena locutora de radio. El primer problema que se me presentaba era que ella no vivía en Santiago, sino en un minúsculo pueblecito que, aunque cercano, ni siquiera aparecía en mi guía de caminos.
  • Es un pueblito de treinta habitantes, me dijo la voz cantarina. Te gustará mucho. Yo salgo poco y sobre todo evito Santiago. Esa ciudad me marea. Me gusta el campo y cultivar lo que como. Soy una especie de solitaria o ermitaña. Mi nombre es Taïs. Ven a verme.
Soy periodista. Si bien no me parecía posible ser su compañera habitual en sus ejercicios de yoga, el bichito de la curiosidad me picó inmediatamente. Al menos podría hacer un buen reportaje sobre una naturista, ya que eso es lo que parecía ser mi contacto.
El lugar parecía cercano. Ella me dijo que era un poco difícil encontrar la entrada del camino rural, pero que la llamase y ella me guiaría. Todo sucedió bien normal. Solamente que el camino secundario era de tierra y lleno de hoyos. Dos kilómetros de “cauchemar” como dirían mis padres franceses.
Si yo imaginaba un pueblito con su plaza, me equivoqué. Era simplemente una larga calle de tierra rojiza con casas de adobe rodeadas de altos muros de lo mismo, alejadas unas de otras bastantes metros. Muchos árboles de todos tipos. Mucha sombra. Mi posible amiga me había dicho que su casa era una de las últimas. No llegaba aun a ella cuando una figurita descalza, con unos jeans rotos, me hacía señas con un trapo rojo. Era ella. No solamente tenía la voz linda, ella era muy bonita. Menuda, pero de apariencia fuerte y con un pelo tomado en una pesada trenza preciosa.
  • Yo soy Taïs me dijo enseguida antes que me aparcase. Mi nombre es más corriente. Taïs me gusta... Lo saqué de Internet. Fue una célebre prostituta egipcia que se hizo penitente y ermitaña.
La casa debió ser tan grande como las de sus vecinos. Ahora su mayor parte estaba en ruinas, Solamente Taïs tenía tres piezas en buen estado donde vivía. Ella había construido todo de madera rústica y clavos con mucho ingenio.
Taïs se me mostró inmediatamente como alguien transparente y casi ingenua. Esto último con el tiempo me he dado cuenta que dista de serlo. Desde el primer momento me dijo:
  • Que haya elegido el nombre de Taïs no implica que antes yo me dedicase a su oficio, tampoco soy virgen, ni pacata. Que yo sepa no tengo inclinaciones lesbianas. ¿Por qué te digo esto? Muy sencillo, y debido a aspectos y cosas de mi forma de vivir. Mis gustos te pueden chocar y hacer que los interpretes equivocadamente.
  • ¿Por qué tu interés en hacer yoga acompañada de otra persona?
  • No sé. Me gusta así. Yo analizo poco los “por qué”. Otra persona ayuda más a perfeccionarte que un espejo. Señaló el gran espejo que tenía. Su aparente gran lujo. Además practico el Tai Chi Chuan que a diferencia del corriente que se enseña es un arte marcial. Necesito compañera. Para ser totalmente clara te diré que así vendrá a verme cada cierto tiempo alguien con gustos parecidos a los míos.
Pasé todo aquel fin de semana con Taïs y fue muy agradable. Me mostró su pequeña huerta provista de cuanto necesitaría una persona vegetariana. Ella no lo era, pero las verduras eran su principal fuente de alimento. Me afirmó riendo:
  • Carne me lo proporcionan mis vecinos y vecinas. En sus casas no puede faltar carne de lo que sea. Me regalan más de lo que puedo consumir. Mis perritos y gatitos me ayudan.
  • ¿Son tan buenas las relaciones con los vecinos?
  • Siii! La mayoría son personas de bastante edad y me consideran su nieta o algo así. Yo no les hago competencia en nada y mis conocimientos en medicina alopática y natural les ayuda a veces.
  • ¿Un pueblito feliz?
  • ¿Existe la felicidad? Solamente buenos momentos. Ellos todos son gentes que están conscientes que esperan la muerte en este lugar que es agradable.
  • ¿No hay mujeres jóvenes?
  • Unas pocas Vielles filles como se dice en Francia.
  • ¿Has estado en Francia?
  • Mis abuelos eran exiliados. Allí nací.
  • Me fui casi con pesar. Hicimos yoga un par de veces. Sabía que yo volvería. No sospeché nunca que con aquella primera visita volver allí se me haría un vicio. Fin de semana que mi trabajo lo permitía volvía a aquel lugar tan simple y de aparente paz.
En ningún momento cambió mi opinión sobre Taïs, pero mi deformación profesional me llevó a tratar de comprobar muchas cosas que me contó el primer día y otras más que fueron apareciendo en nuestras conversaciones y amistad.
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Me acordé múltiples veces de aquella frase “hay mucho que contar”. Según empecé a visitarla con más frecuencia, me di cuenta que aquella transparencia fascinante que capté en el primer día que la conoc,í sin ser falsa , ocultaba probablemente una serie de acontecimientos fuera de lo común. Desde luego esa vida que ella había elegido respondía a un pasado muy fuera de lo común. Mi olfato de sabueso periodista estaba alerta y sin querer precipitar o romper el huevo que me parecía tener entre las manos, estaba convencida que encerraba cosas que me era imposible imaginar. Ella tendría en algún momento que empezar a contarme algo de su vida. Desde luego en mi primer encuentro como es costumbre le pregunté por su profesión.
  • Desde muy joven trabajé para una gran empresa francesa. Viajé mucho y me enseñaron muchas cosas. Tú ves el yoga lo aprendí en la India, El Taichichuan en China en el mismo monasterio Shaolin.
Tuve en la punta de la lengua el decirle:
  • Desde luego, igualmente aprendiste medicina y probablemente otras Artes Marciales.
Sin embargo mi buen sentido de no apurar las cosas cuando se trata de reportajes muy interesantes hizo que me tragase mi comentario y que me decidiese desde aquel momento a dos cosas importantes: aprender bien lo que comenzábamos a practicar, porque Taïs no era una aficionada, sino una Maestra; lo segundo ir haciendo preguntas simples según apareciesen. Por lo demás, me dediqué a tratar de saber rastros de su vida anterior con mis contactos en diversos medios.
De Taïs, es decir de su verdadero nombre, no encontré nada. Hacía un año que entró en Chile por última vez. Efectivamente tenía 35 años. Nacionalidad chileno--francesa. Estudios primarios y secundarios en Francia, Un detalle: tez blanca siendo así que ella tenía un tinte tostado muy oscuro.
Mis visitas eran frecuentes, pero cortas. Dedicadas a conversar algo y a ocupar el poco tiempo de que yo disponía a nuestros ejercicios. Decidí que yo debía hacer el esfuerzo, puesto que era la interesada, para tratar de quedarme algún fin de semana con ella- Entonces empezaría con mis preguntas “naives”. Así fue.
Lo que ya era evidente es que ella no iba ocasionalmente descalza. “Permanecía siempre descalza”. Así que opté por algo tan sencillo como comentar:
  • Tienes unos pies muy lindos y muy maltratados. Siempre descalza en este polvo rojizo que te los ha cuarteado profundamente. ¿No te importa?
  • Es uno de los precios a pagar por la libertad. No te puedes imaginar el gusto que siento al escapar a la tiranía del calzado.
  • Usar chalas como las que yo uso es casi como caminar descalza ¿no te parece?
  • No completamente. Además solamente sirven para el verano y cuando no llueve. Imagínate como queda nuestra “calle” y la ruta con una pequeña lluvia.
  • ¿Es que tú vas descalza en invierno y cuando vas al pueblo vecino? No te veo descalza en Santiago.
  • En París, como algunas personas más, iba descalza. Un día lo comprenderás.
Con la última frase me di cuenta que ella esperaba conocernos mejor para ser más explícita en este detalle y otros muchos más.
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El yoga en casi aquel primer año de nuestra amistad lo realizábamos en “maillot de corps” .Hacíamos esto regularmente en la mañana y en la tarde y nos perfeccionábamos mutuamente. A la vez ella me empezó a introducir en las artes Marciales en las que parecía muy experta. Así mis visitas eran como ir semanalmente al gimnasio. Perdí gran cantidad de grasa y ella permanecía como una muñeca frágil y de goma. Yo esperaba conocerla muy bien cuando me sorprendió un poco el día que me dijo:
  • ¿Te gustaría hacer “nude yoga”?
  • ¿Es diferente?
  • Es complementario. Es femenino. Yo lo realizo a diario.
  • ¿Por qué no me lo propusiste antes?
  • Para que no me interpretases mal. El primer día te dije que no soy lesbiana. Podías pensar que lo soy. Poco a poco conocerás lo que hago y lo que deseo. ¿Ignoras que todos los seres humanos somos un poco esquizofrénicos en el sentido que tenemos dos personalidades?
  • ¿Tú las tienes?
  • Las he vivido por profesión varios años. Ahora trato de librarme de una de ellas. Ser yo-misma. Es difícil.
  • ¿Olvidas que soy periodista?
  • Lo sé. Eres mi amiga y confío en ti. Supongo que tú me investigas. Eres prudente. Yo también tengo mis métodos para conocerte. Si nuestra amistad sobrepasa nuestras propias profesiones será maravilloso.
  • ¿Si yo te dijese que no quiero hacer naked yoga contigo y supongo que también el Taichichuan desnuda ¿las cosas entre nosotras cambiarían?
  • Desde luego que no.
  • ¿Qué tratas de averiguar? ¿Mis complejos culturales? ¿Enseñarme un grado secreto en nuestras disciplinas?
  • Algo agradable y otras cosas más.
  • Bien, Acepto. Estoy preparada para el curso de nudismo espiritual que me propones.
  • No solo nos desnudaremos, sino que nos cubriremos con un aceite especial. Eso cambia todo. La gracia es que no sólo en la lucha es algo maravilloso luchar con una persona que resbala como una anguila. Incluso el efecto en el yoga es maravilloso.
Esa primera sesión fue algo feérico. Efectivamente el hecho de que no te puedes hacer trampas en el yoga, sino que tus posturas tiene que proceder de dentro de tu cuerpo y que si no lo logras tampoco logras la postura no se puede describir. Hay que experimentarlo. Algo parecido, pero mucho más divertido resulta en la lucha. Tú adversario se te escapa continuamente y tú escapas a tu adversario porque resbala. Sin embargo, lo que más me impresionó fue el ver el cuerpo desnudo de mi compañera marcado por muchas cicatrices algunas recientes. ¿Era algo que ella se había propuesto que viese con la invitación a esta experiencia? ¿Esperaba que yo la preguntase el origen de estas terribles marcas en un cuerpo tan lindo como el suyo? Eso parecía lo obvio, pero yo ya me daba cuenta con el tiempo de nuestra amistad, que lo obvio funcionaba mal con ella.
Sentadas en el áspero piso alrededor de la baja mesita y tomando un fragante té vestidas y lavadas Taïs tomó la iniciativa con su modo ingenuo:
  • Qué te pareció nuestra experiencia?
  • Notable.
  • Te gustaría hacerlo siempre así?
  • Depende. Creo que si hace mucho frío lo dudaría. Ella no contestó y en cambio dijo meditativamente.
  • Así lo hacía cuando modelaba como imagen viva de asana yoga en ciertos clubes de París o Londres. El frío no es importante. Menos en movimiento.
¿No preguntas nada?
  • Prefiero no hacerte preguntas, Tú misma me has dicho que me contarás cosas cuando llegue la ocasión y te parezca. Mi profesión de periodista no quiero que se cruce con nuestra amistad.
  • Sin embargo tú has estado investigando sobre mí.
  • ¿Cómo lo sabes?
  • Es obvio. Soy para ti una desconocida rara. Pocas cosas habrás encontrado. Mis antiguos patrones no les gusta que se nos rastree. ¿Quieres saber quiénes fueron mis antiguos patrones? El Estado francés. He pertenecido a la Legión extranjera femenina durante diez años. Se llama así, pero es algo moderno y diferente de la vieja Legión.
  • Cierto que me asombra, sobre todo mirando tu figurita frágil y delicada. Dime, si quieres, solamente una cosa. Se te describe en tu pasaporte como que tienes un tinte claro de piel y casi me pareces una etíope.
  • Ja!ja! eso ha sucedido aquí. Todo mi trabajo afuera y en la huerta las hago desnuda. Sé que lo que más te ha llamado la atención son las cicatrices de mi cuerpo. Unos se deben mi trabajo anterior, los otras tienen otro origen. Fuimos formadas para ser nosotras mismas con nuestros cuerpos armas mortales. Armas silenciosas como los jaguares de la selva.
  • He visto un par de películas de ese estilo. Mujeres formadas para ser asesinas. Me parecieron fantasías crueles.
  • Fantasías cuyo fundamento no se puede probar ni negar. Nosotras no fuimos formadas para ser asesinas, sino luchadoras de elite. Preparadas para penetrar en lugares peligrosos donde los varones con todas sus armas no pueden hacer nada.
  • …y ¿matar?
  • No precisamente, pero sabernos defendernos y salvar nuestras vidas. Nuestra formación no está basada en la fuerza, sino en la energía. Eso ya lo está comprobando en el Taichichuan que te enseño muy diferente del Taichi deporte. Además, cosa que nunca te enseñaré ni a ti ni a nadie, con mis manos o mis pies conozco la manera de paralizar y matar a un ser humano o un animal en forma instantánea. Cuando una se retira de nuestra profesión todo ello es una pesada carga a llevar. Además nunca nos retiramos. Somos demasiado peligrosas. Aquí mismo en mi retiro soy vigilada y si soy indispensable vendrían por mí.
  • Si te niegas a colaborar.
  • Técnicamente no pasaría gran cosa. Realmente “ellos “solucionan el problema según sus criterios, Un accidente puede sobrevenir a cualquiera.
  • Yo podría estar manejada por “ellos” .
  • Cierto. Pero no te he contado nada comprometedor. En todo caso bastaría decir que eran narraciones novelescas de una periodista que ha visto películas del tipo “naked weapons” y otras ficciones de ese tipo. Por lo demás nuestra unidad no es de espionaje, de asesinato, sino, por decirlo de una manera comprensible, recuperar información. Introducirnos allí donde por la fuerza no se puede penetrar. Hacer los planos de un edificio, por ejemplo, interferir comunicaciones, colocar elementos electrónicos...
  • Supongo que para ello vuestro equipo debe ser de lo más tecnológico y sofisticado.
  • En eso radica está la genialidad de nuestra formación. Trabajamos desnudas y sin otros elementos que nuestras manos. Vestidas únicamente con ese mismo aceite que estamos usando ahora para nuestro entrenamiento. Utilizamos algo inherente a todas las culturas. Una mujer desnuda es atractiva para todo varón, no se la juzga peligrosa máxime que no porta ni puede ocultar arma alguna. En el peor de los casos eso implica una demora en la reacción que una aprovecha en su favor. En los casos ordinarios la demora es mucho mayor.
  • Y…!serán hombres muertos!
  • No, hombres fuera de combate e imposibilitados de usar las armas o dar una alerta. Nunca te podré contar hechos concretos.
  • Las preguntas se me agolpaban frenéticas en mi cabeza. Tienes razón. No puedo abusar de tu amistad.
  • Mejor será así.
  • ¿Es una amenaza?
  • Ciertamente que no. Es una realidad. Traspasar un límite vedado en este doble mundo escapa a las manos de quienes simplemente somos instrumentos.
Con esas escasas revelaciones mis relaciones con Taïs me parecían muy complejas. La pregunta obvia era que era lo que estaba haciendo allí en aquel miserable caserío viviendo como una campesina sin recursos. Hasta entonces yo había estado sumergida en el interés de saber quién era ella. Hasta el momento me había parecido una especie de hippie fuera de época. No me preocupaba de sus actividades, ni siquiera después de casi un año, había recorrido su huerta detenidamente. Para mí, ciudadana burguesa, toda aquella vida m e parecía miserable y no me interesaba. Yo me sentía la intelectual que estaba aprendiendo por casualidad técnicas que me ayudarían a mantenerme sana y, en caso de necesidad, me servirían para defenderme en una ciudad como Santiago, cada vez de calles más agresivas.
Aparte de lo anterior me preguntaba ¿cómo serían las relaciones sexuales de una mujercita tan linda? Un varón en su vida podía ser un peligro para los secretos que, quisiera o no, ella conocía. Por otro lado,¿ cómo y por qué había ingresado en esa Nueva Legión francesa femenina? Ella debía estar recibiendo un sueldo muy importante, bien se lo enviasen o se lo depositasen. Ciertamente yo estaba firmemente dispuesta a no traicionarla, pero mi curiosidad mucho más allá de la periodística, me volvía loca. Investigué en el correo de la ciudad vecina y lo que obtuve fue que recibía frecuentes paquetitos de té. Nada más. Nunca un giro de dinero.
En ese momento decidí firmemente que sacrificaría parte de mis lujosas vacaciones en una convivencia de varios días con mi amiga. Profundizaría su forma de vivir, las razones por las que lo había decidido y si esto era parte de su mismo “trabajo” o una preparación para el mismo. No estaba claro si ella aceptaría esa convivencia. Menos aún que yo iba a vivir exactamente como ella lo estaría haciendo, nos sólo unos días sino un largo mes.
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  • ¿Por qué te integraste en la Legión Extranjera?
  • No me alisté, me alistaron.
  • ¿Quieres decir que no te alistaste en forma voluntaria?
  • Si y No.
  • Siempre eres un misterio.
  • Un día te lo contaré con detalle. Entré muy joven, a los 17 años en la Sorbona para estudias medicina tropical. Quería ser médico sin fronteras en algún país exótico. Me uní con un estudiante colombiano. Disfrutamos de varios viajes cortos juntos. El se decía hijo de millonarios. Realmente me estaba utilizando para entrar cocaína en Francia. Todos mis vestidos y cosas que compraba estaban impregnadas con cocaína. Yo ignoraba todo. Descubrieron un cargamento y fui procesada.
Muy avanzado el proceso mi abogada me dijo:
  • Nadine sé que eres inocente y que caíste en una trampa muy elaborada. Los Magistrados opinan lo mismo. Judicialmente no se puede probar tu inocencia. Te esperan cinco años en la cárcel, pero tienes una posibilidad. Se está formando un equipo especial femenino en la Legión Extranjera. Si te incorporas, el contrato es por cinco años. Incorporada eres intocable judicialmente. Al cabo de cinco años tu condena habrá expirado y tus antecedentes borrados. Recibirás un una buena paga. Correrás riesgos y será muy duro. Aprenderás cosas importantes para la vida. Volverás al mundo normal con más experiencia y serás aún muy joven para rehacer tu vida y estudiar. La cárcel te destruiría.
  • ¿Es legal?
  • No es legal, pero… Es lo que todos pensamos, incluidos los Magistrados, que te conviene. Lo importante es que la Legión te acepte.
  • Me aceptaron. Estaban formando una agrupación de la que se glorían y de la que la Cia está muy envidiosa y no puedes imitarles. No solamente por nuestro adiestramiento fuera de lo común, sino por todos los artilugios electrónicos que portamos injertados en nuestro cuerpo. Ellos, al menos los computadores, saben dónde estamos, qué hacemos, que hablamos y otras muchas cosas que ni siquiera suponemos, quizá hasta cuando tengo relación sexual con alguien. Nos tranquilizan diciéndonos que estas cosas solamente están en las máquinas por si, para protegernos, son en un momento necesarias. Ninguna lo creemos, pero nos resignamos. Además, amiga, no son solamente los cinco años de pertenencia. Cuando ellos te incorporan, te incorporan por toda la vida. Puedes tener periodos, como yo ahora, que te dejan para tu equilibrio mental, que hagas lo que quieras. Es una apariencia. Ellos saben cómo incorporarte de nuevo si te necesitan. No puedo evitar cuando escucho, afortunadamente rara vez, un helicóptero que vuela muy bajo, el pensar ¿vendrán por mí?
  • Bueno Nadine, ahora parece que conozco tu nombre original. ¿No has pensado que yo podría pertenecer a la CIA o a otra Agencia de Inteligencia?
  • Ellos ya lo sabrían. Tú puedes ser alguien diseñado de alguna manera para que en mi retiro tenga compañía y con quien contar aquello que se puede contar. Aparte de ello, una en nuestro trabajo desarrolla un sexto sentido para conocer a las otras personas. Detectar sus pequeños errores. Muchas veces pequeños signos pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte.
  • Debes recibir un sueldo en Escudos europeos bastante interesante. Supongo que entre ustedes existirán grados y premios. Sin embargo vives aquí casi como una mendiga.
  • Si, tengo mi sueldo porque mi vida aquí sería como un año sabático sin plazo fijo. Un descanso. Yo lo entrego a una ONG que se preocupa de las casi 13.ooo personas que vagan por las calles de Santiago sin techo. Ayuda anónima sin duda. El por qué lo hago lo comprenderás más tarde.
  • Siempre la mayoría de las respuestas las envías para “más tarde”. ¿No será para el tiempo de Nunca?
  • Eso acabarás por juzgarlo tú misma.


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Un día me empezó a contar:
  • Me fascinan la vieja casa en ruinas que se atribuye a la Quintrala. Se encuentra detrás y oculta detrás de otras ruinas más modernas de la casona que se abandonó con la gran sequía que terminó con el agua del valle que ya estaba muy escasa. Mi pozo debe tener más de sesenta metros de profundidad y los de los vecinos otro tanto. Esa sequia ocurrió hace más de sesenta años.
No sé si la atribución de la propiedad a la Quintrala es una tradición más que una realidad. La leyenda se ha transmitido por generaciones en este lugar que ya, de por sí es extraño, sobre todo basándose en la superstición de las gentes que aseguran que en las noches sin luna se escuchan gritos y gemidos que salen de las ruinas. Todos los cazadores o gentes que han pasado en esos momentos cerca a de las ruinas aseguran haberlas escuchado. Piensan que son los gemidos de los esclavos torturados por la Quintrala.
Te sorprenderá que yo me haya interesado en el asunto y que haya explorado cuidadosamente esas ruinas. Pegadas a la base rocosa del cerro existen varias cavernas excavadas en la roca. Sin duda se utilizaron como bodegas, pero hay una que me intriga. Existen restos como de argollas clavadas a diferentes alturas y en el piso. Pero lo más extraño e indudable es que existieron cepos incaicos. Como los incas habitaron estos lugares antes que los españoles puede ser que ellos tuviesen esa caverna como prisión y lugar de tortura.
  • ¿Qué son esos cepos?
  • Cumplen la misma misión que los cepos de madera para inmovilizar y torturar a los condenados. En Machu Pichu existe una construcción que denominan la prisión. En realidad son perforaciones hechas en las piedras o en la roca dentro de las cuales se metían las manos o los pies de los reos y se las sujetaba con cuñas de madera o piedra de tal manera que si trataban de liberar se apretaban más. Debía ser horrible quedar doblado en dos con las manos y pies enterrados en la roca o bien de pie esperando ser azotado o torturado.
  • Eso que tu identificas como cepos ¿no pueden ser perforaciones para otro objetivo.?
  • No lo creo porque están alineados simétricamente como para mantener en cada lado a tres personas. Doce hoyos por lado. En el fondo ocho hoyos como para mantener sujetas a dos personas de pie. Además están esos restos de argollas como si más tarde se encontrase más práctico sujetar a los reos con cadenas. De todas maneras no soy una arqueóloga.
  • Me gustaría que me llevases una vez a las ruinas.
  • Están un poco lejos y el camino es malo. No trajiste calzado para eso.
  • Iré como tú, descalza.
  • ¡Ja! Eso sí que no te lo creo. Las gentes De por aquí van a oír tus gritos de dolor junto con los de los torturados de hace siglos.
Realmente creo que lo que me dijo Taïs sobre la dificultad del camino fue como un desafío para darme miedo. Yo había sido muy imprudente no contando con hacer grandes caminatas de llegar a pasar aquella semana con Taïs en mi deseo de minimizar el equipaje llevar solamente unas ligeras chalas de ciudad. Además, en parte las palabras de ella habían sido un desafío para ver si yo era valiente o me doblegaba ante la primera dificultad seria. La senda ciertamente recorría una región bastante pedregosa, pero la senda misma muy transitada era casi del polvo molido rojizo de toda la región suave para los pies. Otra cosa fue cuando llegamos a las ruinas ya que una tenía que cuidar donde colocaba sus pies entre cascotes, tejas partidas y restos podridos de maderos.
Taïs me indicó que aquellas ruinas eran las de la casa “moderna” de varios siglos de antigüedad y del estilo que imitaba las casas españolas del siglo antepasado, copia ellas mismas de las casas-fortaleza de los grandes predios romanos. Casas sin ventanas al exterior con tres patios consecutivos, alrededor de los cuales estaban todos los compartimientos que recibían luz de los mismos patios. Estaban diseñados para resguardarse de los bandidos.
  • Los restos de la vivienda antigua, que se atribuye a la Quintrala, denotan una construcción de tipo distinto. Parece que inventada por los primeros españoles, no para defenderse de los bandidos sino de los indios. Los techos eran de paja muy gruesos y apisonados. Encima les colocaban ramas muy espinosas para evitar que los indios trepasen en ellos. Tenían una sola vertiente y estaban muy pegados al cerro de manera que tampoco pudiesen ser rodeados. Los caballos se guardaban en el voladizo del techo frontal para tener listos para repeler el ataque o huir. Construyeron varías pequeñas bodegas como grutas en la piedra del cerro en la parte trasera, donde debían guardar víveres. Son grutas aun muy secas. Una de ellas es la que habilitaron como calabozo, los incas, si fueron ellos quienes construyeron la primera casa o bien uno de los primeros conquistadores de quien la heredó la Quintrala o la compró.
Penetrando en la parte posterior en que el amontonamiento de grandes piedras y enormes trozos de barro compacto resto evidente de gruesas paredes extremé mi cuidado temerosa sobre todo de las alimañas que pudiesen anidar entre ellos. Finalmente llegamos a una oquedad en la pared del cerro en la que Taïs se sumergió decididamente. Yo pensé que debíamos haber traído una linterna. Convencida de que la oscuridad sería concreta me retorcí en la entrada porque yo soy más gruesa y alta que ella. Cuando se me acostumbró la vista la oscuridad la grutano era grande. Se distinguía lo suficiente según Taïs me iba señalando algunos corroídos argollones del piso. Luego me mostró los agujeros simétricos en la roca de las paredes un poco más altos que el piso y los más altos de las paredes.
  • Ves. Es lo que te expliqué dijo ella. Te lo voy a demostrar. Por ahí tengo unas cuñas que hice para probar mis teorías.
Buscó en un rincón y las famosas cuñas me parecieron unas piedras cualquiera.
  • Yo voy a meter los pies en ese hoyo. Tú me los acuñas. El hoyo tiene más o menos la forma de un pie algo más grande que el mío. Ahora harás lo mismo con las manos.
Ella había quedado penosamente doblada en dos con las manos y pies sumergidas en la pared de roca. Yo coloqué las cuñas que enseguida me di cuenta que encajaban de manera que por más que ella tirase hacía afuera lo único que conseguiría era apretarlas más.
  • Bien, me dijo Taïs. Quiero hacer otro experimento. Te vas a ir a la casa y volverás por mí mañana. Quiero saber por mí misma algo de lo que experimentaría el prisionero o prisionera. Seguramente sería peor para ellos ya que este aprisionamiento implicaría un posterior castigo.
Si ya habían sido azotados imagínate a los desgraciados todos llagados pegados a este piso rocoso desigual sentados sobre sus excrementos.
  • Yo no puedo dejarte así. Piensa que me sucediese algo. Nadie te encontraría y morirías ahí de inanición.
  • No te pongas trágica. Vuelve a la casa y quédate tranquila. Acuérdate que tengo cosas electrónicas en mi cuerpo y que “ellos” lo deben saber todo.
Muy a mi disgusto me volví hacia el poblado y la casa de Taïs iba meditando en el camino Ias cosas extrañas de mi amiga y además que aprovecharía estos momentos para ir a conversar con los vecinos y a la vez como medida de seguridad decirles que Taïs todavía estaba explorando las ruinas. Si me ocurría algo ellos buscarían a Taïs por allí. Decididamente fui recorriendo el poblado en busca de alguna casa abierta o alguien que me invitase. Pronto encontré a Doña Celestina que sin dudarlo mucho me invitó a tomar mate. Ya había advertido de otros contactos lo deseosos que estaban los vecinos de conocer cosas respecto a Taïs y no menos de mi amistad con ella. Hasta ahora no habían tenido la posibilidad de encontrarme sóla. Así que no debió ser casual el encuentro con Doña Celestina. Empecé yo por preguntarle algo que siempre me había intrigado: Por qué el pueblo no tiene plaza, es una sola calle y las casas son todas iguales. Su única diferencia está en su estado ruinoso o las ampliaciones que les habían hecho a través del tiempo. Doña Celestina me contestó con toda seguridad:
  • Mire usted señora. Esto no era un pueblo. Nunca ha sido un pueblo. Estas casas las hicieron los primeros Patrones, hace muchísimos años. Ya después de la gran sequía se abandonó todo. Ni sabemos quien será ahora el dueño. Quizá el Fisco. Es un lugar abandonado de la mano de Dios. Mire usted solamente quedamos viejos y algún joven que nos cuida. Todos se fueron. Aquí se vive por la jubilación que algunos reciben, los animalitos, cabras y ovejas que llevamos al cerro. Lo huaches para cazar conejos y las gallinitas. Estos árboles que no sabemos cómo aún viven dan mucha fruta. La secamos y es un alimento para el invierno. La huertita que tratamos de tener, da mucho trabajo porque los pozos son muy profundos y a una ya le faltan las fuerzas.
  • ¿Tiene ruedas como mi amiga para subir el agua?
  • Nos las ha mostrado. Muy inteligente. Ya somos viejos para esas cosas. Nosotros la subimos a pura manivela. Es más demoroso pero una está acostumbrada. La señorita (Taïs) es muy alentada. Se lleva bien con todos. ¿Dónde ha quedado ahora ella?
  • Me llevó a conocer las ruinas. De la casona. Ella se quedó por allí un rato más.
  • ¿La llevó así a pata pelá? También tiene usted manda como ella?
  • A veces resulta más cómodo caminar descalza en este polvo profundo que con zapatos hechos para la ciudad.
  • Yo tengo los pies delicados. De joven, como todos aquí en ese tiempo, no conocíamos los zapatos. No era como ahora.
Sabe no nos gusta que la señorita vaya a las casas viejas. ¡Están malditas! Allí la Quintrala martirizaba a sus esclavas. Todos, en una u otra ocasión, hemos escuchado los gritos de ellas si hemos pasado tarde cerca.
  • Eso ocurrió hace muchos años.
  • Sí, pero las pobres no tuvieron sepultura. Las arrastraba por el cerro atadas a su caballo hasta que morían y las dejaba botadas como animales.
¿Usted hace mucho tiempo que es amiga de la señorita? Aquí no comprendemos la vida que lleva. Muchos pensamos que está haciendo una “manda” a la Virgen o algún santo. ¿Cómo no va a tener plata para comprarse una ropita y zapatitos aunque sea de esa que dicen americanos ? En el pueblo hay de esa ropa bien barata. Cuando voy a pagarme de la jubilación siempre me tiento en comprar algo.
  • Sabe señora Celestina, se está haciendo oscuro y seguramente mi amiga ya ha vuelto. Gracias por su mate, las sopaipillas estaban muy ricas.
Corté un poco bruscamente la conversación. La estaba llevando lentamente a terreno resbaladizo para el que yo no tenía otra cosa sino una sarta de mentiras y eso no es de mi gusto.
Estaba inquieta y con desagrado pensando en Taïs, inmovilizada y a merced de las pequeñas y peligrosas alimañas nocturnas, ratas, arañas…!fantasmas!
Dormí mal e inquieta. Me levanté temprano. Preparé unos bocadillos para Taïs. Puse un termo con té y algo de ropa limpia para ella en previsión que la necesitase. Todo lo coloqué en una mochila y partí hacía las ruinas. Esperaba no encontrarme por el camino a uno de los campesinos madrugadores, porque no tenía muy claro como explicar mi intempestivo viaje. Menos si me preguntaban por Taïs.
No tuve mucho problema para orientarme, pero sí en las ruinas para encontrar la gruta. Taïs estaba doblada en dos en su cepo y despierta. Completamente lúcida:
  • He tenido tiempo de meditar, no lo dudes. Estoy bastante acalambrada. Lo peor ha sido el frío en las manos y pies sobre todo. Metidos en la piedra. Saca las cuñas con cuidado porque como yo debo haber perdido la sensibilidad no voy a sentir si me haces daño.
Liberada la ayudé a frotarse sus miembros entumecidos.
  • ¿Te molestaron las alimañas que deben abundar por aquí?
  • Algún ratón vino a olerme la espalda, pero no se atrevieron a investigar más.
  • Yo habría estado espantada.
  • Yo no los é si hubieran comenzado a tratar de intrusear en mi cuerpo.
  • ¿Mereció la pena el sacrificio?
  • Una cosa así hace comprender a una lo que debieron sufrir las pobres esclavas de la Quintrala o quien ella fuese, azotadas o esperando el castigo eso debía ser lo peor para ellas. Comprender igualmente lo que sufren miles de mujeres castigadas hoydía por sádicos secretos o por sádicos con autorización. De eso sé mucho.
A esas palabras se me escapó la pregunta que tenía guardada hacía ya varios meses.
  • Tú debes saber algo de eso. Veo tu cuerpo con muchas cicatrices. No parecen de una operación o accidente. Yo no entiendo mucho de ello pero me parecen huellas de latigazos.
  • Es una historia larga. No siempre una tiene éxito en una misión. Muchas de mmis compañeras no han vuelto más. Están generalmente “desparecidas”. Todos convencidos que muertas y deseamos que sea así porque si no su suerte será mucho peor que la muerte.
  • ¿Tanto como eso?
  • Nos movemos en medios en que la crueldad más absoluta es la norma. Un intruso, un traidor puede estar contento si muere con una o muchas balas en el cuerpo.
  • ¿Será como en algunas películas de espionaje?
  • Es mucho peor. Recuerda, nosotras no somos espías. Cierto que “ellos “ nos consideran tales. Quizá nosotras, para darte una idea, somos las que preparamos el terreno para ese aparataje tradicional. Nosotras solamente exploramos el terreno. Las posibilidades, Los peligros… Eso implica introducirnos furtivamente, o disimuladas. Hacemos planos, vemos peligros, identificamos… Es algo muy peligroso, pero que en la acción resulta fascinante. Recuerda también que no llevamos nunca armas. No atacamos. Únicamente si somos descubiertas y tenemos que defender nuestras vidas lo hacemos.
  • ¿Se defienden con las manos y los pies solamente?
  • Las circunstancias suelen ser tan rápidas que no hay mucha elección. Con nuestras manos y pies como dices, pero en ocasiones con las armas de quienes nos quieren aniquilar.
  • ¿has matado a alguien?
  • No lo sé. He disparado muchas veces o dado golpes peligrosos que suelen ser mortales. Esa es mi tragedia. Algo que explica también las cicatrices que ves en mi cuerpo. Una queda marcada y es algo que cuando llegue el momento puede ser que te cuente. Una experiencia como la de esta noche es un poco sanadora para mí.
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Mis vacaciones. Tenía un tanto miedo al desafío que yo me había puesto a mí misma de convivir una semana con Taïs imitándo exactamente su género de vida. Deseaba comprenderla mejor y me daba cuenta que nosotras habíamos tenido unos orígenes semejantes en cuanto proceder de familias burguesas acomodadas y haber sido educadas, es decir, domesticadas, con sus gustos y prejuicios. Ciertamente Ella había tenido posteriormente un entrenamiento que para mí, por más que ella quisiera hacer las diferencias ,era militar y de los que son como una vestidura que cambia lo que una realmente es. No solamente se les enseña a soportar condiciones temporalmente duras y peligrosas dino que se cambian completamente los parámetros normales de uno mismo. Es indudable que seguramente me estaba equivocando en mis apreciaciones, pero eso era una de las cosas que yo quería comprobar. Por lo demás en cuanto a resistencia yo sabía que estaba frente a ella en neta inferioridad.
Según iba conociendo algo más a Taïs me resultaba más enigmática y alguien , no solamente fuera de lo común, sino como una especie de personaje de ficción. Recordaba mi primer encuentro con ella, la personita de apariencia frágil y transparente. Seguía apareciendo frágil, pero era una fragilidad de acero. Alguien que con un dominio que parece perfecto de un arte marcial, puede matar o dejar fuera de combate a soldados armados y entrenados para matar. No eran imaginaciones, lo percibía en lo que me enseñaba. Era transparente en lo que contaba, pero era indudable que contaba muy poco. Su vida ahora no era la de guerrera, sino una especie de descanso, reposo, meditación… Vivía como una yoguin, una hippie solitarias y fuera de contexto.
Era evidente que me había tomado como amiga, alguien que equilibrase su soledad. Ella me había confesado “que estaba fuera de servicio”, aunque en cualquier momento podía ser llamada a semejanza de esos súper agentes que se ven con tanta frecuencia en las películas de ficción. Nunca me ha contado nada sobre su vida sexual, cosa frecuente entre nosotras las mujeres. Lo único que sé de ella al respecto fue el día que nos conocimos cuando dijo que no era lesbiana. No es pudibunda en absoluto, y parece que le gusta el nudismo en privado diciendo que son sus ratos de “digambara” (vestida de cielo), además incidentalmente me dijo que “ellas” están adiestradas para actuar desnudas y que en su adiestramiento se exhibió desnuda como figura humana inmóvil en posiciones de yoga en muchas ciudades francesas.
Creo comprender que a pesar de todas esas maravillosas cualidades y conocimientos que posee, ella no solamente no eligió voluntariamente como me contó su actual profesión, sino que pesa sobre ella una amargura intensa por lo que realiza. Es cierto que en realidad todas estas personas mezcladas con la “seguridad”, al igual que los pertenecientes a mafias, al narco tráfico y a otras actividades semejantes jamás pueden desprenderse de sus organizaciones madre si no es con la muerte natural o violenta. Eso es evidente para nosotros los periodistas.
Lo que más me intrigan son las cicatrices de su cuerpo. Terribles.. Cada una de ellas debe tener un historial. Lo que más me extraña es que indudablemente algunas pertenecen a una dura flagelación. La orientación y una cierta simetría me convencen que mi observación es cierta. ¿Sabré alguna vez que le sucedió? Pero aún en esto de las cicatrices en ocasiones me he dado cuenta de marcas en otro sentido que se pueden decir recientes y que de ordinario al cabo de un par de horas le desaparecen. Todo esto me llamó la atención desde que comenzamos a hacer el yoga desnudas. Entre otras reflexionas ¿sabiendo ella que sus marcas son tan llamativas por qué me propuso hacer el yoga desnudo? Era obvio que yo un día le preguntaría la causa de aquellas marcas, ¿Ella quería probar mi discreción? Puede ser. Yo he mantenido férreamente mi actitud de no preguntar y esto me ha ido dando pequeños resultados. Ella parece tener cada vez más confianza en mí. ¿Mi próxima estadía con ella imitándola en su género de vida por una semana abrirá el camino a nuevas confidencias? Mi apetito de periodista me resulta insufrible.
Dije a Taïs que aquellos días que iba a pasar con ella me dejaría llevar un poco por mi romanticismo y partiría desde el primer momento un poco como ella misma lo debió hacer. El auto quedaría en Santiago. Viajaría en micro hasta el pueblo cercano y al villorrio con una mochila y pocas cosas dejando de lado por unos días mis lujos y afeites de burguesa y periodista de medios televisivos. Ella rió y me dijo:
  • Será tu gusto. No me tomes demasiado en serio. Lo que a mí me gusta hacer, para ti puede ser algo duro y muy desagradable.
  • ¿Cómo pasar una noche en un cepo prehistórico de piedra?
  • Bueno, cosas así.
  • ¿Crees que yo no soy capaz de pasar una noche así?
  • No. Tampoco tienes la razón por la que yo lo hice. Para ti podría ser un desafió tonto a tu orgullo. Para mí es algo que “merezco”.
No despedimos hasta quince días más. Ella quedó en irme a buscar allí donde me dejaría el bus de Santiago. Sin embargo, me quedó resonando durante quince días aquella simple frase: “es algo que me merezco”.
Tan pronto como salí de mis compromisos periodísticos me puse a a equiparme para mi aventura con Taïs. Lo primero que hice fui a comprarme en ropa adecuadamente modesta y de mala calidad en los alrededores de la Estación Central donde se surten las gentes más modestas. Añadí una de esas chalas chinas de las que parece que una va descalza y unas hawaianas baratas. Me sentía rara con todo aquello y lo más que temía era encontrarme con gente conocida o que me identificase vestida de aquella manera mientras me dirigía en metro a tomar el bus para el pueblo cercano al villorrio de mi amiga. Como ella no tenía teléfono ni había luz eléctrica en el caserío habíamos convenido cuidadosamente el día y la hora en que yo llegaría. Efectivamente ella estaba allí a orilla del camino con otras personas que igualmente esperaban a familiares. Taïs descalza como siempre y con sus eternos vaqueros rotos. Cuando me vio vestida poco menos como ella aunque no rotosa me dijo con su habitual ironía:
  • Veo que te has querido poner a tono con el lugar. ¿Qué van a pensar mis vecinos cuando vean a la elegante señorita que llega en su lujoso auto a pie y con ropas corrientes
  • Bueno, pensarán que me arruiné. Le contesté en el mismo tono.
Riendo y gastándonos mutuas bromas recorrimos los polvorientos tres kilómetros que nos separaban del caserío de casas alineadas. No sé si fue casualidad o curiosidad, pero observé que muchos de los vecinos estaban sentados en las puertas de las casas tomando el fresco de la tarde. No esperaba que aquellos campesinos se fijaran mucho en mi cambio de vestuario y allí no había televisión por esoo no creía que me identificasen en mis funciones públicas. Hasta cierto punto me equivoqué porque alguien me dijo:
  • ¿Le robaron su autito señorita?
  • Lo tuve que vender, dije riendo, en el mismo tono.
  • Ya se ve que las cosas le están yendo mal.
Si yo no interrogaba a Taïs, ella tampoco lo hacía. Ella sabía que yo era una periodista de éxito, pero yo ignoraba si ella sabía que aparecía con frecuencia en televisión. ¿Realmente no lo sabía? ¿No habría investigado sobre mí directamente o por sus contactos?
Llegados a la casa de Taïs encontré una novedad. Dos hamacas de red hechas con sisal o una fibra parecida.
  • ¡Qué maravilla Taïs. Yo me acostumbré a dormir en hamaca en Brasil. ¿No te he contado que yo he vivido varios años en Brasil?
  • Ciertamente no nos hemos contado muchas cosas. Yo las he tejido. También hice el material con que están hechas. Es decir lo obtuve de plantas del cerro.
  • ¿Te lo enseñaron hacer en tu entrenamiento?
  • Cierto. En ocasiones una tiene que sobrevivir en situaciones precarias. Esperas infinitas en lugares inhóspitos.
  • Bueno, dije yo, he venido dispuesta a vivir unos días exactamente como tú. Es un desafío que me he puesto a mí misma. No sé por qué. Quizá porque tú eres un desafío a mi condición burguesa en la que me crié y en la que vivo. He aprendido en este año de práctica de yoguin a endurecerme. Sabes, cuando fui a comprar mi nuevo ajuar entre gentes modestas que nunca han podido comprarse nada de las cosas que yo suelo usar habitualmente, en parte por costumbre y en parte porque mi figuración pública lo exige, sentía una gran vergüenza. Una especie de culpabilidad. Ahora pensaba en el micro durante el viaje que esta estancia contigo va a ser una especie de retiro espiritual o sicológico, como prefieras llamarlo. Tú eres una extraña mezcla de hippie, ermitaña y yoguin que me desconcierta. Eres una interrogación continua para mí.
  • Yo también me siento culpable por lo que soy.
  • ¿Fuiste reclutada a la fuerza? ¿Te chantajearon? Quizá todo lo que te ocurrió fue una trampa para reclutarte. Tal como me contaste a mí me parece que hubo algo de ello
  • Lo he pensado más de una vez. Solamente que los cinco años, luego los otros cinco y ahora la libertad que me han dado también son una trampa. Una vez que somos reclutados lo es por vida. No todo es sacrificio. Se aprenden cosas muy interesantes. Se recibe remuneraciones altas y, si sobrevives tendrás una vejez protegida y de gran burguesa. Lo que es absolutamente cierto es que eres una esclava del Poder. La esencia de la esclavitudes es ser convertida en OBJETO del que otros disponen. Puedes ser una esclava de lujo, una esclava de placer, una esclava tratada con honores, pero sigues siendo siempre un objeto.
Dejemos mis problemas personales. Me parece sin sentido tu desoe de vivir tus vacaciones aquí imitando mi manera de vivir. De hecho no sabes como es mi vida diaria porque cuando tu vienes en tus cortas visitas yo me acomodo para dedicar todo mi tiempo a nuestros ejercicios. Tú, ciudadana la encontrarás demasiado dura. Aquí todas las cosas son difíciles, porque todo es primitivo e inadecuado. Casi te diría que sería para ti como una vida de sobrevivencia. Yo he sido entrenada a enfrentarme con situaciones extremas. Recuerda eso. Cosas que para mí son un juego para ti pueden ser tortura.
  • Ese es mi desafío. Soy muy terca. Cuando llegué a conocerte, no sabía nada de artes marciales y apenas de yoga. Un año de cortas visitas he aprendido mucho. Cosas que me parecían imposibles. Desde sentirme cómoda en una posición de yoga difícil durante mucho tiempo, hasta rodar por el piso sin hacerme daño o dejarme caer de bastante altura.
  • Está bien. Será como deseas. Desde luego no debes sentirte avergonzada cuando no puedas más. Lo has deseado, así que me vas a imitar. Sácate tus sandalias y tíralas en aquella zanja. Experimenta lo que es caminar sobre el ripio de este camino y no sobre el polvo del poblado. Aún nos queda un kilómetro de camino. Será la última vez que te diga lo que debas hacer. Tú elegirás. Yo no seré como eran mis primeros adiestradores. Ellos actuaban con su dura mentalidad militar. Es difícil e inútil para un verdadero adiestramiento que es el que haces carne de tu carne. Algo como si realizases las cosas porque formaron parte de tu vida desde el nacimiento. Ya te contaré más tarde.
Llegar hasta el poblado y pisar el profundo polvo fue un alivio inconmensurable. Había hecho trampa buscando los bordes del camino menos pedregosos. Taïs no hizo ninguna observación por ello. Yo me dije que ella me iría colocando en situaciones que no pudiese eludir las dificultades. Para mí fue un triunfo no llegar cojeando ni con heridas.
En el camino no hablamos. Yo a pesar de estar atenta a donde ponía los pies tomé una decisión que en ese momento me pareció loca y desmesurada. Ahora me doy cuenta que fue genial para mí misma y para conocer a mi amiga y maestra. Ignoraba entonces completamente, ¿lo ignorábamos las dos? que el tiempo se nos acababa. Decidí claramente dos cosas. Me quedaría todo el tiempo de mis vacaciones con Taïs y realizaría lo mismo que ella hiciese en esos días, aunque fuese dormir en la mansión derruida cosida a la pared como lo quiso ella para sí misma. Iba a ser muy difícil, pero era la posibilidad para que ella me contase muchas cosas de las que siempre decía: “un día te las contaré”.
Llegadas a la casa después de descansar un rato, hicimos nuestros ejercicios acostumbrados y luego preparamos la comida de la noche. Eso era lo que siempre hacíamos en mis visitas. Tomando el té de postre, esa maravilla que era su único lujo, decidí decirla mi loca decisión.
  • Taïs voy a hacer exactamente lo que tu hagas , como lo hagas no durante una semana. Me quedaré todas mis vacaciones contigo. Espero que harás lo de siempre porque deseo identificarme contigo. Ya he avisado a mi compañero que no volveré hasta que me reincorpore a mis actividades. Espero que no alteres tu forma de vida por liberarme de situaciones difíciles.
  • Veo que estás decidida a recoger información para después escribir un libro del tipo “Pasé unas vacaciones imitando la vida de una sicópata”.
  • Eres muy irónica. No es esa mi intención. Si me preguntas por qué lo he decidido así tampoco te lo sabría decir. Es algo que decidí pisando por primera vez en mi vida ese camino pedregoso descalza. No sé por qué te consideras sicópata.
  • Alguien que ha llevado la vida mía durante diez años queda marcada para siempre.
  • Es tu libertad. Yo quiero conocer las consecuencias que te puedan haber marcado.
  • Quiero que tengas claro que durante esos diez años de actividad yo no era una espía, ni una guerrillera militarizada, sino que todas éramos las infiltradas que les abriríamos el conocimiento que ellos utilizarian más tarde. Eso implicaba con frecuencia la vida o la muerte. Nuestra vida significaría más tarde la salvación de muchas otras. Eso podía costar acciones muy duras.
  • Para mí es claro que me tienes que dar a entender situaciones tuyas sin poderme revelar secretos. Yo lo respeto. Olvida el asunto.
La conversación terminó allí y cada una trepó a su hamaca. Nunca me acostumbré a dormir en hamaca cuchareada. Ella parecía acostumbrada y que le gustaba. Por eso las debió fabricar.
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Un poco antes de salir el sol Taïs saltó de su hamaca. Había dormido desnuda envuelta en su frazada. Yo que dormí con buzo me lo saqué.
  • Voy ambañarme, dijo Taïs.
Se dirigió a la huerta. Creo no haber dicho en mi pobre descripción de la viviendas del villorrio que todas tenían una huerta cercada con muros de adobe en mejor o peor estado Los de Taïs fueron reparados de modo que no se podían ver las actividades cosa pertinente al modo de vida de Taïs . La verdad es que yo en mis rápidas visitas no había dado importancia a nada de su vida que no fuese el motivo de mis viajes apresurados. Las pocas veces que dormí allí ella me tenía agua en la casa para lavarme y generalmente partía apresurada para Santiago.
A pesar de estar en verano encontré frió el ambiente sobre mi cuerpo desnudo. El pozo estaba en el fondo de la huerta. El agua se subía desde una grande profundidad por un artilugio accionado con una rueda horizontal parecida a la de los barcos para subir el ancla. Taïs tomó uno de los brazos y enseguida ví lo duro que era mover todo aquello. Ella arqueada la comenzó a mover y yo tomé el otro brazo de rugosa madera. Admiré inmediatamente la fuerza que debía tener ella para moverla cuando estaba sola, pues para las dos juntas el esfuerzo era grande. Poco a poco se fue llenando una gran artesa de madera. Yo a pesar del frío matinal cuando terminamos me encontraba completamente transpirada. Ella se enjabonó y con un balde de madera se derramó agua enjuagándose. Luego corrió hacía la casa. Yo la imité pero no pude levantar el balde sobre mi cabeza. Ahí admiré esa fuerza de Taïs tan disimulada con su aparente fragilidad. Cuando llegué ella estaba ungiéndose con uno de sus aceites todo el cuerpo. La imité y ella dijo alegremente:
  • Vas a aprender otra arte marcial. Usa lo que sabes de Taichí .
  • El aceite que con que te ungiste tiene un producto que te salvará la piel de quemaduras. No te garantizo en cambio el color que tomes. Puedes ponerte tan etíope como yo. Así ocurría a mis compañeras. Aganas se oscurecían mucho. Otras no tanto. Fue útil cuando nos introdujeron en el mercado de esclavos en el Sahara.
  • ¡Cosa que ya me contarás! Dije yo zumbona. Ella sonrió.
  • Te apuras mucho.
Solo tengo un mes pensé yo.
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Yo ciudadana de nacimiento jamás había trabajado en una huerta. Ahora con más experiencia sé que la manera con que Taïs lo hacía no era la corriente sino cercana a como lo hacen gentes que consideramos aún muy primitivas. Primeramente ella lo hacía con las manos desnudas. Acariciaba la tierra, la planta. La limpiaba, le acercaba la tierra. Derramaba unos lugares determinados lentamente la escasa agua que traía en el balde de madera desde el pozo. Arrodillada frente a cada planta o sentada sobre sus talones no medía el tiempo que la dedicaba. Así pasamos toda la mañana. Para mí la dura tarea de ayudarle a sacar el agua no era nada comparada con el deterioro que estaban sufriendo mis delicadas manos jamás enfrentadas con la tierra directamente. Me auto- compadecía sin ningún comentario.
Terminado nuestro trabajo al llegar al corredorcito antes de entrar en la vivienda me esperaba mi primera experiencia fuera de todo cálculo previo. Taïs Descolgó algo de una de las vigas. Ví que era un látigo trenzado, corto y terminado en una punta finísima.
  • Apártate, me indicó Taïs.
Retrocedí paralogizada sin poder calcular lo que iba a hacer. Ella restalló el látigo y se cruzó las espaldas. Luego sistemáticamente se azotó con fuerza desde las pantorrillas hasta el cuello.
  • ¿Por qué lo haces? Alcancé a decir viendo las cintas rojas que marcaban sucuerpo.
  • Una esclava inútil merece el castigo.
  • ¿Duele mucho? A mí jamás nadie nunca me ha golpeado.
  • Depende de la fuerza del que golpea.
  • ¡Pégame! Dije. Quiero saber cómo es. Yo no tengo el valor de hacerlo.
  • Lo haces cuando tengas el valor para probarlo.
  • Dámelo. Lo tomé y llena de miedo lo descargué sobre mis glúteos. El miedo multiplicó mis fuerzas yo creo porque tiré lejos el látigo llorando.
Entramos yo sobándome mis doloridos glúteos y ella riendo. La comida se había hecho sola sobre una hornillita alimentada con algo de leña. Busqué un cojín para sentarme en el piso. Entonces, cuando menos lo esperaba ella empiezó:
  • Eso era lo habitual en el oasis entre las esclavas. Allí no teníamos cojines y la mano del Amo era más pesada que todo lo que una pueda fustigarse. Esas son las cicatrices que tanto te han llamado siempre la atención en mi cuerpo. Creo que te puedo contar algo.
  • ¿Pediste permiso a tus jefes para hacerlo?
  • Mejor que ignores detalles.
“Ocurrió hace unos cuatro años. Fui convocada con una de mis compañeras a la gran sala de planificación de nuestro Centro. Terminado nuestro adiestramiento (no sé si este formalmente termina alguna vez) Se trata de que olvidemos el régimen militar y se nos trata con guantes de terciopelo que realmente son de acero. Durante días se nos informó de nuestra misión que era “fácil”. Se nos explicó que se nos había oscurecido nuestra piel y cambiado algo nuestros rasgos para las misiones que se pensaba serían apropiadas para nosotras.
Se sabía por los datos recogidos en una operación reciente en el desierto del Sahara que existía un centro aun más importante para los tráficos africanos de la Hermandad. Así se designa una organización mundial que es al parecer la mafia que domina y administra todo el negocio ilegal del mundo y parte del legal. No se cconoce nada de ella. Solamente por la operación llevada en el desierto en un fuerte abandonado se supo que este era un centro de operaciones y reuniones, aparte de ser un mercado de esclavas/os europeos donde eran adiestrados, distribuidos y eliminados. El único testigo, fue una esclava española agonizante que estaba siendo ejecutada en el momento del asalto. Solamente por ella se han conocido algunos vagos detalles de la Hermandad como que sus componentes visten como beduinos aunque pertenecen a muy diversas nacionalidades.
Es una Organización absolutamente compartimentada. La única pista casual que se obtuvo es que existía en África un gran centro semejante al fuerte allanado. No se conocía el país en que pudiese encontrarse. Los “equipos especializados” tenían ciertas ideas. En Abisinia en una región de tribus bastante primitivas aún que tenían la particularidad de tener piel bastante clara y rasgos no negroides existían continuos asaltos para el secuestro de mujeres jóvenes muy apetecidas como esclavas en todos los estados africanos como concubinas, prostitutas caras y para ciertos harenes. Nosotras nos integraríamos en un poblado del Noroeste de Etiopía en la región donde eran muy frecuentes los secuestros. Sería fácil la integración como parientes lejanas mestizas venidas de la capital. En caso del secuestro no debíamos poner resistencia. Llegadas al lugar que fuese el centro de manejado por la Hermandad (esta nunca lo hacía directamente) se nos recuperaría rápidamente. Bien sabíamos que los instrumentos albergados en diferente parte de nuestros cuerpos habrían dado la información necesaria para ubicar el lugar y otras informaciones que desconocíamos completamente tanto como la ubicación de los minúsculos artefactos que nos habían injertado.
Te omito los detalles. En ese poblado aprendí a vivir como primitiva. Algo así como tu experiencia de unas semanas aquí. Allí fue más largo. De todas maneras lossecuestros era algo que tenía en continua exaltación a los varones del poblado. Estaban armados con armas modernas facilitadas por el Gobierno para al autodefensa. Sin embargo nosotras con nuestra experiencia nos dimos cuenta que aquellos campesinos no habían sido adiestrados mínimamente para una defensa, si los atantes eran profesionales. De vez en cuando llegaban noticias de algunas desapariciones de mujeres en lugares lejanos, lo cual tranquilizaba a los lugareños.
Con mi compañera nos sentíamos aburridas de “jugar” a primitivas, la suciedad, el barro, el trabajo en los campos, la sumisión que debíamos mostrar y el acoso sexual de los jóvenes deseosos de formar pareja. Lo que más nos gustaba eran las largas jornadas de baile con sus consiguientes relaciones sexuales semifurtivas.
Entonces todo sucedió. Un amanecer. Un tiroteo. Hombres intentando responder, otros huyendo. Unos brazos musculosos que me tomaron y me arrojaron como un fardo en mitad de la plaza del poblado sobre los cuerpos de otras mujeres. El encadenamiento por el cuello a una cadena larguísima y a golpe de látigo puestas en marcha. Ellos estaban uniformados con excelente ropas, armas modernísimas y eran hombres y mujeres. Fue el comienzo de un viaje de horror. Supe a mi vuelta a Francia que recorrimos en diversos medios y mucho más a pie cerca de 1.700 kilómetros hasta el desierto de Libia. Un lugar entre Sudán y el Tchad.
Era un inmenso campamento que simulaba ser de refugiados de las guerras de estos países. No era así. Era un inmenso centro de acopio, distribución remate de todo cuanto ilícito se puede imaginar incluido el tráfico humano, es decir , el tráfico de esclavos.
Según mi propia reflexión y experiencia, la Hermandad está consciente que todo adquiere más valor “elaborado”. Una ser humano secuestrado que ha vivido de otra manera debe ser adiestrado apara ser esclavo. En un aspecto despersonalizarlo que interiorice que ya no es más una persona sino una “cosa”. Algo menos aún que un animal. Luego “domesticarlo para el fin que se le destina.
Nosotras dos teníamos muy claro que ya habíamos cumplido nuestra tarea y que sin duda en cualquier momento, antes que pudiese ser tarde deberíamos recibir las coordenadas de nuestra huida. Pronto nos dimos cuenta, tan pronto como empezamos a ser separadas del montón que se nos observaba con desconfianza. Temíamos no poder huir antes de ser encadenadas. Una mañana mi compañera había desaparecido. Dormía mi lado. Ya no estaba. Supuse que salió a hacer sus necesidades. No volvió. Nunca más se supo de ella.
Al día siguiente llegaron por mí. No para llevarme a encadenar o marcar. Me amarraron fuertemente las muñecas con un largo cordel. La punta de este la amarraron a la silla de un camello. Comenzó una marcha por el desierto que solamente terminó en un pequeño oasis de unas cuantas palmeras y una gran carpa. Era un aduar creo que libio. Varias veces caí en ese camino de muerte y fui arrastrada un trecho hasta que mi Amo lo advertía o juzgaba que el castigo era suficiente.
Comenzó mi vida real de esclava. La única ventaja que tenía es que yo entiendo el árabe. Es la interlingua en todo Oriente, algo semejante al inglés en Occidente, Ellos no lo sospechaban. Supe que había sido puesto bajo la custodia de ellos porque -2yo no era lo que parecía”. Cuando tuvieran tiempo se ocuparían de mí. ¿Quiénes? Creo que ni siquiera lo sabía mi Amo. En sus conversaciones supe que se me consideraba cristiana. A las musulmanas espías se las apedreaba. A las cristianas se las crucificaba . Esa parecía sería mi suerte. Mientras tanto les sería útil. Aprendí a cultivar un huerto con escasísima agua. A trepar a una palmera para fecundar las flores una a una. Al final de la dura jornada el Amo tomaba el látigo y me hacía comprender con gestos que yo era perezosa y me administraba varios latigazos con todas sus fuerzas. No era raro un verdugón reventado. De ahí mis cicatrices. Solamente la cirugía pudo quitarme algunas. No fue mucho tiempo. Prefiero no contarte en detalle todo el horror. Un día llegó una patrulla militar libia. Un soldado con pretexto de ver mi estado me indicó:
  • Esta noche te liberaré. Huye siempre hacía el este. Te recogerán.
¿Cómo sabía que yo entendía el árabe? Fuera como fuera era la diferencia entre la vida y la muerte. Efectivamente en la noche una sombra se acercó y cortó mis ataduras. Dormía amarrada con un lazo de cuero, de pies y manos a una estaca afuera de la tienda. Comenzó mi huida. Sabía que la mayor distancia era mi salvación. Mis Amos conocían cada grano de arena y encontrarían mi rastro. Así fue, Era un hijo de mi Amo. Me apuntaba con su rifle. Hice lo que ningún varón resiste. Me arranqué la pagne, mi único vestido y me ofrecí. El dejo su rifle empuñó su puñal curvo yse acercó para violarme. Entonces no sé lo que hice. Aún no lo sé. Le golpee en el cuello y le clavé su propio puñal. Sin recoger mi pagne huí de nuevo. Horas más tarde era recuperada por la patrulla libia indudablemente pagada para mi rescate y llevada a un campo militar.
  • Mataste al hombre que te quería recuperar?
  • No lo sé.
  • ¿Por eso te castigas?
  • Creo que sí.
  • ¿El campamento que era el centro de operaciones de esa Hermandad fue allanado?
  • Cuando llegaron ya no había tal campamento. Solamente basura y muertos medio devorados por hienas y chacales. Parece que ejecutaban a cualquier sospechoso. Tuve que estudiar las espeluznantes fotografías para tratar de identificar a mi compañera desaparecida. Ahorraban municiones. Degollaban. Cerca en oued varias mujeres esparcidas muertas a pedradas. Algunas claramente sudanesas otras dos de tinte claro, quizá árabes. Dos mujeres crucificadas. Una era blanca indudablemente europea. La otra una de las mujeres etíopes secuestrada conmigo. Allí no hay madera para colgarlas. Estaban clavadas en el suelo con estacas de madera. Tenían otras estacas enterradas en su cuerpo. Nunca encontramos rastros de mi compañera de la Legión.
  • ¿Crees que ella pueda vivir?
  • Preferiría que hubiese muerto. Nunca jamás sus injertos secretos han respondido. Si la Hermandad los encontró, todo el trabajo de la Legión en ubicarlos será pérdida de tiempo.
Ahora en estos días comprenderás como me han marcado esos diez años en la Legión.
  • ¿Estás muy arrepentida de tu trabajo? ¿Lo odias?
  • No. Sé que a través de sufrimientos, quedar síquicamente marcada y todo lo demás he contribuido a liberar mucha gente y que se destruyan centros de tortura y muerte.
  • Tú también en algún momento te manchaste con la muerte.
  • Si, amiga, pero no lo hice por odio ni siquiera he tenido el deseo de matar, si acaso lo hice. Solamente salvar mi vida o la de otros. El problema es que una es adiestrada como un arma mortal y nunca se sabe hasta que punto una lo será.
+++++++++++
El resto de mi primer día con Taïs quedé obsesionada por todo lo que me había contado. Me hacía muchas preguntas a mí misma. Todo era tan fantástico como en las películas. Sin embargo yo había escuchado más de una vez a expertos en Inteligencia que la realidad solía ser mucho más cruel e inimaginable. Igualmente pensaba si acaso mi amiga podría ser una mitómana. En mi trato con ella con extrañeza en más de una ocasión capacidades en ella que una no se imaginaba. Yo me encontraba muy confusa y era el primer día en que ella me rebelaba algo de sus tragedias. Indudablemente las cicatrices parecían ser el testimonio de la realidad de todo aquello. Sin embargo hacía pocas horas que yo la había visto como ella se flagelaba a sí misma. Era difícil que ella lo hubiese podido hacer con tanta fuerza como para producirse aquellos cortes, pero una en mi profesión nunca se está segura.
En la noche, cada una en nuestra hamaca, yo seguía dando vueltas a mis dudas. Allí a mi lado dormía aquella figurita frágil que de una sola patada afirmaba haber dejado fuera de combate a un hombre rudo con un solo golpe y que no sabía si lo había matado instantáneamente. Era cierto que en nuestros entrenamientos que eran de un arte marcial suave como el Taichí, ella me trataba cuidosamente. En alguna caída lo más que experimenté fue un ligero moretón. Era igualmente cierto que la rueda con la que se sacaba el agua del pozo yo apenas la podía mover y ella la hacía dar vueltas con esfuerzo pero durante bastante tiempo. Decidí ponerla a prueba esperando que ella cayese en mi trampa. La pediría que me demostrase algunos de los ejercicos que se muestran en los videos de exhibición de kárate y otras artes marciales. La verdad que no podía convencerme que aquella pequeña mujer viviendo como hippie fuera de tiempo perteneciese a una organización de Inteligencia francesa.
Al día siguiente mi amiga me propuso ir al cerro. Ella no ponía huaches para para cazar conejos o liebres. Sus vecinos que se dedicaban a ello le tenían dicho que cuando saliese los recorriese y que podía tomar un conejo una liebre para su consumo. Ya en el cerro donde había algo de vegetación pensé que sería sencillo ponerla a prueba. Antes empecé la conversación:
  • Ayer en lo que me contabas usaste algunas palabras que yo nocomprendo su significado.
  • ¿Cuáles eran?
  • Oued donde dijiste ejecutaron a algunas mujeres.
  • Oued es una palabra árabe que se puede traducir por la chilena “quebrada”, aunque no sea lo mismo. Es el lecho seco de lo que fue en algún tiempo un rio. Las ejecutaron allí porque en esos lugares hay piedras. Arriba esa parte del desierto es de arena.
  • Ya comprendo. Comprendo en francés pagne pero lo traduzco como paño. No me dice gran cosa aunque pienso más o menos lo que querías decir.
  • Pagne, que significa lo que dices se “coloreo” en el lenguaje colonial para significar las faldas de las mujeres africanas que eran y hoy aún lo son en lugares rurales. Una pieza de tela muy colorida con que se envuelven de la cintura a los tobillos. Su única vestidura.
  • ¿Aún andan con los pechos al aire?
  • Si para ellas no es vergonzoso sino propio de su femineidad y orgullo. Quizá esa sea la razón de que en las zonas de guerrilla cuando asaltan un poblado que se les ha resistido cortan los pechos a machete. Distinto que en Sudamérica. Allí lo hacen para que no puedan amamantar hijos o se mueran los que tienen.
No creas que mi pagne era colorida. Un pedazo de saco de plástico. Esa fue la vestidura de todas nosotras después de nuestro secuestro.
  • Una pregunta en esa terrible marcha de 1,600 kilómetros después de vuestro secuestro ¿Todas sobrevivieron?
  • No éramos todas mujeres. Había como un tercio de hombres jóvenes, algunos niños. Ocurría como en todas esas marchas. Cuando alguien desfallecía completamente y ya no reaccionaba a los golpes ni a nada. Es decir que estaban seguros que no fingía de un golpe de uno de esos terribles puñales curvos le abrían en canal y lo dejaban tirado. Fuese varón o hembra. Lo hacían así para aterrorizarnos a los demás.
  • Pudiste dejar fuera de combate al hombre que te iba a capturar de un solo golpe. Debió ser terrible. ¿Ves esa rama? ¿La puedes romper también de un golpe?
  • No. Está verde. Aquella está seca. (Señaló una bastante gruesa) Trata de tú de quebrarla saltando sobre ella.
Salté varías veces sobre la rama inútilmente. Me parecía que era imposible quebrarla sin un hacha.
  • ¿Quieres que lo haga con la mano o con el pie?
  • No lo hagas, te puedes herir.
  • Lo intentaré.
Retrocedió sin hacer ceremonia alguna. Giró como un trompo y aplicó con el canto de un pie un golpe seco. La rama no se quebró espectacularmente, pero quedó rota. Bastaba moverla para que se desprendiese en dos pedazos. Luego tristemente se dirigió a mí.
  • Para quebrar la columna de una persona no se necesita tanta fuerza. Apenas fuerza. Solamente hay que saber hacerlo. Lo mismo para cualquier parte del cuerpo. Te has estado preguntando hasta qué punto lo que te he contado es fantasía. ¡ojala lo fuese!
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Ahora que estaba participando más estrechamente la vida que estaba llevando allí mi amiga empecé a tomar el peso de todo aquello. Ciertamente que hacía casi dos años que yo la visitaba. Era muy diferente intentando vivir como ella darme cuenta que por muy entrenada que estuviese tanto ella como yo éramos burguesas y ese renunciamiento medio hippie, medio penitente no solamente resultaba duro y doloroso, sino repugnante emocionalmente. Yo no había tomado el peso a todo eso porque en mis cortas visitas de tiempo atrás dedicábamos el tiempo a nuestros ejercicios e, incluso nunca me quedaba con ella más de unas horas. Su manera de vivir me parecían curiosidades propias de una yoguin hindú que las de alguien que tenía la misma educación que yo. Eso era tanto que en todo ese tiempo solamente miré distraídamente desde lejos su cuidada huertecita y nunca supe siquiera como extraía el agua para regarla en aquel lugar tan seco.
Ahora más introducida en su manera de vivir y en los tremendos secretos que la rodeaban, aparte de la profundización que íbamos adquiriendo en nuestras relaciones hacía que las preguntas se me acumulasen. Empecé a perder el temor a ser indiscreta. Por ejemplo verla siempre descalza y saber que ni siquiera tenía no sólo zapatos, ni siquiera unas miserables hawaianas. Sabiendo que al próximo pueblo iba descalza y suponiendo que si iba a Santiago lo haría igual, ya que en una ocasión aludió que lo había hecho en París era algo muy pesado. Lo que me causaba más impresión era lo que supondría para ella el invierno. No era lo mismo cuando me recibía en la casa y hacíamos nuestros ejercicios, que permanecer todo el tiempo así y además en sus obligatorias salidas al monte para recoger leña, recoger hongos, visitar los huaches y tantos otros menesteres. Aquella tarde me sentí decidida yle dije:
  • Me intrigas, amiga cada vez más ahora que estoy unos días participando de tu género de vida. Ahora eres una pobre campesina y has adoptado todas las costumbres de tus vecinas más pobres. A la vez eres una yoguin hippie y a mi manera de ver una especie de ermitaña penitente. Todo esto ahora en verano siendo muy pesado es soportable. Yo no podría soportarlo en invierno , no digo un día entero, sino unas horas. ¿Cómo lo haces tú en invierno?
  • Tú venías en invierno.
  • Cierto, pero antes de ahora casi no sabía cómo era esta vida, Yo llegaba en mi auto, hacíamos nuestras prácticas, conversábamos un poco y me iba. La verdad es que solamente yo te veía como mi maestra y no me fijaba como vivías. Incluso pensaba que tendrías una jubilación o algo parecido, sobre todo cuando me contaste que pertenecías a la Legion y que estabas como en una especie de año sabático. Todo era muy confuso para mí.
  • Bueno, no te creo que todo fuera tan confuso para ti la brillante periodista. Supongamos que fue así o bien que no pudiste averiguar gran cosa sobre mí.
Nunca he planeado vivir como vivo, ni ser la que ahora soy. Todo ha “sucedido” y de alguna manera me he ido adaptando,- Sucede, a veces que me mimetizo con modelos para no llamar demasiado la atención. Así podré aparecer como hippie, naturista, ecologista, para ti masoquista…
  • No me digas que no es masoquismo azotarse una a sí misma.
  • Ves tú encuentras una explicación natural según tus esquemas mentales. La relación así es más fácil para ambas. Además un paso para el rechazo o la aceptación. Si yo doy un paso más y te explico causas más profundas como en parte ya lo he hecho se necesitan más revelaciones lo que en muchas ocasiones no se puede hacer.
  • ¿Tu complejo de culpabilidad es debido a lo que has realizado en ocasiones?
  • Ha todo lo que he vivido en estos diez años. No solamente aquello que yo haya realizado bajo circunstancias especiales, sino lo que he visto de violencia y opresión. Parecido a lo que tú quieres, conviviendo conmigo, experimentar. Yo he “convivido” participativamente con gentes como las de la aldea etíope. La caravana de secuestrados en que ni siquiera se estaba seguro de llegar al mercado de esclavos sin ser ejecutado en el camino. Otras experiencias de esas que ,“puede ser” un día te cuente. Siento culpabilidad por ACCIÓN Y OMISIÓN. La omisión es una participación pasiva en la injusticia.
  • Te comprendo solamente en parte. Yo misma, en algunas ocasiones debido a mi profesión y al mundo en que vivo, me doy cuenta que el problema de la injusticia es que la “repartición de la torta” arranca a los marginados la misma posibilidad de desarrollarse. No me siento personalmente culpable pero participando en una especie de pecado de clase.
  • Yo tengo esa conciencia personal, y sé que un día que puede estar muy cercano lo expiaré definitivamente.
  • ¿Te consideras una especie de Cristo?
  • ¿Piensas que tengo ese tipo de complejo místico? No. Yo no soy una mística. Estoy marcada para ser ejecutada. Deja que te explique. Ahora parece haber llegado el momento de hacerlo.
Recuerdas mi infiltración en la aldea etíope y la muerte de mi compañera? Desaparición se dijo en la Legión. Todos sabemos que fue ejecutada por orden de la Hermandad. Ellos debieron investigar pacientemente todo lo sucedido y yo también estoy marcada. Evidentemente no estoy aquí por un año sabático y las otras insinuaciones que te hice. Estoy aquí para parecer una loca excéntrica, desparecer por el tiempo que se juzgue conveniente por aquellos que me manejan, porque yo de alguna manera también soy esclava,
  • Me sorprenden tus revelaciones y a la vez crean en mí multitud de dudas. Ante todo por tu propia seguridad. Nos conocemos algo más de un año. Yo puedo ser el señuelo para ubicarte. ¿No e resulta extraño que cuando pediste una compañera para tus ejercicios de yoga, yo una periodista de renombre, haya sido la única que he venido hasta este inhóspito lugar?
  • Yo te he contado mis problemas y experiencias de a poco. ¿crees igualmente que era simplemente por conocerte y calcular tus posibilidades de silencio? Eres muy ingenua respecto a estas marañas propias de la Alta Inteligencia Mundial. Tú no estás aquí por casualidad. Se te ha encomendado un fin que se me escapa. Es absurdo que se me oculte en un fin del mundo como este villorrio y se me deje que me construya una identidad nueva para que se me ofrezca ala Hermandad de forma tan simple. Conociendo como se dan las cosas en el Deuxieme Bureau te digo que hasta los viajes de mis vecinos al pueblo, sus contactos…son vigilados. No te niego que ellos puedan pensar que yo también puedo ser un cebo para la Hermandad y poder tener una pista mínima que les conduzca a ella.
  • A través de nuestras conversaciones has nombrado a la Hermandad. ¿Me puedes hablar sobre ella sin violar ningún secreto de estado?
  • Creo que es posible, Va a ser un desafío para tu mentalidad de periodista. SE CONOCE SU EXISTENCIA, Y NO SE SABE NADA DE ELLA , sino simplemente dos episodios. El fuerte abandonado del Sahara y el falso campamento de Refugiados en el desierto de Libia. Todos los escasos detalles los conocemos únicamente por una esclava agonizante que vivió sometida a ellos. NADA MÁS. Trataré de ser breve y lógica:
“Deveraux el Jefe del Deuxieme Bureau francés comienza a recibir fastuosos regalos firmados por la Hermandad !tal como suena.!No se le pide nada, ni se le explica finalidad alguna. Se investiga la procedencia de los regalos, su financiamiento, en fin todo aquello que pueda ser una pista. No se encuentra nada. Deveraux desde luego los entrega al Estado. Pasan varios años. Los regalos continúan fastuosos.
Deveraux recibe un mensaje: “He sido esclavizada por la Hermandad. Me llevaron a un fuerte en el desierto”. Nada más. Otro que Deveraux no habría dado importancia. Se rastreó de donde pudo salir el mensaje electrónico y extrañamente no se pudo encontrar nada. Era algo programado cuidadosamente para no dejar rastro alguno. La única pista era buscar un fuerte en el desierto. Lo evidente eran los viejos fuertes desaparecidos o en ruinas del tiempo de la colonización. No conozco como lo ubicaron ni cuánto tiempo tardaron. Fue una operación de violencia terrible. Murieron muchos legionarios y todas las defensoras menos una herida de gravedad. Solamente que consiguieron salvar a una mujer que estaba siendo ejecutada en una cruz o algo parecido. El fuerte voló al intentar los asaltantes imprudentemente entrar en una casamata. En el montón de escombros había restos de importantes y lujosas instalaciones. Ningún documento. Nada que fuese una pista.
La bellísima mujer atrozmente torturada que se rescató fue intentada salvar. Tenía momentos que estaba muy lúcida.
Era española de una familia de la alta burguesía. Estudiante universitaria de medicina.. Secuestrada en una calle a los 19 años. Llevada al fuerte sufre un tratamiento de despersonalización y creación de una mentalidad de esclava con otras seis mujeres europeas. Luego trasladada a una doble mansión mitad occidental y mitad oriental que describió como parecida a las de los cuentos orientales. Ignoraba en qué lugar del mundo estaba. Allí vivó como esclava más de diez años. Desesperada pudo enviar el mensaje. Sospechando de ella fue enviada al fuerte original para sufrir una larga tortura y ser ejecutada en la cruz donde la salvaron. Los legionarios. La elegante mujer que estaba a los pies de la cruz acribillada por las balas del asalto era su torturadora y su anterior Maestra en la esclavitud. Según la esclava la Hermandad se dedicaba a negocios continuos multimillonarios y su Amo Mutamí los realizaba en su oficina en presencia de ella que la adornaba como una bella escultura. Eran negocios legales e ilegales. Sobornos hasta de Presidentes de países…Eso es lo que pudo contar mientras agonizaba a los investigadores. Otros detalles también propios de su vida cotidiana de esclava. Las declaraciones de la defensora prisionera fueron aún más pobres. No recordaba otra cosa que una larga vida en una escuela cómoda donde lo único que se la enseñó durante muchos años fue a luchar, manejar armas, obedecer ciegamente y hablar un inglés perfecto. No sabía su origen, ni su edad. Era bien tratada si obedecía perfectamente, castigada si cometía errores. Tenía sexo cuanto quisiera en sus momentos libres, y no tenía hijos “como los Amos”.
Mi Organización, provisoriamente ha creado un perfil de la Hermandad basado en suposiciones no documentadas. Partiendo en ocasiones de algunos detalles. El más inquietante es el siguiente:
La esclava Carmen tenía ceñidas seis cadenas en su cuerpo en tobillos, muñecas, cintura y cuello. Explicaba que servían para que enganchadas de diversas maneras sirvieran para un castigo o la inmovilidad para recibir el castigo. Parecían de un acero negro y brillante. La guardiana tenía las mismas pero de acero claro. Lo curioso que al parecer según la jerarquía cambiaba el color de las cadenas . Todos en la Mansión las tenían las de los Amos parecían de oro. ¿Serían todos esclavos de ALGUIEN?
  1. El Perfil supone de que es una Organización Transnacional que finge estar relacionada con el mundo musulmán adoptando sus formas de vida aparentes.
  2. Domina o maneja de alguna manera empresas Transnacionales legales.
  3. Maneja o impone sus objetivos a narcos, mafias y todo tipo de organizaciones criminales.
  4. Se impone mediante el terrorismo personal condenando a los responsables de las organizaciones a muertes de tortura refinada que son filmadas (como filmes snufs) y distribuidas por los medios de comunicación a todos los niveles sin pudor , ni limitación alguna.
  5. Se desconoce la ubicación de sus centros neurálgicos, y sus centros de Poder
  6. La jerarquización tan dura que aun quienes aparecen como Amos tienen la personalización de esclavos, es decir, OBJETOS.
  7. Tiene predilección por el secuestro de seres humanos que escapen al término medio por su belleza, cualidades, inteligencia… Esas personas sufren un proceso de Despersonalización y se les mentaliza como esclavos o son eliminados.
  8. Habrían conseguido infiltrase en todas las sociedades de una manera sutil y bastante universal en todos los niveles sociales, sin que esas personas tengan conciencia de ser dominadas y manipuladas por la Hermandad.
  • Todo ello Taïs parece algo de ficción.
  • Si yo no hubiese caminado 1.600 kilómetros con una cadena al cuello también lo creería. Si no hubiese visto un campamento de muchos miles de personas desaparecer completamente en pocos días y los cadáveres torturados y medio comidos por hienas y chacales… además me ha tocado vivir otras experiencias en que aparece la huella de la Hermandad.
  • ¿Tú, entonces piensas que puedan llegar a ubicarte aquí en Chile y asesinarte?
  • Estoy confusa. Yo sé que en planes tan elaborados como el manejado para protegerme, suelen tener un mínimo error que se convierte en pista. En ese caso todo es cuestión de tiempo. Con frecuencia pienso que sería mejor suicidarme si llego a sospechar que me están ubicando. Otras, contradictoriamente acepto lo que puede llegar, la cruz o lo que se les ocurra. Casi siento que será así.
  • ¿Tienes miedo a que en las torturas que te puedan aplicar cuentes secretos de tu Organización?
  • No. Ella es semejante a Ellos. Yo realmente no sé nada. ¿Qué les puedo contar que no sepan? Lo más probable es que entre nosotros hayan infiltrado a alguien.
  • ¿Tu has sido torturada alguna vez?
  • Malos tratos he recibido. Latigazos cuando fui esclava. Torturada para obtener información o como castigo, nunca. Por lo demás todas nosotros sabemos muy bien que si nos dejamos capturar eso nos sucederá.
  • Has contado demasiados horrores esta noche. Me gustaría que recordases mejores momentos. ¿Los has tenido?
  • Evidentemente que si. Volvamos a lo que originó esta otra visión de mi vida.
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  • Quiero que comprendas que mi modo de vida que tratas con frecuencia de definir, no corresponde a una forma de vivir que me propuse cuando se dio la circunstancia de ser-yo-misma a partir de la necesidad de ocultarme. Tampoco es algo que tú mucho más intelectual que yo diseñes de antemano. Vivo como me lo dictan mis sentimientos día a día. Ocurre que esos sentimientos significan una manera de actuar más continua. Si adopté más o menos parte de la forma de vivir de mis vecinas en cuanto a la manera alimentarme sin recurrir a mi sueldo al que he renunciado en favor de los sin hogar, me tengo que atener a las consecuencias para procurarme la comida y el combustible.
Contra lo que tú has creído siempre, yo no me he propuesto jamás ser hippie, yoguin, anacoreta, penitente…Simplemente hago lo que “siento”. Ves el látigo que tengo colgado en el poste del corredor. Vuelvo del trabajo en la huerta y “siento” que me quiero flagelar en comunión con esas mujeres con quienes conviví. Sé que me quiero hacer daño y me lo hago. Otras muchas veces lo miraré y no me “dirá nada”. Camino siempre descalza porque me gusta. En otras ocasiones es un desafío hacía mí mmisma o hacía la estúpida cultura que reglamenta las cosas. Quizá haga otras cosas penosas como tú piensas por complejo de culpabilidad o bien porque sea masoquista. No me lo pregunto ni me importa. Las puedo hacer o no hacer.
Creo que es algo inherente a la libertad. El sometimiento se comprende bien cuando como yo durante diez años he experimentado en mi trabajo los planes elaborados hasta el detalle más ínfimo. Fui aprendiendo que los planes son esquemas y que en la práctica el “instinto” en los momentos de peligro es el que salva. Muchas compañeras mías ha perecido por ceñirse a los planes elaborados por los sabios.
  • Tus palabras Taïs me recuerdan a Sócrates y su “daimon” . Lo que tu llamas sentimiento o “instinto” es algo que parece ser muy próximo es lo que Sócrates pensaba que era un espíritu que le aconsejaba. Eres muy divertida. Muy clara
Yo no podría ser como tú nunca. Como cuando ante aquel muro en que, según tú, era un cepo , me pediste que te aprisionase, porque querías experimentar por ti misma algo de lo que sentiría uno de los esclavos o esclavas allí torturados. Eso me sugiere algo que siempre he deseado preguntarte. ¿eres así también para el amor?
  • Yo creo que todas las mujeres somos así para el amor. Como dicen mis vecinas de repente conoces a alguien y te “tinca”. Dicen que esto viene de nuestro pasado más primitivo.
  • En tú ingenua pregunta me parece que hay algo que no te atreves a formular. ¿Has tenido en tú vida una pareja estable?
  • Si he tenido pareja estable y nunca definitiva. Si piensas que dada nuestra profesión se puede tener una pareja estable y formar un hogar con hijos ¡eso no es posible! Al menos mientras una está activa. Si mi situación no fuese comprometida, soy aún joven y cumplido mi contrato puedo pedir una especie de “retiro honroso”. Incluso en la situación en que me encuentro podría emparejarme y tener una familia. No puedo hacerlo porque sería mantener a mi pareja y mi posible familia en continuo riesgo.
Te habrás preguntado que en el curso de mis misiones el riesgo de ser capturada y violada violentamente y por conveniencia sería muy alto. Lo es. Aun llevó un dispositivo mucho más moderno que se implanta a muchas mujeres, para bloquear la concepción.
  • Querría hacerte un pregunta pero temo ser brutal.
  • Lo adivino. ¿Fuiste alguna vez violada en el curso de una operación?
  • Sí. Prefiero no recordarlo siquiera. Para una mujer aun entrenada y sabiendo los riesgos es algo que está inscrito en ella como lo más denigrante. Dirás que hubo un momento que me ofrecí para salvar mi vida. Creo que en mi subconsciente estaba segura que era una trampa y que yo saldría ilesa. ¡Por favor! No hablemos más de ello.
  • Que tú te expreses así a pesar de tu profesión y tu adiestramiento sicológico previo y posterior me hace pensar en tantas mujeres en que incluso entre parejas legales sus relaciones sexuales son violaciones sucesivas. Lo sé cómo periodista y lo he conversado más de una vez con sicólogas y siquiatras.
  • Es una maldición de las capas sociales en que el machismo es obsesivo.


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Pasaban los días de mis vacaciones al lado de Taïs y tratando de imitar un poco en la medida de mis fuerzas su género de vida. Según pasaban los días no solamente muchas cosas me eran penosas y pesadas sino insoportables. Como soy muy testaruda y me había propuesto imitarla me mordía los labios y no me quejaba para mí misma.
Me irritaba caminar siempre mirando el piso para evitar espinas , cagadas de animales y otros obstáculos dolorosos o repugnantes. El vestirse únicamente cuando salíamos de la parcela o llegaba alguien para visitarnos. Lo que en una playa me fascinaría no era lo mismo que trabajar en la huerta un día entero al sol o dando vueltas a la pesada noria para sacar agua. Me parecía una vida de esclava por muy voluntaria que fuese.
Después de la larga conversación que sostuvimos en que me explicó muchas de las razones de su vida nuestras conversaciones habían sido volátiles o basadas en las noticias del país que escuchábamos en su pequeña radio de pilas. Por lo demás yo me había propuesto en cuanto volviese a Santiago comprarle una potente radio de onda corta para que escuchase las noticias de todo el mundo, cosa que parecía interesarle mucho.
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Faltaban escasos cinco días para que se terminasen mis vacaciones cosa que realmente deseaba. No porque nuestras relaciones se hubiesen enfriado, sino porque aquel género de vida que se me antojaba de penitente y que realmente lo era, no estaba hecha para mí. Como soy una persona voluntariosa, seguía allí porque me lo había propuesto. Tenía la sensación de que ella, por alguna razón que captó en nuestras conversaciones no deseaba contarme algunas cosas de su vida que tenía previstas. Me había propuesto aquella mañana salir a revisar los huaches para preparar alguna comida con conejo o liebre. Aunque ella no trataba de ponerme a prueba llevándome a lugares escabrosos o bien me dejaba sentada un rato si calculaba que para mis pies descalzos sería el lugar una prueba muy dura. Sin embargo no alcanzamos a salir. Don Juvenal, uno de los vecinos vino para avisar a Taïs que las funcionarías del Correo en el pueblo le habían dicho que había llegado una caja grande para ella. Taïs se extrañó porque lo único que recibía regularmente eran sus pequeños envíos de té. Yo me quedé en la hamaca feliz que no me invitase a acompañarla puesto que el pedregoso camino era aún menos atractivo descalza que los senderos del cerro.
Cuando volvió traía una típica caja de bastante tamaño de las compradas en el Correo para los envíos.
  • ¿Quién te la envía?
  • No tengo idea, el remitente es chino.
  • ¿Algo que encargaste?
  • No he encargado nada.
  • ¿Será una bomba de alguno de tus “amigos” del pasado?
  • Todo puede ser. La abriremos siguiendo las normas de precaución.
Pude comprobar que las Normas de precaución eran precisas, largas y tediosas. Finalmente no había trampa alguna sino solamente el extraño contenido. Primeramente sobre todo un voluminoso libro escrito en chino con profusos gravados que demostraban el uso del contenido del paquete. Eran dibujos a tinta china originalmente. Ninguna foto. Parecían en la primera parte como una ingenua muestra de adorno corporal con pequeñas piezas de madera. Al pasar a la segunda parte se revelaba que esos “adornos estaban diseñados para causar dolor. Eso nos llevó a examinar el contenido de las bolsas de plástico que contenían los “adornos”. Los primeros de madera durísima estaban llenos de protuberancias como bolitas.
El segundo paquete contenía piezas idénticas pero con agudas puntas. El tercer paquete el más voluminoso no contenía piezas de madera sino afiladísimas piezas de un bambú que parecía metálico en su dureza. Buscamos en la tercera parte del catálogo y yo quedé espantada, quizá mi amiga más endurecida a estas cosas no manifestó gran asombro. Era claro que en la tercera fase a quien se le aplicase moriría en una tortura infinita. Todo ello quedaba corroborado en un corto apéndice donde se mostraba la tortura aplicada con elementos tomados de la naturaleza: bambúes, troncos, ramas espinosas…a algunas víctimas. Yo quedé traumatizada, sin comprender el sentido del envió ni la crueldad refinada del contenido del paquete maligno. Solamente acerté a decir a Taïs:
  • Supongo que no habrás encargado tú todo este horror.
  • Desde luego que no.
  • ¡Quémalo!
  • Tú debes haber leído “la isla del Tesoro” cuando eras chica, dijo Taïs
  • Desde luego.
  • ¿Te acuerdas el momento que en la isla entregan al cocinero un redondel negro?
  • Más o menos.
  • Era lo que se llamaba la “mota negra” que se entregaba entre los piratas a un compañero a un capitán significándole la muerte. Pues bien ese es el significado de este paquete. Suicídate penosamente porque lo que te espera será peor. Algo muy de la marca de la Hermandad
  • Entonces te han ubicado. Saben que estás refugiada aquí, Huye, Avisa a tus superiores. En último caso avisa a la policía chilena..
  • Quizá esta cacería tenga que terminar. Se te escapa el significado que me hayan ubicado aquí .
  • No sé lo que decidirás pero yo me irá mañana mismo.
  • Tranquila.
  • El que me hayan advertido significa que precisamente lo que tratan es que huya en primer lugar. Por ahora esperarán. Tiene una paciencia infinita.
    Son gentes sin escrúpulos pero con esa sabiduría oriental de sobriedad para no implicar innecesariamente a alguien que complicaría por alguna casualidad sus intenciones. Estas a salvo- Aún te quiero contar algo más que te aclare todo
esto.
Asustadísima, intranquila, pero picada por mi curiosidad de reportera periodística decidí quedarme con ella los cinco días que quedaban de mis vacaciones. Yo lo consideraba un riesgo, aunque Taïs estaba segura que precisamente debido al envío había un plazo. Según ella era como decirla que se suicidase penosamente, porque si no lo hacía “ellos” tomarían la iniciativa.
Desde luego aquel día no salimos al monte como había sido programado. La comida fue de unos prosaicos tallarines y nos acostamos temprano sin comentarios. Sin embargo contra su costumbre Taïs empezó a hablarme desde su hamaca. Empezó como un monólogo:
  • Pensarás que la Hermandad se quiere apoderar del mundo. Desde luego que eso no les interesa. Manejar los negocios sucios del mundo parece que es su fin. ?Para qué? ¿para gozar ellos de la riqueza sin límites? Es cierto que lo poco que conocemos implica que sus dirigentes viven en un gran lujo. No conocemos, sino un solo aparente dirigente. Es cierto que ese dirigente maneja gran cantidad de negocios, pero la esclava martirizada ha sido nuestra única fuente de información. Pueden existir docenas de dirigentes. Hay una extraña pista. Los esclavos tenían seis cadenas ceñidas a su cuerpo. Obviamente con fines utilitarios, Sin embargo todos aquellos que vivían en el Dominio las tenían igualmente. Únicamente diferían en su apariencia: acero negro, acero blanco, plateado o dorado… Hasta el dirigente y su padre las tenían. Entonces nos hemos preguntado siempre ¿todos eran esclavos de diferente nivel, pero esclavos? ¿Esclavos de quién? ¿ese quién es el que beneficia de la inmensa masa de capital que sus esclavos reúnen? En el servicio los expertos hasta han manejado la teoría de los extraterrestres que parece absolutamente absurda.
La Hermandad está rodea de misterios. Sus componentes según la esclava eran de diversas procedencias étnicas. No había discriminación entre ellos. Sin embargo tenían predilecciones: el gusto por todo lo árabe en vestimenta, adorno, mobiliario, el uso como lengua de un inglés totalmente académico, probablemente por no ser la lengua original de casi ninguno. El nudismo de los esclavos de todo tipo es decir, aquellos que llevaban las cadenas de aparente acero negro o blanco. Probablemente deducimos para que no puedan ocultar armas y los guardianes/as para que las armas que portaban fueran siempre evidentes. Los castigos inmediatos, sádicos y públicos.
  • ¿Toda esa Información que cuentas, la conocen todos en tu Organización?
  • No. Solamente cinco personas.
  • Contada tú misma.
  • Yo interrogué a la agónica esclava Carmen.
  • ¿Añadieron eso a su tortura?
  • Era necesario antes que muriese. La mantenían a base de drogas artificialmente. No sufría. Se mantenía lúcida. Ella necesitaba también que alguien escuchase su interminable calvario.
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Hacía como dos meses que volví a mis actividades periodísticas y televisivas No había tenido tiempo ni deseo de volver a ver a Taïs que era la única manera de relacionarme con ella. Bien empaquetada estaba la excelente radio de onda corta que había hecho comprar en Alemania para regalarla a Taïs. No soy tonta y me doy cuenta que es mi temor a todo aquello que rodea a mi amiga que parece destinado a un final trágico. No soñaba tampoco con reanudar mis clases de ejercicios con ella. Juzgaba haber aprendido lo suficiente para mi utilidad. Convencida que tampoco la podía dejar abandonada y deseosa de entregarle mi obsequio decidí finalmente fijar un fin de semana de los que llamamos “largo” para ir a visitarla.
Recorriendo el camino en mi cómodo auto me felicitaba de no tener el pasado compromiso de recorrerlo a pie y menos aún descalza. Me preguntaba cómo había sido tan loca de querer hacer una experiencia tan descabellada. Por otro lado admiraba mi fuerza de voluntad para haberlo hecho.
Llegada frente a la parcela de Taïs toqué alegremente la bocina esperando que ella saliese como otras veces. Extrañada, pensé que estaría en el monte o en la parte más alejada de su huerta. Posiblemente sin saber quien llegaba estaría enfundándose en un vestido. Me bajé y probé si la puerta estaba sin cerrojo. Lo estaba. Entré. Mi asombró fue sin límites al mirar a mi amiga arrodillada en medio de la pieza con el cuerpo lleno de heridas como cortes y cubierta de Adornos negros de pequeñas maderitas todas las partes delicadas de su cuerpo. Cuando volvió penosamente la cabeza hacía mí le corrían las lágrimas. Yo no podía entender lo que ocurría aunque inmediatamente comprendí que aquellos “adornos “ eran las piezas chinas de tortura.
  • ¿Qué te ha ocurrido mujer? Grité desesperada. ¿Quién te ha dejado en ese estado?Me precipité a querer sacarle los torturantes adornos. No era fácil.
  • Calma m suplicó. Aumentas el dolor.
Recobrando mi sangre fría comencé laboriosamente a sacarle del cuerpo aquellas innumerables pieza que estaban incrustadas con ingeniosos mecanismos de presión. No era sólo aquello estaba herida completamente . Estaba bárbaramente azotada.
  • ¿Tienes algo con lo que te pueda hacer una curación de urgencia?
  • No. Bastará agua hervida.
  • Te voy a llevar a una clínica discreta.
  • De ninguna manera. Lo que me ha sucedido me lo merezco.
  • Sí, pero te puedo venir una infección generalizada.
  • Será lo que tenga que suceder. De todas maneras pronto o tarde me llegará algo inimaginablemente peor.
  • No comprendo que no trates de buscar protección.
  • Tu no conoces nada de las cosas que me rodean. No tienen solución alguna.
  • ¿“Ellos” ya vinieron y te hicieron esto?
  • Yo me coloqué el primer grado de tortura china. He querido saber hasta donde podía aguantar. Es terrible y angustiante.
  • Tú no te puedes haber flagelado de esa manera brutal.
  • Me flageló Álvaro.
Álvaro era un mocetón del villorrio retardado mental o autista que vivía con sus padres y hacía pequeños servicios ala demás familias del villorrio por cigarrillos o un poco de vino.
  • ¿Te atacó?
  • Cometí el error de pedirle que me flagelase. Me encontraba en una de mis crisis de culpabilidad. Sabía que él no diría nada. No puede. Cometí uno de mis errores, pero no me arrepiento. Estoy herida por dentro y por fuera. Me violó con igual ferocidad.
  • ¿Qué puedo hacer entonces por ti?
  • Lávame. Hazme un poco de comida, llevo dos días sin comer.
  • Vas a morir. Ya lo sé, pero no de esta paliza. Aún me restableceré otra vez.
  • ¿Otra vez? Pero esas piezas de tortura china te las pusiste tú.
  • Cierto. Son, recuerda, únicamente el primer grado. Proporcionan a cada parte del cuerpo dolor que va creciendo. La razón es que se colocan sobre los puntos de dolor que todos tenemos. Ese sistema de cremallera que tienen los cierres aumentan el dolor. Además como has comprobado cuando se intentan sacar, si no se conoce el cómo se aprietan más.
Mi desesperación, después que la lavé y le hice una comida abundante, era enorme. Para mí resultaba claro que estaba dando los primeros pasos para un suicidio doloroso y próximo. ¿Sabía lo que quería o de alguna manera había sido sugestionada a la distancia? En el estado en que la había encontrado implicaba claramente que si aquel era el primer grado el tercer tal como había expresado ella cuando recibió el mortal paquete era el definitivo. ¿Cómo aquellas prensas y collares con aparentes inofensivas bolitas que se incrustaban en el cuerpo podían ser tan dolorosas? Ciertamente ella había sido maltratada previamente por aquel hombre que ella misma ordenó que la azotase, pero que dada su condición se desencadenó con máxima brutalidad. ¿Continuó ella con su autotortura en aquellas condiciones para castigarse por haber provocado en Álvaro esa crisis no solamente peligrosa con ella, sino que ahora podría repetir en cualquier inocente? Decidí preguntárselo:
  • ¿Cuándo pediste a Álvaro que te azotase pensaste que ibas a desatar en él esa crisis de sadismo sexual y brutal?
  • No. Pensé que dada su pasividad ordinaria para él sería como traer unas carretillas de tierra. Siempre había sido dócil y muy pasivo.
  • ¿Le pediste que se detuviese?
  • No pude.
  • Tú con tus artes marciales le podrías haber detenido fácilmente.
  • Yo misma me encadené de pies y manos por si era muy rudo para no poder huir.
  • Dices rudo ¿consideras que fue demasiado rudo?
  • No fue rudo entró en una crisis horrible. No sé cómo no me mató.
  • Y…luego te añadiste la tortura china.
  • No enseguida.
  • ¿Por qué lo hiciste?
  • No losé. Estuve a punto de aplicarme el tercer grado. Me habrías encontrado muerta por desangramiento.
  • ¿Por qué no lo hiciste? No lo sé. Estaba en estado de choque.
  • Dime que no lo harás nunca. Dame todo y lo quemo inmediatamente. Tienes que sacarte esas ideas suicidas que son causadas por tu aislamiento en este lugar y la vida de masoquismo que llevas. Necesitas la atención de un siquiatra.
  • Yo soy una condenada a muerte. Muy bien lo sabes. Lo que haga o deje de hacer en estos momentos que me quedan de vida es algo que yo solamente lo puedo determinar considerados los acontecimientos anteriores de mi vida.
  • Pienso amiga que deseas suicidarte. Hacerlo de una manera penosa y cruel. Como te encontré en la mañana es un indicio de ello. Yo respeto tus decisiones aunque de ninguna manera esté de acuerdo. Una persona como tú tampoco me parece que se la puedan impedir sus decisiones. Sin embargo pienso que deberías tomarte un tiempo antes de ponerlas en práctica. Un tiempo de reposo, quizá dejando este lugar. Desde luego yo estoy a tu disposición en este aspecto y te puedo ayudar. En segundo lugar si tu decisión es irreversible ¿por qué no lo haces con un método más suave y rápido? Porque te he de confesar ahora sé que aun estas dispuesta a a ejecutar la etapa tercera de esa horrible y monstruosa tortura china.
  • Te agradezco tu cariño. Eres una de las raras personas en mi vida que siento que realmente me quiere sin interés alguno. Por eso ellos activaron el contacto contigo.
  • ¿Qué dices? Pregunté trastornada por su aserción.
  • Las personas que están tan implicadas como yo “nada se da en forma tan expntanea como parece”.
  • Yo vine a conocerte por mi propia voluntad.
  • Desde luego, pero “ellos” movieron los hilos. ¿No te has preguntado nunca ue nadie más acudiese a mi nocente nota puesta en Facebook?
  • No se me ocurrió o no le di importancia.
  • Te voy a contestar a tus generosas y amorosas preocupaciones. Si,me voy a tomar el tiempo que pueda antes de mi decisión definitiva. Será aquí. No te quiero complicar a tí ni a cualquier otra persona porque en la situación que se han dado las cosas, la Hermandad ya tiene el asunto en sus manos y nadie me puede salvar. Ellos no temen eliminar los testigos de sus ejecuciones. Esperarán el momento oportuno y sé que a lo que me tienen condenada será peor que cualquier muerte cruel que yo me imponga. Por lo demás, creo habértelo dicho en varias ocasiones “debo expiar”.
Esas palabras de Taïs me decidieron a modificar mi resolución y quedarme aquella noche a dormir en su casa. La verdad es que decidí eliminar los terribles palitos chinos. Sabía que su sueño era muy pesado y además estaba agotada físicamente por su terrible castigo. Tan pronto como me aseguré que estaba dormida me levanté y alumbrándome con mi linterna me dirigí a al fatídica caja. La abrí pero estaba vacía. Las bolsas las había escondido en algún lugar diferente. Solamente estaban las páginas finales del manual. Las tomé y sigilosamente salí afuera ,abrí mi auto y me instalé para examinarlas con detención lamentando que no tuviesen una traducción en un idioma occidental. En realidad eran largas columnas explicativa, supongo, en letras chinas y dos dibujos horribles.
Volví a mi hamaca. Esperé hasta la mañana , hice fuego y luego lavé cuidadosamente el cuerpo de Taïs con el cocimiento de hierbas que ella determinó. Me admiré la capacidad de rehabilitación que tenía su cuerpo en tan poco tiempo.
Los vergajazos del momento cubrían en diagonal las cicatrices antiguas de su cuerpo. Solamente en la espalda porque en esta ocasión no la había azotado en la parte delantera como ocurrió en esa feroz flagelación en el desierto. Ella nunca había querido hablar de ella en detalle. Aproveché el momento para saber más de ello.
  • Tu cuerpo ahora va a quedar cuadriculado las cicatrices de ahora cruzarán diagonalmente en tu espalda las antiguas.
  • Comprendo. Ellos me azotaron en el suelo.
  • ¿Cómo eso?
  • En el desierto no hay postes donde te sujeten. Clavaron cuatro estacas en el piso y me estaquearon. Muy fuerte. Primero cara a la arena. Por eso tengo cicatrices hasta en las plantas de los pies. Luego me dieron vuelta. Usaban el célebre látigo de cuerode rinoceronte, el sjambok. Creo que pensaron que moriría o que no me queadrían fuerzas para huir. Se equivocaron. Te conté como huí.Tenía compromisos en Santiago muy importantes. Tendría que cumplir algunos y postergar los otros para volver a cuidar a mi amiga. Se lo dije y no respondió. Cuando ya me iba dispuesta a volver lo antes posible sobre todo con medicamentos, ella me dijo serenamente.
  • Gracias! Sé lo que te propones hacer. No lo intentes. No me encontrarás. Ya no estaré aquí. Perderás el viaje. Ven en un mes más si puedes. °
¡Adiós amiga!
Sabía cómo era ella, una mujercita sin apariencia, pero de temple de acero. Lo que ignoraba es que nunca más la volvería a ver viva sino un cuerpo destrozado en la morgue de Santiago.
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Habían pasado tres semanas. Estaba en mí en la televisión en que trabajo cuando un importante comisario de la PDI me solicitó una entrevista urgente. Creo que a casi todas las personas, aunque no tengamos conciencia de delito alguno, una entrevista urgente con un alto policía causa una cierta conmoción y curiosidad. Muy cortés se identificó y me pidió disculpas, pero la urgencia del caso las imponía. Le dije estar dispuesta a colaborar en la medida de mis posibilidades.
  • Sabemos que usted tenía relaciones frecuentes con una ciudadana franco-chilena que se hacía llamar Taïs.
  • ¿Cómo lo saben? ¿le ha sucedido algo?
  • Las gentes del villorrio nos contaron que usted era la única visita que ella solía recibir. Usted es ampliamente conocida por su labor periodística.
  • Usted comisario, habla de Taïs en pasado ¿Ha sido asesinada?
  • Desgraciadamente si. Pero permítame antes de llegar a este penoso punto para usted que yo aclare un poco mis ideas sobre las relaciones entre ustedes.
  • La conocí por Facebook como experta en Yoga y Taichí. Me interesé. La visité. Ella se hizo mi profesora y nos fuimos haciendo amigas. Tanto que pasé mis vacaciones últimas en su compañía. Parte por amistad, parte por curiosidad periodística de esta solitaria mujer hippie.
  • Usted, entonces debe podernos dar información muy interesante sobre ella. Antes debo advertirla claramente que este asunto es estrictamente confidencial. Casi un secreto de Estado. Un secreto que implica la seguridad también de usted. Esa mujer misteriosa NO HA EXISTIDO NUNCA EN Chile. ¿Entiende usted esto?
  • Por el momento sí
  • Lo único que sabemos de ella es que la seguridad Francesa nos comunicó que era una persona vinculada con ellos que estaba “disfrutando” de un periodo sabático.
  • ¿Cómo murió ella?
  • Le ruego que conteste primero a mis preguntas y le prometo comunicarle los datos que poseemos para aclarar el asunto.
  • El cuerpo de esa mujer estaba lleno de cicatrices antiguas, muy antiguas y otras recientes. Las más antiguas parecen pertenecer a una brutal flagelación. Usted en sus ejercicios debió ver algunas de estas cicatrices. ¿No le llamaron la atención? Siendo periodista no tuvo interés en investigar? ¿Nunca le hizo confidencias sobre su pasado ni por qué estaba llevando esa vida de hippie ermitaña?
  • Vagamente si. Ella me dijo que había sido reducida a la esclavitud en Nigeria, en un viaje que hizo. Bien sabe usted que los franceses son grandes viajeros. Pudo escapar. Aunque periodista tengo respeto a no tratar de excavar en los grandes traumas de una amiga.
  • Desde luego que usted sabe mucho más de lo que deja aparecer. Yo no estoy aquí para hacer un interrogatorio sino para buscar información.
  • ¿Seré sospechosa debido a haber sido su única amiga?
  • Desde luego que no. Usted está libre de cualquier sospecha.
  • ¿Por mi trayectoria?
  • No. Porque antes de venir a pedirle que me informase de sus realciones investigamos todas sus actividades el día que ocurrieron los hechos. Quisiera hacerle una última pregunta ¿Su amiga presentaba síntomas de masoquismo?. Algunas de sus heridas más recientes creemos que fueron auto inferidas.
  • Posiblemente si, tenía crisis de masoquismo. En el último tiempo hacía alusiones confusas a errores de su vida.
  • Le voy a dejar mi tarjeta. Si se acuerda de algo que nos pueda aclarar sobre esta persona tan atrozmente muerta se lo agradeceremos.
  • ¿Puedo ver sus restos?
  • Se lo puedo facilitar, pero le aconsejo que no lo haga. Es lo más atroz que he conocido en mi profesión o leído alguna vez. La crucificaron y se ensañaron en un delirio de crueldad. Si se decide me deberá acompañar ya que el cuerpo ha sido reclamado por medios diplomáticos franceses de la más alta influencia. Tanto que esperamos la llegada de un avión militar francés que vendrá a recoger sus restos..
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Ví el cuerpo de mi pobre amiga por última vez y será una imagen que me acompañará durante toda mi vida. Tanto horror ha despertado en mí la imaginación de como debió ser torturada que debo recurrí r con frecuencia a la ayuda de mi sicólogo y me pregunto si alguna vez me podré escapar de este horror que está dominando mi vida.
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