reflexiones

ADAPTARSE

Hace unos días reflexionaba sobre el conservadurismo de nosotros los ancianos.
Ho con algo que se relaciona íntimamente.
Adaptarse a las circunstancias.
No enfrentarlas en forma rígida.
Saber mantener la libertad frente a los acontecimientos, prescindiendo no solamente de prejuicios culturales o personales, sino tratando adaptarse a ellos, que generalmente involucran cambios, en una forma dinámica y objetiva.

Curiosamente uno se puede equivocar en la adaptación a una circunstancia temiendo no adaptarse.
Algo paradojal en sí mismo.

Es difícil autojuzgarse. Verse a sí mismo un poco (nunca definitivamente) en forma objetiva.
Una de las formas de lograr cierta claridad cuando se rechaza un cambio es no creer en los argumentos que uno mismo trata de darse.
Indefectiblemente son falsos.
Generalmente se rechaza un cambio, por la adaptación a una nueva circunstancia
Porque uno siente que no quiere.
Es decir, el rechazo es emocional.
El análisis posterior es saber si esa emoción es válida, o simplemente es un reflejo de defensa de algo.
Efectivamente, hay sentimientos que implican una intuición.
Algo que, como la emoción, es irracional, e indetectable previamente a un acontecimiento.

Supongamos que se me presenta la ocasión de un viaje.
Mi sentimiento me dice:
No quiero ir
.
Mi reacción equivocada será demostrar ante mi mismo y los demás, en forma racional, los argumentos por los que no quiero hacer ese viaje.
Estos pueden ser muy astutos y variados.
Indudablemente que ocultaré con ellos la fuente de mi sentimiento algo que puede ser tan diverso como miedo, angustia, claustrofobia o algo de cualquier índole emocional.

La anterior reflexión ¿implicará que debo aceptar cualquier cambio por el afán de no fijarme en un sentimiento?
Creo que no.
Además esa reacción me convertiría en alguien fácilmente manipulable por el interés o el egoísmo de quienes me rodeen.

Parece que el camino obvio, frente a un cambio debe ser el análisis de las causas íntimas del sentimiento de rechazo a ese cambio. Causas íntimas quieren decir, casi siempre, causas emocionales. Estas como he anotado, suelen desencadenar las racionales.
Hay casos en que el rechazo se debe verdaderamente a una causa intelectual.
Pero eso es muy fácil de detectar. Las causas intelectuales no desatan emociones, sino simplemente cálculos, que podemos decir, humorísticamente, de ingeniería. Se reducen a términos tales como viabilidad, adecuación, conveniencia, provecho y otros tales.

Yo soy una persona intuitiva.
Realmente intuitiva, porque compruebo con mucha frecuencia el acierto por seguir una intuición o el desacierto por no haberla seguido.
Sin embargo, estoy consciente de lo peligroso que es confiar en las intuiciones si uno las toma de antemano como algo cierto.
Porque nadie puede tener certeza si algo que se presenta siempre como un sentimiento es una intuición o no.
Aun los seres más extraordinariamente intuitivos cuando empiezan a creerse tales, cometen errores crasos, infantiles y ridículos.
En consecuencia yo nunca me creo una de mis propias intuiciones, sino son para mí como un dedo que señala una dirección, una posibilidad.
Algo para tener en cuenta y ser muy cuidadoso en las acciones a tomar.

Iré a un ejemplo frecuente para mí.
Debo manejar herramientas peligrosas (más peligrosas por la edad que tengo) tales como hachas, motosierra…
Quizá un dia sienta cierto miedo intuitivo. No por eso dejo de hacer lo que quiero hacer, sino sencillamente trato de redoblar el cuidado y sobre todo mi estado de consciencia durante el manejo de esos útiles peligrosos. Raramente en ese estado de vigilancia tengo problema alguno.
¿Fue una intuición lo que me previno para que no cometiese errores?
Posiblemente.

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