reflexiones


MUERTE ARCANOXIII (TAROT)

Es algo muy complejo pensar sobre nuestra muerte y sobre todo poder conversar al respecto con otras personas acerca de ella.

Primeramente no parece lo mejor hablar de ello con personas de la edad de uno, pues no se sabe si esa conversación les producirá miedo, angustia…u otros problemas. Hablar al respecto con jóvenes es un tema que no les interesa y que, obviamente se sienten aun muy lejanos. Piensan que cuando un anciano habla de ello es porque está obsesionado.

Una cosa es estar obsesionado sobre la muerte y otra cuando se tiene una edad en que, estadísticamente, la muerte es muy frecuente, piense que puede suceder en el momento menos pensado. En este caso es muy parecido el sentimiento que el de una persona joven a la que se le anuncia, por ejemplo, un cáncer.

Sucede que cuando se alcanza una edad avanzada uno se entera de la enfermedad terminal o muerte de muchos de sus coetáneos. Aun cuando personalmente no se tengan síntomas de cualquier tipo de enfermedad, se sabe que estos pueden aparecer en forma fulminante, en cualquier momento. Por ejemplo, algunos tipos de cáncer (más frecuente las formas de muerte cardiaca) son diagnosticados pocas semanas antes de que suceda la muerte.

Las observaciones anteriores crean en un anciano que tenga aun la mente bien despierta y analítica, una clara percepción de lo que cada día le puede ocurrir.

La reacción más positiva y equilibrada me parece,( pienso que es la única), vivir el momento actual, el AQUÍ- AHORA, sin preocuparse del incierto mañana. Esta es una posición práctica muy interesante para cualquiera que, por razón de la edad u otra cualquiera, se encuentre en la “galería de la muerte”. Es cierto igualmente que todos los seres humanos, dada nuestra precariedad, habitamos esa galería, pero la edad, la salud, la falta de reflexión… les suele alejar de ella e ignorarla mientras no reciban una señal que les desconcierte totalmente por lo imprevista.

Supongo que yo mismo, que estoy consciente de mi precariedad debida a la edad, una tal0 señal que marcase una etapa definitiva, también me desconcertaría.

Todo lo anterior no anula ni facilita la necesidad que uno siente de poder conversar en forma, digamos, filosófica, sobre este tema que todo el mundo finge ignorar. Desde luego estoy convencido que las personas de mediana edad no piensan jamás la situación anímica de sus prójimos ancianos. Probablemente en una conversación de ese tipo no sabrían que decir aparte de frases rituales tales como que no hay que pensar en ello, que aun se tiene buena salud…

A mí me gustaría hablar sobre el tema, para enriquecer mi reflexión y solamente, después de mucho pensarlo me he atrevido a plasmarlo a través de un blog.

Comentarios

NáN dijo…
El primer recuerdo de mi vida, no tendría ni dos años, se produjo cuando algún inconsciente (no sé quién fue, pero no sería un familiar muy cercano) me cogió en volandas para que diera un beso a mi abuela paterna, que había muerto. Al verla, algo me puso muy nervioso. Posiblemente ella debía tener la costumbre de hacerme dibujos, así que saqué un lápiz que llevaba en el bolsillo y le dije “¡pinta!”. Al no responderme, repetí la palabra varias veces, casi histérico, y empecé a apuñalarla con el lápiz, gritándoselo. Me retiraron enseguida. Pero ese recuerdo se grabó en mí. Ya de joven, se convirtió en uno de mis relatos fundacionales (son 4), que habré re-escrito entre 10 y 15 veces cada uno, pero como me parecen imperfectos acabo por romperlos una o dos semanas después y con el tiempo los vuelvo a escribir, así que nunca tengo copia de ellos. Este se llama “Cómo matar a la muerte con un lápiz”. Esos 4 relatos, que no existen más que como parte de un proceso y luego desaparecen físicamente, están todos relacionados con la muerte.

Es decir, Alejandro: dado que nací de padres mayores, como una sorpresa que ellos no esperaban (ni deseaban), el pensamiento sobre la muerte, sin que me agobie en absoluto, ha sido un continuum en mi vida. Creo que es algo fundamental y me entristece que en esta vida moderna de hoy la muerte sea algo que se pretende tapar y ocultar, como si fuera algo obsceno. Hoy, los jóvenes, de 50 años para abajo, no quieren ni oír esa palabra. Es una parte fundamental de la vida con la que creo deberíamos convivir, como veo por tu reflexión que tú lo haces.

Lo que sí me asusta es una enfermedad incapacitadora que me impida vivir como yo quiero. También me asustaría una longevidad excesiva que me llevara a un punto en el que no me interesara lo que pasa en el mundo, que no me interesara leer, que no me conmovieran los gozos y las penas de quienes me rodean.

En este tema, pues, somos dos viejitos que coincidimos. No sé en tu caso, pero en el mío es un tema habitual desde la niñez.

Entradas más populares de este blog

MUJERES SIGLO XXI ????

eL LUCRO INICUO

VIVIMOS???