reflexiones-narración

CONDENADA A HUACA PERPETUA (Narración)












La narración presente está basada en hechos desgraciadamente reales ocurridos durante los golpes militares que se dieron a través del mundo, especialmente en Sudamérica, a partir de la década de los años 70. Indudablemente no ocurrieron tal como se relatan en una sola persona, aunque hubo algunos peores que estoque se narran.
Solamente pudieron ser relatados, en parte, por otros detenidos o verdugos ya que las víctimas no sobrevivieron o perdieron sus capacidades mentales y no pudieron relatar sus experiencias terribles en detalle.

++++++

La referencia a las celdas de cemento construidas en un bloque a ocho metros de profundidad en un viejo castillo español de un puerto sudamericano es histórica. Carecían de luz eléctrica, enseres, con un tubo de aireación y un agujero donde el prisionero realizaba sus defecaciones y un pequeño tunel por donde se les deslizaba el alimento.
Pareciera ser que quien ideo semejante mazmorra se inspiró en la vieja novela de “Quo vadis” donde se habla de una mazmorras de este tipo donde se encerraba por vida a quienes se intentaba “hacer desaparecer”. Estas mazmorras realmente existieron en la Edad Media con fines diversos de detención perpetua. Por lo demás la cárcel Mamertita de Roma era algo semejante, aunque para detención temporal.

++++++

Los cinco encapuchados jueces pronunciaron su condena:

“Hallados culpables de los delitos de terrorismo, revolución armada, múltiples asesinatos y asaltos a organismos públicos y privados todos juzgados como crímenes de lesa humanidad han sido condenados a “huaca perpetua”

Creo que todos, fuéramos inocentes o no, esperábamos la condena a muerte y la ejecución inmediata. Aquella inusitada sentencia, parecida a presidio perpetuo, encerraba un tipo de crueldad mayor aun para mi debilitado cerebro después de meses de torturas. Ignoro como reaccionaban mis compañeros. En esos términos implicaban algo así como “sepultura perpetua”.
Algún tipo de refinada crueldad inventada por el tiránico régimen contra el que habíamos intentado luchar. La palabra huaca me pareció una invención sarcástica del sadismo militar.
En los meses precedentes de torturas e interrogatorios había deseado ardientemente el fusilamiento misericordioso o el tiro en la nuca brutal que pusiera fin a un dolor inextinguible. Ahora intuía que habían inventado para nosotros una agonía lenta y prolongada cuyo horror se asemejase lo más posible al infierno.

Dada la arbitraria sentencia que no correspondió en su forma ni fondo a ninguna de las leyes existentes en nuestro país y, probablemente, en ningún otro, abrieron la jaula en que había permanecido arrodillada durante horas en el juicio, me vendaron los ojos, como de ordinario y me introdujeron la repugnante mordaza en la boca. Procedimiento brutal que ni siquiera anuló la presencia de los escasos periodistas invitados a nuestro juicio para demostrar al país que se juzgaba a los cabecillas del terrorismo y no se les hacía desaparecer clandestinamente como aseguraban los enemigos marxistas del régimen militar.
Empezó el lento recorrido de los largos y tortuosos corredores del presidio que mis pies descalzos conocían a través de sus múltiples heridas por los pisotones y tropiezos de las desiguales piedras. Llovían las patadas y empujones cuando trastabillaba enredada en mis grillos. Finalmente empuñada por cuatro manos fui arrojada como un bulto en el piso del furgón blindado nuestro vehículo de traslado habitual. Una larga espera, luego las sacudidas continuas por kilómetros en caminos verosímilmente, debido a la seguridad, escasamente frecuentados. Se nos debía proteger cuidadosamente de nuestros supuestos liberadores pues éramos un tesoro del Estado que quería demostrar la justicia de un castigo largamente meditado para los cabecillas insurrectos.
¿Pasaron horas o días? Mi embotada mente era incapaz de comprobarlo careciendo de parámetros para ello, solamente los nuevos maltratos de mi cuerpo parecían determinar un tiempo.

En un momento llegamos al destino. Sacada, golpeada, subiendo y bajando escaleras,. Finalmente me hacen deslizar, bajando por una estrecha chimenea y caigo en un lugar que, aun, con la vista vendada me da la sensación de opresión. Tendida en un áspero piso, cae encima de mí uno de mis guardianes. Se incorpora, me arrastra, me hace poner en pie. Coloca su mano en mi cara y comprendo que me va a arrancar la venda. Aprieto los ojos temiendo el deslumbramiento brutal de otras ocasiones. No hay deslumbramiento. Nos encontramos en un lugar oscuro y la linterna del sicario alumbra el piso. Otro carcelero cae a nuestro lado. Me sacan los grillos con cadena que me permiten dar pequeños pasos y me sujetan los tobillos con una cadena muy corta.. Hacen lo mismo con mis manos que esposan estrechamente en la espalda. Así preparada introducen entre la fría hoja de sus cuchillo de combate en mi espalda entre la piel y la ropa. El corte brutal. El rasgado furioso de mis ropas de presidiario. Usual forma de desnudamiento. Ríen obscenamente y me manosean. Me empujan contra una pared y me violan de pie.
--- Goza puta revolucionaria, porque ya ni siquiera te podrás masturbar.
Piden un cordel y tomándose de él trepan hacía arriba. Suena la caída de una pesada trampa de fierro y escucho ruido de cerrojos y cadenas. Sigo apoyada contra la pared y temo separarme de ella y perder el equilibrio.
De repente suena una voz metálica que articula lenta y claramente:

Tu celda ha sido sellada. Te encuentras en la huaca que has merecido. Tiene dos por tres metros. Estás a ocho metros de profundidad. En uno de los ángulos encontrarás en el piso un hoyo por el que evacuarás tus desechos. Cuida de no esparcirlos. En el ángulo opuesto a un metro encontrarás una especie de repisa a donde llegará a ciertos intervalos una escudilla con alimento y otra con agua. Aprovéchalas bien. Como no puedes utilizar tus manos deberás comer directamente de ellas arrodillándote. Luego las empujarás hacía el conducto por el que llegan. Día y noche estás vigilada. No te podrás suicidar. Vas a recibir el trato que has merecido.

Apoyada en la pared, con las manos sujetas a la espalda y apenas pudiendo mover los pies experimenté el terror de encontrarme sepultada viva casi como un cadáver. Permanecí mucho tiempo sin moverme. Empecé a darme cuenta que no me encontraba en la absoluta oscuridad de mi primera impresión. Había como una tenue claridad que de todas maneras no dejaba ver las dimensiones de mi sepultura. En mi desesperación tenía el deseo de comprobar lo que me había sido dicho. Intenté caminar separándome de la pared. Efectivamente podía dar un minúsculo paso. Así me pude acercar a un punto en que levantando la cabeza descubrí una especie de tubo o túnel que terminaba, muy lejos en un agujero al exterior del tamaño de un plato. Indudablemente era como una chimenea de aireación. Quizá en algún momento del día entraría algo más de luz. Solamente en ese momento me dí cuenta que aun permanecía amordazada, quizá porque mis verdugos habían olvidado sacármela o por un refinamiento de crueldad. Me dí vuelta contra la muralla para intentar sacármela restrega´ndo mi cara contra ella y solamente entonces advertí que esta no era de cemento sino que estaba recubierta de un material rugoso, como un plástico duro. Comprendí que igualmente que en las celdas de los manicomios, habían tomado la precaución con el fin que golpeándome no pudiese suicidarme como me habían advertido. No fue difícil sacarme la mordaza que escupí aliviada. Me dejé resbalar y quedé arrodillada en el piso que parecía del mismo material. Doblándome penosamente hacía atrás palpé mis grillos. Efectivamente dos aros unidos por dos eslabones solamente. Igualmente las esposas de mis muñecas de una sola pieza no me permitían movimiento alguno. Todo estaba muy calculado para hacernos nuestra sepultura insufrible y desesperante. Siempre podría recurrir a la huelga de hambre, pero pensé enseguida que ellos lo habrían tenido diabólicamente en cuenta.
Pienso que mi calabozo ha sido diseñado pensando en las reclusiones de los locos furiosos, pero añadiéndole algunos toques sádicos tan propios de los dictadores. Además teniendo en cuenta que somos un país, como se dice ahora, “en via de desarrollo” es decir, pobre.

++++++

Enseguida en aquella dimensión lóbrega de tumba pierdo el sentido del tiempo y me sobresalto cuando la voz metálica dice escuetamente:
--ALIMENTO
Me despierto del semisopor de mis pensamientos. Descubro mi cuerpo dolorido no solo por la larga posición semi arrodillada sino por los brutales asaltos y restregaduras en la pared plástica de mis violadores recientes. Mi piel tan maltratada por los meses de tortura y mis genitales me escuecen violentamente. Sé que debo mantenerme alimentada, por lo menos hasta que lúcidamente pueda tomar decisiones. Trato de incorporarme y empiezo a luchar frenéticamente por hacerlo. Con las manos sujetas a la espalda y los pies trabados me resulta difícil, casi imposible. Me quedo tirada en el piso rugoso y áspero. Sé que es mi primer desafío en ese lugar y que si lo tomo histéricamente me volveré loca aun antes de lo que presuponen mis verdugos. Como un rayo nace en mi cabeza rebelde que lucharé hasta el final como lo hice en la guerrilla antes que me tomasen prisionera. Mi capacidad de serenarme me salvó de muchas situaciones desesperadas. Esta parece la última pero la exploraré a fondo. Ruedo sobre mi misma hasta la pared. Busco la posición para apalancarme contra ella. Me resbalo. Me siento agotada. Aumento mis rasmilladuras, pero consigo ponerme en pie. Lentamente moviendo los pies como en una corta danza voy explorando el contorno de la pared hasta que topo con mis rodillas el reborde que señala el lugar donde llegarán los alimentos. Inmediatamente percibo el olor de comida y no puedo evitar una salivación instantánea. Mi cuerpo reacciona por sí mismo. Cuidadosamente me dejo caer sobre mis rodillas y explorando dentro de la cavidad con la cara encuentro dos grandes cuencos. Ante todo bebo golosamente el agua. Luego busco el alimento que huele apetitoso. Sé que no tengo otra posibilidad que comer como cualquier animal. Me estiro y empiezo a lamer la comida. Es una sopa espesa pero apetitosa. Chupo con avidez al principio, luego trato de mesurarme. Me falta experiencia y mancho toda mi cara. Finalmente trato de enjuagármela en el resto de agua del otro cuenco. Apoyándome en el reborde, ahora más fácilmente me incorporo.. Me digo a mi misma que todo se reduce a costumbre y hábito. Si no me debilito mis músculos se habituarán a las exigencias inhabituales.
Mientras eso suceda prefiero mantenerme cerca del borde salvador de la que ya catalogo como mi pesebrera. Me siento sobre mis talones y luego me dejo caer de costado. Quiero dormir y así poder pensar sobre mi misma en estas circunstancias, aunque sé que eso se convertirá en algo tan obsesivo que tendré que luchar muy pronto contra ello.

++++++

Supongo que han pasado varios días. ¿Cómo mediré el tiempo aquí?
¿Por los momentos de sueño? Estos son fugaces o largos. No implican ningún ritmo identificable. Es lo que más me confunde.
¿Por las veces que me entregan alimento? Ignoro si lo hacen a intervalos regulares o bien en sus demoníacos cálculos tratan de que me confunda y no me sirvan de hitos temporales. Probablemente una forma de tortura calculada es la de sumirnos en esta especie de eternidad”.
Queda el lejano agujero de cielo que puedo observar a través del respiradero-chimenea. Es tan lejano, tan escasamente luminoso y en tan cortos espacios que con mi perturbación mental de poco me sirve. He renunciado a intentar medir el tiempo.
++++++
Creo que durante los primeros “momentos” de mi eternidad largos o cortos, mientras no dormía o mejor dormitaba, los he pasado compadeciéndome a mi misma por las nuevas formas de sufrimiento que me proporcionaba mi huaca y proyectándolas al final de la locura absoluta. Mi obsesión primera era como suicidarme. Creaba posibilidades y modos de hacerlo pero cuando llegaba a algún tipo de ensayo me convencía de la inutilidad del intento que solamente, en ocasiones servía para causarme pequeñas heridas o contusiones, dolorosas e inofensivas para mi determinación.
Precisamente esos intentos fallidos es lo que han ido creando en mi la determinación feroz de que “ellos” no conseguirán enloquecerme y que yo puedo aliviar algo o, quizá mucho, de mi propia tortura.
Desde luego desde el mismo momento de mi determinación a luchar me he sentido mucho mejor y en vez de tener mi mente dirigida monotemáticamente al suicidio las ideas creadoras se agolpan en mi cerebro y me maravillo como un ser humano, desnudo, encadenado estrechamente de pies y manos puede realizar cosas para no quedar convertido en un inválido físico y mental.
Lo primero fue crearme una esperanza fundada en hechos reales. Ninguna dictadura es eterna,. El riesgo que en la que vivo dure demasiados años. Sin embargo bien analizada es fácil, darse cuenta que se trata de un gigante con pies de barro que caerá cuando menos lo piensen sus mismos directores.


++++++


Algo que me está enseñando esta tumba es a pensar, casi diría yo, de una manera diferente. Desde luego en forma más lenta y lógica, pues no estoy presionada por acontecimientos dada la “eternidad” en que estoy sumergida.
En el mundo de arriba las cosas son diferentes. !Qué extraño es pensar en el mundo de “arriba”. Quizá sería mejor decir el mundo de los “vivos”. Aquí vivo una especie de hibernación. Me doy cuenta que siquiera es sobrevivir; deberé borrar de mi cabeza este tipo de apreciaciones. Desvincularme de la otra realidad y aceptar como única la que realmente tengo ahora. Mi vida en la tumba, en la huaca. Hace muy poco que semejante aceptación la habría pensado absolutamente imposible. Tanto como no poder mover mis manos y pies libremente y dar pequeños pasos arrastrados y tratando de inventar movimientos mínimos para que mis músculos no se anquilosen
Estoy consciente que me han despojado de todo. Solamente me queda la mente. Deben haber pensado que ella será para nosotros una nueva fuente de tortura que perfeccione las que nos han aplicado.
--- Ahora enfrentados con ellos mismos los remordimientos les irán destruyendo. Será nuestra obra maestra en su castigo.
Comprendo su diabólica astucia y crueldad y por eso tengo la voluntad de enfrentarme conmigo misma en todos los aspectos. Este será mi desafío que pienso salvador.

++++++

--- ¿Por qué he llegado aquí?
--- Porque decidí ser revolucionaria y luchar contra un régimen y sociedad injusta que condena a la mayoría a una larvada esclavitud moderna. Soñé con una sociedad un poco más justa.
Todo esto lo dije y repetí en las torturas, en el tribunal y en los interrogatorios.
Hasta hace muy poco yo misma lo creía.
Yo era una de la vanguardia luchadora y reinvindicadora de los pobres y desvalidos.
En mis convicciones me sentía respaldada por Marx, por la Biblia y por el Evangelio.
Estaba convencida que siendo la guerra algo horrible, es “santa” cuando sus fines son salvadores.
Es por lo demás es lo que escuché desde mi niñez en que me hablaban de los Padres de la Patria que liberaron Amerita Latina de los invasores Godos nuestros opresores por cuatrocientos años.
Modernamente los norteamericanos dicen que se sacrificaron por liberar Europa de la opresión nazi.
Los cruzados alcanzaban el cielo tratando de liberar el Santo Sepulcro.
La Biblia está llena de guerras “justas” en que el mismo Dios ordena aniquilar pueblos enteros infieles sin perdonar mujeres ni niños. Esto desde David, un guerrillero como nosotros, hasta los Macabeos.
Entonces ¿por qué nosotros que elegimos como David luchar por un pueblo, nuestro pueblo mayoritario contra un puñado de detentores de las riquezas de todos nosotros los pobres somos bandidos y terroristas? Nosotros que en esta lucha no esperábamos ganar nada y exponíamos a diario nuestra vidas, honra y comodidades…

Todas estas convicciones eran para mí válidas hasta que me sentí sepultada en vida en esta huaca oscura. Lo que me dio fuerza durante años en el monte, luego en las torturas y dura prisión parece que se me derrumbó en este recinto de muerte y locura. Se debe ante el espanto de esta nueva situación. Creo que no. Enfrentarse una con la muerte brutal no parece tan grave, como verse ya muerta en vida. Aquí enmurada se me desmorona el mundo real y también mi mundo ideológico con dejos de romántico. Lo primero que me aparece que es que nosotros tratamos de luchar por el “bien” con las mismas armas, métodos y crueldad que Ellos lo hacen. Eso es de lo que no nos damos cuenta en el ardor de la lucha. Matan y matamos. Destruyen y destruimos. Torturan y torturamos. Desde luego que cada uno a su modo y con fines supuestamente diferentes. En los pocos países donde la Revolución ha triunfado pronto o tarde se ha convertido en una tiranía parecida a la que consiguió destruir.
Algunos dicen hipócritamente en ambos bandos:
El fin justifica los medios.
A través de toda la historia, no solamente el fin ha justificado los medios, sino que, aun, con frecuencia los ha “santificado”. Basta para ello leer todos los libros sagrados de las religiones.
He necesitado que me bajasen a este infierno, para que se rasgase el velo de mi idealismo heroico. No es arrepentimiento el que siento sino “asco” por haberme dejado engañar tan burdamente por una cultura contradictoria y falaz que nos DOMESTICA desde la cuna.

¿Qué les estará ocurriendo a mis compañeros de huaca, que seguramente están separados de mi por unos metros de hormigón? ¿Estarán haciendo el mismo descubrimiento que yo? o de sus tumbas? Estarán desesperados tratando de golpearse la cabeza inútilmente contra el muro almohadillado?

++++++

Lo único que me permite tener una engañosa medida del tiempo son los breves momentos de claridad que se perciben al final del tubo de aireación. Tendría que permanecer todo el tiempo con la cabeza dirigida a ese lejano platito que envía luz exterior para darme cuenta de las diferentes frecuencias de luz y tinieblas. Si en algún momento tuve esperanzas de lograr algo ya las he perdido completamente. He perdido completamente la noción del tiempo. No me queda siquiera la posiblidad como en las novelas de marcar un palito con incisiones. Siento que puedo haber estado aquí unas semanas, meses o… No sé. Estoy absolutamente confundida. Pienso que esto pueda ser el comienzo del desastre mental en que se han propuesto sumirnos. Ni las comidas, ni el sueño pueden determinar un espacio de tiempo. El sueño aquí es extraño. Primeramente porque las posiciones incómodas que debo mantener no me permiten un sueño reposado y confortable. Mis ataduras no me dejan tomar una posición adecuada y el rugoso piso tampoco me proporciona un colchón confortable. Es una semi somnolencia continua que no me produce descanso.

He tenido accesos de desesperación intermitentes. Creo que la depresión aumenta día a día. Quiero aun reaccionar, aunque no tengo claridad como hacerlo Obviamente quererse reconciliar con una situación tan extrema como la mía parece algo sin sentido. Oscuramente me doy cuenta que en ello va mi vida racional o mi muerte. ELLOS no nos han hecho ejecutar o por exceso de crueldad o por temor a la censura mundial. Es muy posible que mis guardianes delante de sus pantallas observen divertidos mis escasos movimientos, mis intentos limitados de ejercitar mis músculos para que no se anquilosen o disminuir los calambres que se multiplican por la inmovilidad de muchos de ellos. Quizás rían cuando en mis crisis de desesperación me golpeo inútilmente o cuando arrodillada lamo mis alimentos como un perro.
Recuerdo aun con horror como mi padre de niña me contaba el sadismo de un tal Dr. Petiot, médico francés como mi padre, que en los años 1944 se dedicaba a raptar mujeres por medio de su profesión médica. Las colgaba desnudas en una pequeña cámara y se dedicaba a observarlas durante su larga agonía. Quizá los diseñadores de nuestra agonía se inspiraron en él o en alguno de sus semejantes.
Cuando medito en estas ideas o parecidas me encuentro gritando
--- ¡No! ¡no! ¡No les daré en el gusto! Lucharé de alguna manera por sobrevivir, por mantenerme en un buen estado físico y mental. Debo hacer de este infierno un salto de crecimiento humano, muchos ascetas y místicos lo consiguieron a su manera imponiéndose ellos mismos situaciones semejantes a las mías. Lo estudié de tibetanos e hindúes en mi etapa mística previa a la de guerrillera. Otros lo han conseguido, el mismo Mandela durante largos años ¿Por qué no lo podré conseguir yo?

++++++

Ante todo debo enfrentar mi vida aquí partiendo de la “realidad” descarnada y brutal que estoy viviendo. Descartar lo que sucedió o podría ocurrir. Está claro que no puedo huir hacía adelante, como otros presos que pueden tratar de imaginar posibilidades de fuga. Es indudable que ELLOS han creado la celda perfecta. Nadie puede escapar de un lugar como este. Para mayor burla o tortura, puesto que no es por seguridad, me encuentro encadenada de pies y manos en forma perversa. Sentarme, acostarme y sobre todo incorporarme resulta un desafío de equilibrio y esfuerzo. Me demoro en recorrer mi estrecha tumba bastante moviendo penosamente mis pies en forma arrastrada. El hoyo que sirve para defecar y orinar se abre automáticamente cuando me acuclillo sobre él y luego de dispararme un potente chorro de agua se vuelve a cerrar.
Una burla sería pensar en cualquier posibilidad de fuga.
Tengo claro que lo primero y más urgente es luchar contra dos anquilosamientos precoces, los musculares y los mentales. Tengo que ensayar continuamente nuevos movimientos dentro de mis escasas posibilidades. En cuanto a mi mente, disciplinarla mediante la meditación y el pensamiento lógico. Debo tratar de escapar a mi contingencia y al horror que ella me produce.
Ordenar de alguna manera los acontecimientos de mi vida en espacios imaginarios ya que no lo pueda hacer en espacios reales. Por ejemplo, después de alimentarme descansar e intentar dormir. Luego hacer contorsiones, movimientos, levantarme arrodillarme, distender el cuello… Finalmente proponerme motivos de meditación,; recordar alguno de los temas que estudié…
Sobre todo no pensar en la salud o enfermedad que es lo mismo que la lenta degradación de mi cuerpo en esta situación extrema.

++++++

Hoy pienso. ¡Qué ironía hablar de hoy! ¿Qué es para mi hoy?
Uno de esos espacios de tiempo que me estoy fijando en forma arbitraria y sin referencia alguna bastante parecido a la eternidad.
Me hablo mentalmente. No me atrevo ni siquiera a murmurar temiendo que mis guardianes sospechen mis esfuerzos por mantenerme lúcida e inventen una nueva forma de destrucción. Estoy convencida que uno de sus fines es que nos volvamos locos y así podernos mostrar en algún momento como víctimas de nuestras propias culpas. Confieso que en ciertos momentos me dejo obsesionar por ese temor y lo que me pueden hacer si advierten que no obtienen mi destrucción.
¿Utilizarán drogas? ¿Me encadenarán al muro como en los calabozos medievales para impedir mis escasos movimientos y que me pudra sobre mis excrementos? Sé muy bien que su imaginación en la tortura no tiene límites y de ello quedan las marcas sobre mi cuerpo y espíritu.
Quizá ni siquiera es verdad que estemos completamente vigilados día y noche, sino que simplemente esperan que vayamos muriendo lentamente, sordos e indiferentes a todo lo que nos pueda suceder.
Simplemente cuando se den cuenta de nuestra muerte, nos sacarán y harán que nos hagan la autopsia en presencia de algún representante internacional para demostrar que hemos muerto en forma natural.

Tengo mucho más escrito. Por el momento lo encuentro confuso y debo reconsiderarlo

(3-jun-08)
Continuo el21/06/2008 22:26

El malestar que me invade es cada vez mayor en todos los niveles de mi ser. No solamente hemos sido condenados a huaca perpetua sino que escandía un tipo de tortura progresiva e hipócrita. La irritación de mi cuerpo se añade a las violentas posiciones debidas al encadenamiento. En los momentos que intento buscar una posición de descanso esto me resulta imposible. Ahora se añade la irritación cutánea y de las heridas por rozamiento que me causo continuamente al incorporarme y resbalar pesadamente.La picazón de mi cuerpo posiblemente por parásitos o sarna. Siento momentos de desesperación incontrolada. Digo momentos por costumbre porque pueden ser igualmente horas o días en en esta tumba sin tiempo.
Me hago preguntas que me parecen desesperadas. ¿Por qué mantenerme encadenada si no es para mantenerme en la tortura? No tiene sentido como medida alguna de seguridad en este pozo de cemento. Cada día me convenzo más que el propósito es de destruirnos síquicamente. Me juré que no lo conseguirían, pero cada vez estoy menos segura de alcanzar esa quimera. Hipócritamente en mi país se suprimió la pena de muerte, para nada prohíbe la “agonía prolongada” y cruel de una tortura ignorada de todos esgrimiendo motivos como “seguridad”… Eso me recuerda que es exactamente lo que se hacía en el feudalismo en que los señores por Temor de Dios, no ejecutaban a sus enemigos sino que los mantenían en lugares semejante a este para que la muerte lenta acabase con ellos.
Me siento como nadar en un mundo sin puntos de referencia. El punto luminoso que se proyecta en raros momentos sobre el piso no me orienta en absoluto sobre el día o la noche. Ignoro cuando lo percibo, supongo que en ocasiones me encuentro dormida. Ya no me importa. Ya no me queda sino la huelga de hambre. Posiblemente la huelga para la muerte, porque es probable que no les importe en lo más mínimo que por medio de ella adelante mi muerte. Quizás, en un supremo esfuerzo de crueldad desciendan y me alimenten brutalmente por medio de sondas gástricas. ¿Podría oponerme en el estado que me encuentro?

++++++

Por temporadas sufro terribles calambres musculares. Supongo que no se debe al frío ya que la temperatura es bastante tibia. Sin duda alguna se tiene que deber a la falta de movilidad de muchas partes de mi cuerpo y las posiciones violentas de mi cuerpo cuando trato de descansar. Esos calambres son tan violentos casi como cuando me aplicaban en la tortura la corriente eléctrica.
Después de esos espacios de sueño en que no descanso me levanto con una gran confusión mental. Me cuesta mucho hilvanar los pensamientos. Temo que mi mente, ese reducto que pensé podía ser inexpugnable, empieza a deteriorarse. ¿Cuánto tardará en desintegrarse? Intento reaccionar con rabia pero no consigo nada. Siento que Ellos empiezan a conseguir sus oscuros objetivos, reducirme al estado de “zombi”, una muerta en vida. Esto me da algún coraje y trato de estilizarme tratando de reunir mi mente dispersa. Cada vez es más intensa el ansia por no reaccionar y sumergirme en una catatonia voluntaria. Permanecer todo el tiempo hecha un ovillo en el rincón, soñando despierta, descuidada de toda necesidad corporal, ni siquiera deseando morir.
He caído en ello algunos periodos cortos y he conseguido reaccionar. ¿Hasta cuando? No sé. No importa. Quiero y no quiero luchar por conservar lo único de lo que puedo conservar, mi mente.
Para reaccionar trato de ponerme problemas, hacerme preguntas como
¿Por qué decidí unirme a la guerrilla? Me pareció un tema sencillo de meditación e introspección. Corro el peligro que descubra que toda mi vida ha sido un error y acabe destruyéndome más rápido.

++++++

Cuando comenzó esta nueva fase de tortura que es la huaca a perpetuidad, yo en mi primera exaltación heroica, pensé que con mi fuerza de voluntad, inteligencia privilegiada y astucia conseguiría sobrevivir. No había contado con que el enemigo estaba dentro de mí y que tan pronto como disminuyesen mis defensas me asaltaría la Depresión.
No advertí que ellos si habían contado con ello y por eso las paredes, como en los manicomios, estaban acolchadas lo mismo que el piso elástico. Por mucho que me golpease contra ellas no sufriría daños definitivos.
He ido descendiendo por ese camino terrible y en el estado que me encuentro, ni siquiera trato de hacerlo, Lo único que deseo es quedar descerebrada dentro de la catatonia total.
¿Me han servido para algo los problemas complicados de ajedrez mental que me propuse? ¿las investigaciones de reflexión filosófica a las que me pensaba entregar?

++++++

No sé durante cuanto tiempo dejé de alimentarme, porque caí en un estado de imbecilidad, del que solamente recuerdo como en sueños la terrible experiencia de estar tumbada en el pisó boca arriba y como me introducían algo por la boca que descendía hasta mi estómago y una terrible experiencia de ahogo y vómito. Probablemente el alimento forzado me fue devolviendo a una borrascosa realidad de pesadillas horrorosas, sombras que descendían me sujetaban y me introducían, cada cierto tiempo la maldita manguera y los consiguientes vómitos diarreas apestosas.
El atroz tratamiento me devolvió paradojalmente las fuerzas y la conciencia de que era visitada regularmente por mis torturadores que entre imprecaciones con pistones a presión limpiaban mi cuerpo y mi calabozo.
En medio de mi pesadilla tenía una vaga conciencia de ser tratada igual que cualquier animal peligroso en su jaula de un zoológico. No era algo que pensase sino una imagen, probablemente de mi infancia, que me aparecía repetitivamente. Incluso en mis alucinaciones veía personas que me observaban, se reían de mi desnudez y celebraban mi tortura. Otra imagen repetitiva era la de estar colgada en una pequeña bóveda y observada por alguien que estudiaba mi agonía
. Creo que esto provenía de la narración que hacía mi padre del celebre asesino de mujeres francés el Dr. Petiot.

Bien que con el alimento me introdujesen fármacos de tipo siquiatrico, poco a poco recuperé las fuerzas y una cierta claridad mental. Momentos de lucidez extrema con numerosos tipos de alucinaciones o sueños despierta. Una situación extraña. Sin embargo el tratamiento de la introducción violenta de alimento era tan terrible que voluntariamente, sin inducción previa, volví a arrastrarme a mi pesebrera y tratar de alimentarme tal como ellos habían determinado. El alimento me producía una repugnancia extrema, pero la experiencia de la manguera introducida en mi estómago era peor. Mi docilidad alimenticia suspendió el alimento forzado y las terribles visitas de mis carceleros. En su última visita me infligirían un castigo humillante e inesperado. Bien porque en mis estados de inconsciencia me masturbase, en mis convulsiones o como un refinamiento nuevo, tomaron precauciones y me ciñeron brutalmente una especie de cinturón de castidad. Reían mientras me lo ceñían apretadamente y e introducían dolorosamente en mis ya maltratados genitales por las diversas torturas sufridas anteriormente.

++++++

Se nos acusa a nosotros los guerrilleros de haber sido crueles en diversas ocasiones. Creo que es verdad, pero el motivo no era torturar a nuestros prisioneros, sino circunstancias propias de la vida en la selva o la montaña. Creo que algunos de nuestros compañeros debieron caer en la trampa de la violencia y si violaron diferentes derechos humanos, porque igualmente demonizamos a nuestros enemigos.
No me engañaré a mi misma, como algunos que decían que el fin de liberación justificaba ese tipo de medios. La violencia convierte en criminales a todos.
Es igualmente cierto que no dudábamos en ejecutar a los traidores. No podíamos darnos le lujo de por misericordia perdonarles, puesto que en ello iba nuestra vida y la de otros muchos. Ahora comprendo que todo eso fue un error que nos colocaba al mismo nivel de aquellos a los que combatamos. Resultó que éramos la otra cara de la misma moneda de la violencia. Estábamos erróneamente convencidos que la violencia de los pobres, si era justa. Ahora comprendo que ninguna violencia lo es. Nos justificáramos pensando que nosotros habíamos recibido ese mandato de los oprimidos y que lo que ejecutábamos era solamente hasta que ellos fueran liberados. De todas maneras no somos “bestias humanas” o ”demonios encarnados” como nos denominan y nos tratan. Si hubiéramos triunfado, todos nuestros errores olvidados se nos consideraría héroes.
Nuestra organización nunca fue terrorista. Es decir, nunca hicimos nada para causar terror en la población. Si destruimos propiedades, caminos, puentes… se debía solamente a motivos tácticos de lucha.
La represión del gobierno fue irregular. Se organizaron grupos paramilitares especializados en perseguirnos, torturar hasta la muerte no solo a los que habíamos tomado las armas sino también a aquellos que pudieran simpatizar con nosotros.

++++++

En ciertos momentos de hiperlucidez, en general muy breves, que deben ser el contrapunto a los de depresión tenebrosa, me hago muchas preguntas. Por ejemplo si el camino de Gandhi habría sido útil para nosotros los “condenados de la tierra”. ¿En estas tierras no asiáticas, con otra cultura, habrían sido de alguna utilidad? Me parece dudoso. Desde luego podría haber indicado alguna otra forma aun no inventada de rebelión no violenta. Por desgracia en nuestros países el “boicot” es muy difícil de lograr, por la división fundamental de las gentes cuya solidaridad fue destruida por el colonialismo español primero, luego por la plutocracia agrícola y, por fin, por el liberalismo consumista.

Me pregunto en otras ocasiones que sucedería si fuésemos liberados repentinamente de nuestra situación actual. ¿Querríamos olvidar todo lo sucedido sumergiéndonos en algún tipo de activismo?
¿Nos convertiríamos en seres desilusionados, rotos para siempre?

++++++

Sucedió lo previsible. Me derrumbé. Estoy saliendo de una interminable y misericordiosa noche. Una amnesia o el estado vegetal definitivo habría sido el alivio final. Nada de eso me ha ocurrido.
Vuelta lentamente en mí recuerdo en una sucesión repetitiva todos mis momentos últimos de alucinaciones, depresión, desesperación…Hasta ese momento indescriptible en que algo revienta dentro de mi misma y me precipito en un abismo de negrura.
¿Estoy realmente despierta?
Mi cuerpo está tan dolorido como después de las peores sesiones de tortura. Es un dolor, no sé como expresar, que se extiende a mi mente, mi cerebro.
Cuando abro los ojos una luz taladrante me desespera. El ritmo de mi corazón es como un tambor. Tengo como una sensación de un cuerpo descontrolado.
Algo horrible. Sé que grito desesperada en los momentos que el pavor me domina.
Trato de mover mis manos y pies, revolcarme. Me hiero en mis esfuerzos. Estoy esposada de manos y pies a una cama (eso solamente lo comprobaré más tarde con un poco de lucidez). En ciertos momentos alguien me toca. Grito creyendo un nuevo suplicio. Luego caigo en una relajación. Sin duda me inyectan fuertes calmantes. En esos momentos de relativa calma trato de investigar lo que me rodea. Haciendo un esfuerzo para desafiar la luz blanca capto con dificultada mi sujeción a una cama en una pieza blanca y confusas conexiones de mi cuerpo con máquinas y artilugios. Trato de articular palabras pero no puedo. Solamente un murmullo lento. Luego me asaltan de nuevo las imágenes confusas y pierdo todo sentido de la realidad.

++++++

Grita y grita. Llora. Gime. Luego cae en largos sopores.
Ignoro, enfermera, lo que sucede dentro de ella. Ha sido sometida, por lo poco que se me ha informado, a situaciones extremas de soledad, porque es tal su sentencia. Como usted puede ver sus signos vitales son firmes. Es alguien extraordinariamente resistente. Vea como está su cuerpo lleno de cicatrices terribles. Está claro que en el pasado fue sometida a tratamientos, digamos de apremio, extremos. Vea como se está restableciendo rápidamente de las heridas recientes causadas por ese desdichado “cinturón de castidad” y las que ella misma se causó con sus grillos en sus momentos peores. Sin embargo lo que ocurre en su cerebro es muy preocupante. Incluso para su supervivencia.
Se me ha encomendado que tratemos de mantenerla a cualquier precio con vida. En estos momentos, políticamente hablando, su muerte sería muy comprometedora en la etapa que el país atraviesa. Para lograrlo tenemos que conseguir la ayuda de especialistas y la posibilidad de hacerla exámenes más sofisticados. Creo que esa condena a permanecer enterrados vivos es más de lo que un ser humano pueda resistir por algún tiempo.
Doctor la tetanización de sus músculos es persistente tan pronto como pasa el efecto de las inyecciones.
Probablemente ella está reviviendo sus torturas. Quizá más tarde podamos hacer algo con un tratamiento especial. Ahora su corazón no resistirá.
¿Por qué no los fusilan? Si ellos han sido tan criminales merecen la pena de muerte inmediata. Esa crueldad que la aplican es demasiado inhumana.
Para sus jueces militares ella no es siquiera un animal. Ellos comprenden algo más la insurrección de los varones. Una mujer guerrillera es para ellos una abominación que no solamente hay que castigar, sino hacerlo de una manera tan horrible que quede como horror histórico. Es lo mismo como se hacía en la Edad Media con las Brujas.Sabe enfermera que no solo las quemaban vivas, sino que lo hacían en forma lenta y añadiéndolas suplicios suplementarios durante la ejecución como terribles mordazas metálicas erizadas de garfios que les destrozaban la lengua y paladar.
Como los Inquisidores Ellos creen firmemente que el terrorismo se frena con el máximo terrorismo, el más cruel y brutal. Supongo que lamentan no poder hacer los castigos en público, como se hacían en la antigüedad.
Yo, doctor, me siento culpable de tratar de salvarle la vida, puesto que verosímilmente es para prolongar su tortura.
Entréguele, ahora, su piedad. Quizá con una atención cariñosa y humana. Eso no solamente puede ser una medicina mejor que las drogas que le administramos, sino, también para usted una forma de tranquilizar su conciencia.
Déme permiso par desencadenarla.
No puedo hacerlo. Aparte que sus reacciones pueden ser imprevisibles, porque recuerde es una persona entrenada para matar. Su historial lo demuestra. Se vé postrada, pero no ignora que las personas en estados semejantes tienen multiplicadas sus fuerzas. No enfermera. Lo único con que la podemos aliviar es tratarla bien. Lo demás no depende de nosotros.
Está bien, doctor, me comportaré como usted ordena. Sé que debemos obedecer las órdenes superiores. Me gustaría saber por qué ella tiene esos terribles aros soldados a sus tobillos y muñecas ya tan heridos. La sujetamos a la cama con esposas ordinarias porque no se le podían sacar.
Supongo, enfermera que se la encadenó de esa manera para que sintiera que estaba encadenada para la eternidad,. No me pregunte más

++++++

Me están tratando bien. Desconozco si se debe a que el personal médico estando entrenado a compadecer al enfermo sigue su rutina o porque sienten algún género de piedad por mí. Aun me siento muy débil. Paso el tiempo que estoy despierta mirando ese techo blanco e inmaculado. Escucho distraída la música ambiental. Es incómodo no poderme mover. Ciertamente me mantienen escrupulosamente limpia y bien alimentada. En esos momentos me dejan sentarme brevemente en la cama, pero si sueltan mis ataduras de todas formas debo comer con las manos esposadas con ese extraño movimiento de acompañamiento. Desde luego mis tobillos permanecen siempre encadenados a la cama. Esta cama articulada me alivia pues cuidan de colocarla en diversas posiciones a través de la jornada. Desde luego sigo siendo cuidada como una loca furiosa o una guerrillera peligrosísima tal como las heroínas del cine capaces de reducir a los más avezados carceleros.

En este periodo me vienen continua y repetitivamente los recuerdos, no sé por qué, que antecedieron a mi detención. Como siempre son como alucinaciones en que no recuerdo en abstracto sino que me aparecen los hechos tal como se dieron entonces.

Hacía unos meses que había vuelto de la montaña a causa de las últimas operaciones militares me encontraba agotada y los compañeros decidieron que volviese a la ciudad y quedase como militante “dormida” mientras me reponía. Aparentemente no era buscada por la contraguerrilla y se ignoraba mi identidad. Volvía a mi país y a mi vida normal de estudiante. No debía “quemarme” según las instrucciones que me dieron. Era una orden de Partido.
Mi vida empezó a ser tan normal, que en unos meses la guerrilla, el entrenamiento, las marchas interminables y los combates me parecían no haber ocurrido nunca.
De todas maneras no olvidaba ninguna de las medidas de seguridad aprendidas para saber si era seguida, escuchada o de alguna manera investigada. Como medida extra traté de relacionarme en la universidad con compañeros reaccionarios y relacionados con la derecha más dura. Mi estancia en el extranjero aparecía bien cubierta por ser hija de un diplomático conocido.
Estudiaba y asistía a fiestas. Me dejaba cortejar.

Me desperté en medio de la noche. Miré hacia la ventana para ver si comenzaba a clarear, miré el reloj 03.15. Sentía una extraña angustia. Me dí media vuelta para seguir durmiendo y entonces sucedió todo. La puerta de mi departamento reventó en pedazos y un gritería desaforada de hombres que se precipitaban en mi dormitorio. Luces de linternas enceguecedoras , me arrancaron de la cama y tiraron en el piso. Alguien tomándome del cuello de mi camisa de dormir la rasgó mientras manos expertas me esposaban de pies y manos. Siempre contra el piso me amordazaron y me cubrieron los ojos con tela adhesiva. En pocos segundos era un paquete de carne desnuda y aterrorizada. Como tal alguien me cargó y afuera me arrojaron violentamente en el piso metálico de una camioneta que partió en loca carrera. Tardé en recobrarme temblando fuertemente por el frío de la noche invernal avivado con la carrera. Me mantenían pegada al piso varias pesadas botas sobre mi espalda. No sé cuanto tiempo transcurrió. Nos detuvimos. Me tomaron de las esposas de los pies y arrastraron hasta que alguien me cargó al hombro. Quien me llevaba preguntó:
¿La llevo a la sala de interrogación o de tortura?
Llévala al infierno. Esa puta no sirve para nada.
Quien me llevaba debía ser muy fuerte. Pronto sentí que descendíamos por una larga escalera. Finalmente golpeó en una puerta de fierro. Abrieron.
Aquí les traigo esta basura. Entró. Me golpeó un fuerte olor a humo acre y humedad.
Cuélgala por ahí dijo una voz aguardentosa.
Me descargó y me puso de pie espaldas contra un muro. Me alzó las manos y enganchó las esposas. Luego me dejó caer. Tocaba el piso escasamente con los dedos de mis pies y sentí, por primera vez el dolor de quedar colgada de las muñecas por las esposas incrustadas.
Puedes dar a la culeada cuanto quieras, dijo entonces la voz rasposa.
El soldado retrocedió y de repente me incrustó contra la pared en violentos asaltos desordenados. Se oían risotadas y ánimos a mi agresor. Cuando se satisfizo le gritaban
Dale por el culo, dale fuerte.
No quiero dijo el soldado.
Si no eres capaz ¡mejor para los perros de la alemana!.
Aun choqueada como estaba la mención de los perros me enloqueció.

Colgada, acalambrándome por la violenta posición con mis órganos internos doloridos me sentía ahogar. Quería vomitar y no podía por la bola que tenia incrustada en la boca.
Cuando recobré el sentido seguía colgada pero me habían sacado la mordaza y la tela adhesiva de los ojos, Me atragantaba con el humo persistente y solamente veía manchas movedizas y rojas. Ahora sé que durante la tortura normal y las interrogaciones una permanece durante dias con los ojos cubiertos, pero aquella experiencia era diferente. Tenía que comprobar que me habían conducido al infierno o a un lugar semejante. Tratamiento reservado, he sabido más tarde a prisioneros juzgados especialmente duros y entrenados.
En efecto, el procedimiento ordinario es la interrogación previa, la tortura progresiva para quebrar las reticencias. A mi me aplicaban un método más directo el del quebrado directo para que, según ellos, la confesión parta del mismo torturado porque o ya no soporta más el dolor total o bien delira inconteniblemente.
Cuando por fin me recobré un poco para poder enfocar la vista, me dí cuenta con bastante asombro que me encontraba en un subterráneo alumbrado por antorchas y muy parecido a como debieron ser las salas de tortura medievales .Si hubiera estado en mis cabales al principio me habría parecido una comedia para dar susto, pero no lo era sino una terrible y sádica realidad. En aquella semi oscuridad se distinguían hombres con la cara pintada que torturaban personas en extrañas posiciones con heridas y gemidos escalofriantes.

Se acercaron a mí dos de las caras pintadas.
¿La echo a los perros, jefe?
No prepárala primero. Llévala al herrero.
El, tomándome me descolgó y me dejó caer en el piso. Acalambrada totalmente no me podía mover. Me tomó de las esposas y sin miramiento me arrastró por el antro hasta un rincón donde ardía una fragua y estaba un yunque. El herrero, pintado como los otros me quitó las esposas, y me encajó las pesadas argollas que aun llevo,. Enseguida me colocaron las manos en el yunque y las cerró a martillazos. Colocó un aislante entre la piel y le aro procediendo a soldarlo al arco, advirtiéndome que cerrase los ojos. Las chispas me quemaban dolorosamente pero el hombre que me había llevado me mantenía inmóvil. Procedieron de la misma manera con los tobillos. Luego colocaron las cadenas.
Ahora te las sacarás cuando te queden solamente los huesos me dijo el herrero irónicamente. Parece que así será. La intención era clara hacerme sentir que ya nada era capaz de liberarme.
Solamente la muerte.
Todo el procedimiento desde el principio está sabiamente calculado por sicólogos que han estudiado los procedimientos de tortura históricamente y medido su eficacia en forma científica. El terrorismo, para ellos es algo diabólico que deba ser combatido igualmente en forma diabólica. Eso me sería repetido interminablemente por ellos como un disculpa sin duda de su complejo de sadismo.
Me vuelven como en una película interminable y repetitiva el delirio de dolor sabiamente aplicado a cada parte de mi cuerpo y de mi mente después de mi encadenamiento. No me pedían ninguna información solamente me aplicaban dolor progresivo. Entonces ya nada valía lo ordinario de declararse inocente. Se aguanta lo que se puede y en el límite de la desesperación se comienza a hablar todo aquello que se piensa puede hacer cesar el dolor. Ellos, sin embargo continúan en forma enloquecedora a aumentar el dolor y sólo el desvanecimiento le libera a una, cuando se recobra comienza de nuevo el proceso.
Finalmente en la confusión se llega a ignorar lo que se dice y lo cierto o imaginario que uno ha dicho. Esa es la sensación cuando una se recobra en océano de dolor y confusión.
¿Cuánto duró la sesión inicial de tortura? Lo ignoro. Pudieron ser horas o días.

Volví en mi en una celda que parecía un pozo. Encadenada a la pared como un animal, por el cuello. Me habían sacado la mordaza. Sufría dolores en todo mi cuerpo y especialmente en genitales y réctales, aparte de pechos sanguinolentos. Inmunda de sangre y excrementos.
Cuando observaron que había recuperado algo de lucidez, una mujer soldado me trajo agua y comida. Me limpió la cara y me dejó el alimento cerca donde lo pudiese tomar.
Debí comer y beber. No sé si me desmayé o dormí. Solamente recuerdo cuando alguien me pateaba el cuerpo para despertarme. Estaba oscuro y me alumbraba con una linterna.
Ahora que ya estás descansada me darás algunos nombres interesantes?
Hace muchos meses que estoy alejada de la Organización.
Lástima por ti y los otros. Podríamos llegar a un buen arreglo.
Realmente ni siquiera comprendía lo que me pedía.
Aquí no se muere rápido –dijo
Me volvieron a llevar a la cámara de tortura. Allí ví dos o tres moribundos en atroz tortura. Una mujer y dos hombres. Me los enseñaron con detalle. Era fácil comprender que yo les sustituiría les satisficiese o no.
Puedes callar, si lo deseas y callarás para siempre. Abrió la boca de la mujer y ví su lengua amputada. Volví a hablar dando incoherentemente nombres y direcciones verdaderos o imaginarios..
Aquella imagen de la mujer agonizante en el suplicio aun me persigue en forma enloquecedora.

++++++

¿Por qué no sucumbí a las repetidas sesiones de tortura? Ni yo lo sé y es posible que tampoco lo sepan Ellos. No creo que se deba a que me cuidasen por alguna razón. Creo que les fue muy útil tenerme viva para el famoso juicio público de los Dirigentes de la Organización. Yo fui colocada estratégicamente entre ellos dándome una importancia que no tenía.
Previamente me reacondicionaron para que apareciese presentable y que pudiese caminar casi normalmente. Debieron ser unos meses en que me trataban como una prisionera normal, aparte de mi encadenamiento y aislamiento.


Repentinamente me vinieron a buscar. Toda una operación para vestirme el uniforme a rayas de presidiario, cosa no tan sencilla para alguien encadenado de pies y manos. Vestida también me colocaron unas zapatillas de tela y un pequeño gorro. Podía caminar entonces porque mis grillos implicaban una cadena de medio metro. Me llevaron hasta el patio interior de la prisión. Allí junto a una pared estaba una serie de jaulas pequeñas parecidas, a las de un zoológico. Algunas estaban ya ocupadas por un prisionero, como yo con el uniforme rayado. Me introdujeron en una de ellas. Se me ordenó arrodillarme sobre una manta y se sujetaron mis tobillos al piso. Luego cerraron la puerta con cerrojos y candados en un ridículo y ostensible cuidado de seguridad. Me pregunto como podría huir o hacer otra cosa debilitada, encadenada y sujeta al piso. Indudablemente que todo ello se hacia en beneficio de un numeroso grupo de periodistas que ingresaron tan pronto como todas las jaulas estuvieron con sus ocupantes. Fotografías, filmaciones sin cuento.
Enfrente de nosotros estaban las mesas que ocuparía el tribunal. Pronto entraron. Nueve militares con los rostros pintados y anteojos negros.

El juicio fue largísimo por la interminable lista de los crímenes que se nos imputaba a cada uno de nosotros.. La sentencia corta. El País había adherido al rechazo de la pena de muerte que tanto merecíamos, por lo tanto se nos condenaba a

HUACA PERPETUA

















CONDENADA A HUACA PERPETUA (Narración)












La narración presente está basada en hechos desgraciadamente reales ocurridos durante los golpes militares que se dieron a través del mundo, especialmente en Sudamérica, a partir de la década de los años 70. Indudablemente no ocurrieron tal como se relatan en una sola persona, aunque hubo algunos peores que estoque se narran.
Solamente pudieron ser relatados, en parte, por otros detenidos o verdugos ya que las víctimas no sobrevivieron o perdieron sus capacidades mentales y no pudieron relatar sus experiencias terribles en detalle.

++++++

La referencia a las celdas de cemento construidas en un bloque a ocho metros de profundidad en un viejo castillo español de un puerto sudamericano es histórica. Carecían de luz eléctrica, enseres, con un tubo de aireación y un agujero donde el prisionero realizaba sus defecaciones y un pequeño tunel por donde se les deslizaba el alimento.
Pareciera ser que quien ideo semejante mazmorra se inspiró en la vieja novela de “Quo vadis” donde se habla de una mazmorras de este tipo donde se encerraba por vida a quienes se intentaba “hacer desaparecer”. Estas mazmorras realmente existieron en la Edad Media con fines diversos de detención perpetua. Por lo demás la cárcel Mamertita de Roma era algo semejante, aunque para detención temporal.

++++++

Los cinco encapuchados jueces pronunciaron su condena:

“Hallados culpables de los delitos de terrorismo, revolución armada, múltiples asesinatos y asaltos a organismos públicos y privados todos juzgados como crímenes de lesa humanidad han sido condenados a “huaca perpetua”

Creo que todos, fuéramos inocentes o no, esperábamos la condena a muerte y la ejecución inmediata. Aquella inusitada sentencia, parecida a presidio perpetuo, encerraba un tipo de crueldad mayor aun para mi debilitado cerebro después de meses de torturas. Ignoro como reaccionaban mis compañeros. En esos términos implicaban algo así como “sepultura perpetua”.
Algún tipo de refinada crueldad inventada por el tiránico régimen contra el que habíamos intentado luchar. La palabra huaca me pareció una invención sarcástica del sadismo militar.
En los meses precedentes de torturas e interrogatorios había deseado ardientemente el fusilamiento misericordioso o el tiro en la nuca brutal que pusiera fin a un dolor inextinguible. Ahora intuía que habían inventado para nosotros una agonía lenta y prolongada cuyo horror se asemejase lo más posible al infierno.

Dada la arbitraria sentencia que no correspondió en su forma ni fondo a ninguna de las leyes existentes en nuestro país y, probablemente, en ningún otro, abrieron la jaula en que había permanecido arrodillada durante horas en el juicio, me vendaron los ojos, como de ordinario y me introdujeron la repugnante mordaza en la boca. Procedimiento brutal que ni siquiera anuló la presencia de los escasos periodistas invitados a nuestro juicio para demostrar al país que se juzgaba a los cabecillas del terrorismo y no se les hacía desaparecer clandestinamente como aseguraban los enemigos marxistas del régimen militar.
Empezó el lento recorrido de los largos y tortuosos corredores del presidio que mis pies descalzos conocían a través de sus múltiples heridas por los pisotones y tropiezos de las desiguales piedras. Llovían las patadas y empujones cuando trastabillaba enredada en mis grillos. Finalmente empuñada por cuatro manos fui arrojada como un bulto en el piso del furgón blindado nuestro vehículo de traslado habitual. Una larga espera, luego las sacudidas continuas por kilómetros en caminos verosímilmente, debido a la seguridad, escasamente frecuentados. Se nos debía proteger cuidadosamente de nuestros supuestos liberadores pues éramos un tesoro del Estado que quería demostrar la justicia de un castigo largamente meditado para los cabecillas insurrectos.
¿Pasaron horas o días? Mi embotada mente era incapaz de comprobarlo careciendo de parámetros para ello, solamente los nuevos maltratos de mi cuerpo parecían determinar un tiempo.

En un momento llegamos al destino. Sacada, golpeada, subiendo y bajando escaleras,. Finalmente me hacen deslizar, bajando por una estrecha chimenea y caigo en un lugar que, aun, con la vista vendada me da la sensación de opresión. Tendida en un áspero piso, cae encima de mí uno de mis guardianes. Se incorpora, me arrastra, me hace poner en pie. Coloca su mano en mi cara y comprendo que me va a arrancar la venda. Aprieto los ojos temiendo el deslumbramiento brutal de otras ocasiones. No hay deslumbramiento. Nos encontramos en un lugar oscuro y la linterna del sicario alumbra el piso. Otro carcelero cae a nuestro lado. Me sacan los grillos con cadena que me permiten dar pequeños pasos y me sujetan los tobillos con una cadena muy corta.. Hacen lo mismo con mis manos que esposan estrechamente en la espalda. Así preparada introducen entre la fría hoja de sus cuchillo de combate en mi espalda entre la piel y la ropa. El corte brutal. El rasgado furioso de mis ropas de presidiario. Usual forma de desnudamiento. Ríen obscenamente y me manosean. Me empujan contra una pared y me violan de pie.
--- Goza puta revolucionaria, porque ya ni siquiera te podrás masturbar.
Piden un cordel y tomándose de él trepan hacía arriba. Suena la caída de una pesada trampa de fierro y escucho ruido de cerrojos y cadenas. Sigo apoyada contra la pared y temo separarme de ella y perder el equilibrio.
De repente suena una voz metálica que articula lenta y claramente:

Tu celda ha sido sellada. Te encuentras en la huaca que has merecido. Tiene dos por tres metros. Estás a ocho metros de profundidad. En uno de los ángulos encontrarás en el piso un hoyo por el que evacuarás tus desechos. Cuida de no esparcirlos. En el ángulo opuesto a un metro encontrarás una especie de repisa a donde llegará a ciertos intervalos una escudilla con alimento y otra con agua. Aprovéchalas bien. Como no puedes utilizar tus manos deberás comer directamente de ellas arrodillándote. Luego las empujarás hacía el conducto por el que llegan. Día y noche estás vigilada. No te podrás suicidar. Vas a recibir el trato que has merecido.

Apoyada en la pared, con las manos sujetas a la espalda y apenas pudiendo mover los pies experimenté el terror de encontrarme sepultada viva casi como un cadáver. Permanecí mucho tiempo sin moverme. Empecé a darme cuenta que no me encontraba en la absoluta oscuridad de mi primera impresión. Había como una tenue claridad que de todas maneras no dejaba ver las dimensiones de mi sepultura. En mi desesperación tenía el deseo de comprobar lo que me había sido dicho. Intenté caminar separándome de la pared. Efectivamente podía dar un minúsculo paso. Así me pude acercar a un punto en que levantando la cabeza descubrí una especie de tubo o túnel que terminaba, muy lejos en un agujero al exterior del tamaño de un plato. Indudablemente era como una chimenea de aireación. Quizá en algún momento del día entraría algo más de luz. Solamente en ese momento me dí cuenta que aun permanecía amordazada, quizá porque mis verdugos habían olvidado sacármela o por un refinamiento de crueldad. Me dí vuelta contra la muralla para intentar sacármela restrega´ndo mi cara contra ella y solamente entonces advertí que esta no era de cemento sino que estaba recubierta de un material rugoso, como un plástico duro. Comprendí que igualmente que en las celdas de los manicomios, habían tomado la precaución con el fin que golpeándome no pudiese suicidarme como me habían advertido. No fue difícil sacarme la mordaza que escupí aliviada. Me dejé resbalar y quedé arrodillada en el piso que parecía del mismo material. Doblándome penosamente hacía atrás palpé mis grillos. Efectivamente dos aros unidos por dos eslabones solamente. Igualmente las esposas de mis muñecas de una sola pieza no me permitían movimiento alguno. Todo estaba muy calculado para hacernos nuestra sepultura insufrible y desesperante. Siempre podría recurrir a la huelga de hambre, pero pensé enseguida que ellos lo habrían tenido diabólicamente en cuenta.
Pienso que mi calabozo ha sido diseñado pensando en las reclusiones de los locos furiosos, pero añadiéndole algunos toques sádicos tan propios de los dictadores. Además teniendo en cuenta que somos un país, como se dice ahora, “en via de desarrollo” es decir, pobre.

++++++

Enseguida en aquella dimensión lóbrega de tumba pierdo el sentido del tiempo y me sobresalto cuando la voz metálica dice escuetamente:
--ALIMENTO
Me despierto del semisopor de mis pensamientos. Descubro mi cuerpo dolorido no solo por la larga posición semi arrodillada sino por los brutales asaltos y restregaduras en la pared plástica de mis violadores recientes. Mi piel tan maltratada por los meses de tortura y mis genitales me escuecen violentamente. Sé que debo mantenerme alimentada, por lo menos hasta que lúcidamente pueda tomar decisiones. Trato de incorporarme y empiezo a luchar frenéticamente por hacerlo. Con las manos sujetas a la espalda y los pies trabados me resulta difícil, casi imposible. Me quedo tirada en el piso rugoso y áspero. Sé que es mi primer desafío en ese lugar y que si lo tomo histéricamente me volveré loca aun antes de lo que presuponen mis verdugos. Como un rayo nace en mi cabeza rebelde que lucharé hasta el final como lo hice en la guerrilla antes que me tomasen prisionera. Mi capacidad de serenarme me salvó de muchas situaciones desesperadas. Esta parece la última pero la exploraré a fondo. Ruedo sobre mi misma hasta la pared. Busco la posición para apalancarme contra ella. Me resbalo. Me siento agotada. Aumento mis rasmilladuras, pero consigo ponerme en pie. Lentamente moviendo los pies como en una corta danza voy explorando el contorno de la pared hasta que topo con mis rodillas el reborde que señala el lugar donde llegarán los alimentos. Inmediatamente percibo el olor de comida y no puedo evitar una salivación instantánea. Mi cuerpo reacciona por sí mismo. Cuidadosamente me dejo caer sobre mis rodillas y explorando dentro de la cavidad con la cara encuentro dos grandes cuencos. Ante todo bebo golosamente el agua. Luego busco el alimento que huele apetitoso. Sé que no tengo otra posibilidad que comer como cualquier animal. Me estiro y empiezo a lamer la comida. Es una sopa espesa pero apetitosa. Chupo con avidez al principio, luego trato de mesurarme. Me falta experiencia y mancho toda mi cara. Finalmente trato de enjuagármela en el resto de agua del otro cuenco. Apoyándome en el reborde, ahora más fácilmente me incorporo.. Me digo a mi misma que todo se reduce a costumbre y hábito. Si no me debilito mis músculos se habituarán a las exigencias inhabituales.
Mientras eso suceda prefiero mantenerme cerca del borde salvador de la que ya catalogo como mi pesebrera. Me siento sobre mis talones y luego me dejo caer de costado. Quiero dormir y así poder pensar sobre mi misma en estas circunstancias, aunque sé que eso se convertirá en algo tan obsesivo que tendré que luchar muy pronto contra ello.

++++++

Supongo que han pasado varios días. ¿Cómo mediré el tiempo aquí?
¿Por los momentos de sueño? Estos son fugaces o largos. No implican ningún ritmo identificable. Es lo que más me confunde.
¿Por las veces que me entregan alimento? Ignoro si lo hacen a intervalos regulares o bien en sus demoníacos cálculos tratan de que me confunda y no me sirvan de hitos temporales. Probablemente una forma de tortura calculada es la de sumirnos en esta especie de eternidad”.
Queda el lejano agujero de cielo que puedo observar a través del respiradero-chimenea. Es tan lejano, tan escasamente luminoso y en tan cortos espacios que con mi perturbación mental de poco me sirve. He renunciado a intentar medir el tiempo.
++++++
Creo que durante los primeros “momentos” de mi eternidad largos o cortos, mientras no dormía o mejor dormitaba, los he pasado compadeciéndome a mi misma por las nuevas formas de sufrimiento que me proporcionaba mi huaca y proyectándolas al final de la locura absoluta. Mi obsesión primera era como suicidarme. Creaba posibilidades y modos de hacerlo pero cuando llegaba a algún tipo de ensayo me convencía de la inutilidad del intento que solamente, en ocasiones servía para causarme pequeñas heridas o contusiones, dolorosas e inofensivas para mi determinación.
Precisamente esos intentos fallidos es lo que han ido creando en mi la determinación feroz de que “ellos” no conseguirán enloquecerme y que yo puedo aliviar algo o, quizá mucho, de mi propia tortura.
Desde luego desde el mismo momento de mi determinación a luchar me he sentido mucho mejor y en vez de tener mi mente dirigida monotemáticamente al suicidio las ideas creadoras se agolpan en mi cerebro y me maravillo como un ser humano, desnudo, encadenado estrechamente de pies y manos puede realizar cosas para no quedar convertido en un inválido físico y mental.
Lo primero fue crearme una esperanza fundada en hechos reales. Ninguna dictadura es eterna,. El riesgo que en la que vivo dure demasiados años. Sin embargo bien analizada es fácil, darse cuenta que se trata de un gigante con pies de barro que caerá cuando menos lo piensen sus mismos directores.


++++++


Algo que me está enseñando esta tumba es a pensar, casi diría yo, de una manera diferente. Desde luego en forma más lenta y lógica, pues no estoy presionada por acontecimientos dada la “eternidad” en que estoy sumergida.
En el mundo de arriba las cosas son diferentes. !Qué extraño es pensar en el mundo de “arriba”. Quizá sería mejor decir el mundo de los “vivos”. Aquí vivo una especie de hibernación. Me doy cuenta que siquiera es sobrevivir; deberé borrar de mi cabeza este tipo de apreciaciones. Desvincularme de la otra realidad y aceptar como única la que realmente tengo ahora. Mi vida en la tumba, en la huaca. Hace muy poco que semejante aceptación la habría pensado absolutamente imposible. Tanto como no poder mover mis manos y pies libremente y dar pequeños pasos arrastrados y tratando de inventar movimientos mínimos para que mis músculos no se anquilosen
Estoy consciente que me han despojado de todo. Solamente me queda la mente. Deben haber pensado que ella será para nosotros una nueva fuente de tortura que perfeccione las que nos han aplicado.
--- Ahora enfrentados con ellos mismos los remordimientos les irán destruyendo. Será nuestra obra maestra en su castigo.
Comprendo su diabólica astucia y crueldad y por eso tengo la voluntad de enfrentarme conmigo misma en todos los aspectos. Este será mi desafío que pienso salvador.

++++++

--- ¿Por qué he llegado aquí?
--- Porque decidí ser revolucionaria y luchar contra un régimen y sociedad injusta que condena a la mayoría a una larvada esclavitud moderna. Soñé con una sociedad un poco más justa.
Todo esto lo dije y repetí en las torturas, en el tribunal y en los interrogatorios.
Hasta hace muy poco yo misma lo creía.
Yo era una de la vanguardia luchadora y reinvindicadora de los pobres y desvalidos.
En mis convicciones me sentía respaldada por Marx, por la Biblia y por el Evangelio.
Estaba convencida que siendo la guerra algo horrible, es “santa” cuando sus fines son salvadores.
Es por lo demás es lo que escuché desde mi niñez en que me hablaban de los Padres de la Patria que liberaron Amerita Latina de los invasores Godos nuestros opresores por cuatrocientos años.
Modernamente los norteamericanos dicen que se sacrificaron por liberar Europa de la opresión nazi.
Los cruzados alcanzaban el cielo tratando de liberar el Santo Sepulcro.
La Biblia está llena de guerras “justas” en que el mismo Dios ordena aniquilar pueblos enteros infieles sin perdonar mujeres ni niños. Esto desde David, un guerrillero como nosotros, hasta los Macabeos.
Entonces ¿por qué nosotros que elegimos como David luchar por un pueblo, nuestro pueblo mayoritario contra un puñado de detentores de las riquezas de todos nosotros los pobres somos bandidos y terroristas? Nosotros que en esta lucha no esperábamos ganar nada y exponíamos a diario nuestra vidas, honra y comodidades…

Todas estas convicciones eran para mí válidas hasta que me sentí sepultada en vida en esta huaca oscura. Lo que me dio fuerza durante años en el monte, luego en las torturas y dura prisión parece que se me derrumbó en este recinto de muerte y locura. Se debe ante el espanto de esta nueva situación. Creo que no. Enfrentarse una con la muerte brutal no parece tan grave, como verse ya muerta en vida. Aquí enmurada se me desmorona el mundo real y también mi mundo ideológico con dejos de romántico. Lo primero que me aparece que es que nosotros tratamos de luchar por el “bien” con las mismas armas, métodos y crueldad que Ellos lo hacen. Eso es de lo que no nos damos cuenta en el ardor de la lucha. Matan y matamos. Destruyen y destruimos. Torturan y torturamos. Desde luego que cada uno a su modo y con fines supuestamente diferentes. En los pocos países donde la Revolución ha triunfado pronto o tarde se ha convertido en una tiranía parecida a la que consiguió destruir.
Algunos dicen hipócritamente en ambos bandos:
El fin justifica los medios.
A través de toda la historia, no solamente el fin ha justificado los medios, sino que, aun, con frecuencia los ha “santificado”. Basta para ello leer todos los libros sagrados de las religiones.
He necesitado que me bajasen a este infierno, para que se rasgase el velo de mi idealismo heroico. No es arrepentimiento el que siento sino “asco” por haberme dejado engañar tan burdamente por una cultura contradictoria y falaz que nos DOMESTICA desde la cuna.

¿Qué les estará ocurriendo a mis compañeros de huaca, que seguramente están separados de mi por unos metros de hormigón? ¿Estarán haciendo el mismo descubrimiento que yo? o de sus tumbas? Estarán desesperados tratando de golpearse la cabeza inútilmente contra el muro almohadillado?

++++++

Lo único que me permite tener una engañosa medida del tiempo son los breves momentos de claridad que se perciben al final del tubo de aireación. Tendría que permanecer todo el tiempo con la cabeza dirigida a ese lejano platito que envía luz exterior para darme cuenta de las diferentes frecuencias de luz y tinieblas. Si en algún momento tuve esperanzas de lograr algo ya las he perdido completamente. He perdido completamente la noción del tiempo. No me queda siquiera la posiblidad como en las novelas de marcar un palito con incisiones. Siento que puedo haber estado aquí unas semanas, meses o… No sé. Estoy absolutamente confundida. Pienso que esto pueda ser el comienzo del desastre mental en que se han propuesto sumirnos. Ni las comidas, ni el sueño pueden determinar un espacio de tiempo. El sueño aquí es extraño. Primeramente porque las posiciones incómodas que debo mantener no me permiten un sueño reposado y confortable. Mis ataduras no me dejan tomar una posición adecuada y el rugoso piso tampoco me proporciona un colchón confortable. Es una semi somnolencia continua que no me produce descanso.

He tenido accesos de desesperación intermitentes. Creo que la depresión aumenta día a día. Quiero aun reaccionar, aunque no tengo claridad como hacerlo Obviamente quererse reconciliar con una situación tan extrema como la mía parece algo sin sentido. Oscuramente me doy cuenta que en ello va mi vida racional o mi muerte. ELLOS no nos han hecho ejecutar o por exceso de crueldad o por temor a la censura mundial. Es muy posible que mis guardianes delante de sus pantallas observen divertidos mis escasos movimientos, mis intentos limitados de ejercitar mis músculos para que no se anquilosen o disminuir los calambres que se multiplican por la inmovilidad de muchos de ellos. Quizás rían cuando en mis crisis de desesperación me golpeo inútilmente o cuando arrodillada lamo mis alimentos como un perro.
Recuerdo aun con horror como mi padre de niña me contaba el sadismo de un tal Dr. Petiot, médico francés como mi padre, que en los años 1944 se dedicaba a raptar mujeres por medio de su profesión médica. Las colgaba desnudas en una pequeña cámara y se dedicaba a observarlas durante su larga agonía. Quizá los diseñadores de nuestra agonía se inspiraron en él o en alguno de sus semejantes.
Cuando medito en estas ideas o parecidas me encuentro gritando
--- ¡No! ¡no! ¡No les daré en el gusto! Lucharé de alguna manera por sobrevivir, por mantenerme en un buen estado físico y mental. Debo hacer de este infierno un salto de crecimiento humano, muchos ascetas y místicos lo consiguieron a su manera imponiéndose ellos mismos situaciones semejantes a las mías. Lo estudié de tibetanos e hindúes en mi etapa mística previa a la de guerrillera. Otros lo han conseguido, el mismo Mandela durante largos años ¿Por qué no lo podré conseguir yo?

++++++

Ante todo debo enfrentar mi vida aquí partiendo de la “realidad” descarnada y brutal que estoy viviendo. Descartar lo que sucedió o podría ocurrir. Está claro que no puedo huir hacía adelante, como otros presos que pueden tratar de imaginar posibilidades de fuga. Es indudable que ELLOS han creado la celda perfecta. Nadie puede escapar de un lugar como este. Para mayor burla o tortura, puesto que no es por seguridad, me encuentro encadenada de pies y manos en forma perversa. Sentarme, acostarme y sobre todo incorporarme resulta un desafío de equilibrio y esfuerzo. Me demoro en recorrer mi estrecha tumba bastante moviendo penosamente mis pies en forma arrastrada. El hoyo que sirve para defecar y orinar se abre automáticamente cuando me acuclillo sobre él y luego de dispararme un potente chorro de agua se vuelve a cerrar.
Una burla sería pensar en cualquier posibilidad de fuga.
Tengo claro que lo primero y más urgente es luchar contra dos anquilosamientos precoces, los musculares y los mentales. Tengo que ensayar continuamente nuevos movimientos dentro de mis escasas posibilidades. En cuanto a mi mente, disciplinarla mediante la meditación y el pensamiento lógico. Debo tratar de escapar a mi contingencia y al horror que ella me produce.
Ordenar de alguna manera los acontecimientos de mi vida en espacios imaginarios ya que no lo pueda hacer en espacios reales. Por ejemplo, después de alimentarme descansar e intentar dormir. Luego hacer contorsiones, movimientos, levantarme arrodillarme, distender el cuello… Finalmente proponerme motivos de meditación,; recordar alguno de los temas que estudié…
Sobre todo no pensar en la salud o enfermedad que es lo mismo que la lenta degradación de mi cuerpo en esta situación extrema.

++++++

Hoy pienso. ¡Qué ironía hablar de hoy! ¿Qué es para mi hoy?
Uno de esos espacios de tiempo que me estoy fijando en forma arbitraria y sin referencia alguna bastante parecido a la eternidad.
Me hablo mentalmente. No me atrevo ni siquiera a murmurar temiendo que mis guardianes sospechen mis esfuerzos por mantenerme lúcida e inventen una nueva forma de destrucción. Estoy convencida que uno de sus fines es que nos volvamos locos y así podernos mostrar en algún momento como víctimas de nuestras propias culpas. Confieso que en ciertos momentos me dejo obsesionar por ese temor y lo que me pueden hacer si advierten que no obtienen mi destrucción.
¿Utilizarán drogas? ¿Me encadenarán al muro como en los calabozos medievales para impedir mis escasos movimientos y que me pudra sobre mis excrementos? Sé muy bien que su imaginación en la tortura no tiene límites y de ello quedan las marcas sobre mi cuerpo y espíritu.
Quizá ni siquiera es verdad que estemos completamente vigilados día y noche, sino que simplemente esperan que vayamos muriendo lentamente, sordos e indiferentes a todo lo que nos pueda suceder.
Simplemente cuando se den cuenta de nuestra muerte, nos sacarán y harán que nos hagan la autopsia en presencia de algún representante internacional para demostrar que hemos muerto en forma natural.

Tengo mucho más escrito. Por el momento lo encuentro confuso y debo reconsiderarlo

(3-jun-08)
Continuo el21/06/2008 22:26

El malestar que me invade es cada vez mayor en todos los niveles de mi ser. No solamente hemos sido condenados a huaca perpetua sino que escandía un tipo de tortura progresiva e hipócrita. La irritación de mi cuerpo se añade a las violentas posiciones debidas al encadenamiento. En los momentos que intento buscar una posición de descanso esto me resulta imposible. Ahora se añade la irritación cutánea y de las heridas por rozamiento que me causo continuamente al incorporarme y resbalar pesadamente.La picazón de mi cuerpo posiblemente por parásitos o sarna. Siento momentos de desesperación incontrolada. Digo momentos por costumbre porque pueden ser igualmente horas o días en en esta tumba sin tiempo.
Me hago preguntas que me parecen desesperadas. ¿Por qué mantenerme encadenada si no es para mantenerme en la tortura? No tiene sentido como medida alguna de seguridad en este pozo de cemento. Cada día me convenzo más que el propósito es de destruirnos síquicamente. Me juré que no lo conseguirían, pero cada vez estoy menos segura de alcanzar esa quimera. Hipócritamente en mi país se suprimió la pena de muerte, para nada prohíbe la “agonía prolongada” y cruel de una tortura ignorada de todos esgrimiendo motivos como “seguridad”… Eso me recuerda que es exactamente lo que se hacía en el feudalismo en que los señores por Temor de Dios, no ejecutaban a sus enemigos sino que los mantenían en lugares semejante a este para que la muerte lenta acabase con ellos.
Me siento como nadar en un mundo sin puntos de referencia. El punto luminoso que se proyecta en raros momentos sobre el piso no me orienta en absoluto sobre el día o la noche. Ignoro cuando lo percibo, supongo que en ocasiones me encuentro dormida. Ya no me importa. Ya no me queda sino la huelga de hambre. Posiblemente la huelga para la muerte, porque es probable que no les importe en lo más mínimo que por medio de ella adelante mi muerte. Quizás, en un supremo esfuerzo de crueldad desciendan y me alimenten brutalmente por medio de sondas gástricas. ¿Podría oponerme en el estado que me encuentro?

++++++

Por temporadas sufro terribles calambres musculares. Supongo que no se debe al frío ya que la temperatura es bastante tibia. Sin duda alguna se tiene que deber a la falta de movilidad de muchas partes de mi cuerpo y las posiciones violentas de mi cuerpo cuando trato de descansar. Esos calambres son tan violentos casi como cuando me aplicaban en la tortura la corriente eléctrica.
Después de esos espacios de sueño en que no descanso me levanto con una gran confusión mental. Me cuesta mucho hilvanar los pensamientos. Temo que mi mente, ese reducto que pensé podía ser inexpugnable, empieza a deteriorarse. ¿Cuánto tardará en desintegrarse? Intento reaccionar con rabia pero no consigo nada. Siento que Ellos empiezan a conseguir sus oscuros objetivos, reducirme al estado de “zombi”, una muerta en vida. Esto me da algún coraje y trato de estilizarme tratando de reunir mi mente dispersa. Cada vez es más intensa el ansia por no reaccionar y sumergirme en una catatonia voluntaria. Permanecer todo el tiempo hecha un ovillo en el rincón, soñando despierta, descuidada de toda necesidad corporal, ni siquiera deseando morir.
He caído en ello algunos periodos cortos y he conseguido reaccionar. ¿Hasta cuando? No sé. No importa. Quiero y no quiero luchar por conservar lo único de lo que puedo conservar, mi mente.
Para reaccionar trato de ponerme problemas, hacerme preguntas como
¿Por qué decidí unirme a la guerrilla? Me pareció un tema sencillo de meditación e introspección. Corro el peligro que descubra que toda mi vida ha sido un error y acabe destruyéndome más rápido.

++++++

Cuando comenzó esta nueva fase de tortura que es la huaca a perpetuidad, yo en mi primera exaltación heroica, pensé que con mi fuerza de voluntad, inteligencia privilegiada y astucia conseguiría sobrevivir. No había contado con que el enemigo estaba dentro de mí y que tan pronto como disminuyesen mis defensas me asaltaría la Depresión.
No advertí que ellos si habían contado con ello y por eso las paredes, como en los manicomios, estaban acolchadas lo mismo que el piso elástico. Por mucho que me golpease contra ellas no sufriría daños definitivos.
He ido descendiendo por ese camino terrible y en el estado que me encuentro, ni siquiera trato de hacerlo, Lo único que deseo es quedar descerebrada dentro de la catatonia total.
¿Me han servido para algo los problemas complicados de ajedrez mental que me propuse? ¿las investigaciones de reflexión filosófica a las que me pensaba entregar?

++++++

No sé durante cuanto tiempo dejé de alimentarme, porque caí en un estado de imbecilidad, del que solamente recuerdo como en sueños la terrible experiencia de estar tumbada en el pisó boca arriba y como me introducían algo por la boca que descendía hasta mi estómago y una terrible experiencia de ahogo y vómito. Probablemente el alimento forzado me fue devolviendo a una borrascosa realidad de pesadillas horrorosas, sombras que descendían me sujetaban y me introducían, cada cierto tiempo la maldita manguera y los consiguientes vómitos diarreas apestosas.
El atroz tratamiento me devolvió paradojalmente las fuerzas y la conciencia de que era visitada regularmente por mis torturadores que entre imprecaciones con pistones a presión limpiaban mi cuerpo y mi calabozo.
En medio de mi pesadilla tenía una vaga conciencia de ser tratada igual que cualquier animal peligroso en su jaula de un zoológico. No era algo que pensase sino una imagen, probablemente de mi infancia, que me aparecía repetitivamente. Incluso en mis alucinaciones veía personas que me observaban, se reían de mi desnudez y celebraban mi tortura. Otra imagen repetitiva era la de estar colgada en una pequeña bóveda y observada por alguien que estudiaba mi agonía
. Creo que esto provenía de la narración que hacía mi padre del celebre asesino de mujeres francés el Dr. Petiot.

Bien que con el alimento me introdujesen fármacos de tipo siquiatrico, poco a poco recuperé las fuerzas y una cierta claridad mental. Momentos de lucidez extrema con numerosos tipos de alucinaciones o sueños despierta. Una situación extraña. Sin embargo el tratamiento de la introducción violenta de alimento era tan terrible que voluntariamente, sin inducción previa, volví a arrastrarme a mi pesebrera y tratar de alimentarme tal como ellos habían determinado. El alimento me producía una repugnancia extrema, pero la experiencia de la manguera introducida en mi estómago era peor. Mi docilidad alimenticia suspendió el alimento forzado y las terribles visitas de mis carceleros. En su última visita me infligirían un castigo humillante e inesperado. Bien porque en mis estados de inconsciencia me masturbase, en mis convulsiones o como un refinamiento nuevo, tomaron precauciones y me ciñeron brutalmente una especie de cinturón de castidad. Reían mientras me lo ceñían apretadamente y e introducían dolorosamente en mis ya maltratados genitales por las diversas torturas sufridas anteriormente.

++++++

Se nos acusa a nosotros los guerrilleros de haber sido crueles en diversas ocasiones. Creo que es verdad, pero el motivo no era torturar a nuestros prisioneros, sino circunstancias propias de la vida en la selva o la montaña. Creo que algunos de nuestros compañeros debieron caer en la trampa de la violencia y si violaron diferentes derechos humanos, porque igualmente demonizamos a nuestros enemigos.
No me engañaré a mi misma, como algunos que decían que el fin de liberación justificaba ese tipo de medios. La violencia convierte en criminales a todos.
Es igualmente cierto que no dudábamos en ejecutar a los traidores. No podíamos darnos le lujo de por misericordia perdonarles, puesto que en ello iba nuestra vida y la de otros muchos. Ahora comprendo que todo eso fue un error que nos colocaba al mismo nivel de aquellos a los que combatamos. Resultó que éramos la otra cara de la misma moneda de la violencia. Estábamos erróneamente convencidos que la violencia de los pobres, si era justa. Ahora comprendo que ninguna violencia lo es. Nos justificáramos pensando que nosotros habíamos recibido ese mandato de los oprimidos y que lo que ejecutábamos era solamente hasta que ellos fueran liberados. De todas maneras no somos “bestias humanas” o ”demonios encarnados” como nos denominan y nos tratan. Si hubiéramos triunfado, todos nuestros errores olvidados se nos consideraría héroes.
Nuestra organización nunca fue terrorista. Es decir, nunca hicimos nada para causar terror en la población. Si destruimos propiedades, caminos, puentes… se debía solamente a motivos tácticos de lucha.
La represión del gobierno fue irregular. Se organizaron grupos paramilitares especializados en perseguirnos, torturar hasta la muerte no solo a los que habíamos tomado las armas sino también a aquellos que pudieran simpatizar con nosotros.

++++++

En ciertos momentos de hiperlucidez, en general muy breves, que deben ser el contrapunto a los de depresión tenebrosa, me hago muchas preguntas. Por ejemplo si el camino de Gandhi habría sido útil para nosotros los “condenados de la tierra”. ¿En estas tierras no asiáticas, con otra cultura, habrían sido de alguna utilidad? Me parece dudoso. Desde luego podría haber indicado alguna otra forma aun no inventada de rebelión no violenta. Por desgracia en nuestros países el “boicot” es muy difícil de lograr, por la división fundamental de las gentes cuya solidaridad fue destruida por el colonialismo español primero, luego por la plutocracia agrícola y, por fin, por el liberalismo consumista.

Me pregunto en otras ocasiones que sucedería si fuésemos liberados repentinamente de nuestra situación actual. ¿Querríamos olvidar todo lo sucedido sumergiéndonos en algún tipo de activismo?
¿Nos convertiríamos en seres desilusionados, rotos para siempre?

++++++

Sucedió lo previsible. Me derrumbé. Estoy saliendo de una interminable y misericordiosa noche. Una amnesia o el estado vegetal definitivo habría sido el alivio final. Nada de eso me ha ocurrido.
Vuelta lentamente en mí recuerdo en una sucesión repetitiva todos mis momentos últimos de alucinaciones, depresión, desesperación…Hasta ese momento indescriptible en que algo revienta dentro de mi misma y me precipito en un abismo de negrura.
¿Estoy realmente despierta?
Mi cuerpo está tan dolorido como después de las peores sesiones de tortura. Es un dolor, no sé como expresar, que se extiende a mi mente, mi cerebro.
Cuando abro los ojos una luz taladrante me desespera. El ritmo de mi corazón es como un tambor. Tengo como una sensación de un cuerpo descontrolado.
Algo horrible. Sé que grito desesperada en los momentos que el pavor me domina.
Trato de mover mis manos y pies, revolcarme. Me hiero en mis esfuerzos. Estoy esposada de manos y pies a una cama (eso solamente lo comprobaré más tarde con un poco de lucidez). En ciertos momentos alguien me toca. Grito creyendo un nuevo suplicio. Luego caigo en una relajación. Sin duda me inyectan fuertes calmantes. En esos momentos de relativa calma trato de investigar lo que me rodea. Haciendo un esfuerzo para desafiar la luz blanca capto con dificultada mi sujeción a una cama en una pieza blanca y confusas conexiones de mi cuerpo con máquinas y artilugios. Trato de articular palabras pero no puedo. Solamente un murmullo lento. Luego me asaltan de nuevo las imágenes confusas y pierdo todo sentido de la realidad.

++++++

Grita y grita. Llora. Gime. Luego cae en largos sopores.
Ignoro, enfermera, lo que sucede dentro de ella. Ha sido sometida, por lo poco que se me ha informado, a situaciones extremas de soledad, porque es tal su sentencia. Como usted puede ver sus signos vitales son firmes. Es alguien extraordinariamente resistente. Vea como está su cuerpo lleno de cicatrices terribles. Está claro que en el pasado fue sometida a tratamientos, digamos de apremio, extremos. Vea como se está restableciendo rápidamente de las heridas recientes causadas por ese desdichado “cinturón de castidad” y las que ella misma se causó con sus grillos en sus momentos peores. Sin embargo lo que ocurre en su cerebro es muy preocupante. Incluso para su supervivencia.
Se me ha encomendado que tratemos de mantenerla a cualquier precio con vida. En estos momentos, políticamente hablando, su muerte sería muy comprometedora en la etapa que el país atraviesa. Para lograrlo tenemos que conseguir la ayuda de especialistas y la posibilidad de hacerla exámenes más sofisticados. Creo que esa condena a permanecer enterrados vivos es más de lo que un ser humano pueda resistir por algún tiempo.
Doctor la tetanización de sus músculos es persistente tan pronto como pasa el efecto de las inyecciones.
Probablemente ella está reviviendo sus torturas. Quizá más tarde podamos hacer algo con un tratamiento especial. Ahora su corazón no resistirá.
¿Por qué no los fusilan? Si ellos han sido tan criminales merecen la pena de muerte inmediata. Esa crueldad que la aplican es demasiado inhumana.
Para sus jueces militares ella no es siquiera un animal. Ellos comprenden algo más la insurrección de los varones. Una mujer guerrillera es para ellos una abominación que no solamente hay que castigar, sino hacerlo de una manera tan horrible que quede como horror histórico. Es lo mismo como se hacía en la Edad Media con las Brujas.Sabe enfermera que no solo las quemaban vivas, sino que lo hacían en forma lenta y añadiéndolas suplicios suplementarios durante la ejecución como terribles mordazas metálicas erizadas de garfios que les destrozaban la lengua y paladar.
Como los Inquisidores Ellos creen firmemente que el terrorismo se frena con el máximo terrorismo, el más cruel y brutal. Supongo que lamentan no poder hacer los castigos en público, como se hacían en la antigüedad.
Yo, doctor, me siento culpable de tratar de salvarle la vida, puesto que verosímilmente es para prolongar su tortura.
Entréguele, ahora, su piedad. Quizá con una atención cariñosa y humana. Eso no solamente puede ser una medicina mejor que las drogas que le administramos, sino, también para usted una forma de tranquilizar su conciencia.
Déme permiso par desencadenarla.
No puedo hacerlo. Aparte que sus reacciones pueden ser imprevisibles, porque recuerde es una persona entrenada para matar. Su historial lo demuestra. Se vé postrada, pero no ignora que las personas en estados semejantes tienen multiplicadas sus fuerzas. No enfermera. Lo único con que la podemos aliviar es tratarla bien. Lo demás no depende de nosotros.
Está bien, doctor, me comportaré como usted ordena. Sé que debemos obedecer las órdenes superiores. Me gustaría saber por qué ella tiene esos terribles aros soldados a sus tobillos y muñecas ya tan heridos. La sujetamos a la cama con esposas ordinarias porque no se le podían sacar.
Supongo, enfermera que se la encadenó de esa manera para que sintiera que estaba encadenada para la eternidad,. No me pregunte más

++++++

Me están tratando bien. Desconozco si se debe a que el personal médico estando entrenado a compadecer al enfermo sigue su rutina o porque sienten algún género de piedad por mí. Aun me siento muy débil. Paso el tiempo que estoy despierta mirando ese techo blanco e inmaculado. Escucho distraída la música ambiental. Es incómodo no poderme mover. Ciertamente me mantienen escrupulosamente limpia y bien alimentada. En esos momentos me dejan sentarme brevemente en la cama, pero si sueltan mis ataduras de todas formas debo comer con las manos esposadas con ese extraño movimiento de acompañamiento. Desde luego mis tobillos permanecen siempre encadenados a la cama. Esta cama articulada me alivia pues cuidan de colocarla en diversas posiciones a través de la jornada. Desde luego sigo siendo cuidada como una loca furiosa o una guerrillera peligrosísima tal como las heroínas del cine capaces de reducir a los más avezados carceleros.

En este periodo me vienen continua y repetitivamente los recuerdos, no sé por qué, que antecedieron a mi detención. Como siempre son como alucinaciones en que no recuerdo en abstracto sino que me aparecen los hechos tal como se dieron entonces.

Hacía unos meses que había vuelto de la montaña a causa de las últimas operaciones militares me encontraba agotada y los compañeros decidieron que volviese a la ciudad y quedase como militante “dormida” mientras me reponía. Aparentemente no era buscada por la contraguerrilla y se ignoraba mi identidad. Volvía a mi país y a mi vida normal de estudiante. No debía “quemarme” según las instrucciones que me dieron. Era una orden de Partido.
Mi vida empezó a ser tan normal, que en unos meses la guerrilla, el entrenamiento, las marchas interminables y los combates me parecían no haber ocurrido nunca.
De todas maneras no olvidaba ninguna de las medidas de seguridad aprendidas para saber si era seguida, escuchada o de alguna manera investigada. Como medida extra traté de relacionarme en la universidad con compañeros reaccionarios y relacionados con la derecha más dura. Mi estancia en el extranjero aparecía bien cubierta por ser hija de un diplomático conocido.
Estudiaba y asistía a fiestas. Me dejaba cortejar.

Me desperté en medio de la noche. Miré hacia la ventana para ver si comenzaba a clarear, miré el reloj 03.15. Sentía una extraña angustia. Me dí media vuelta para seguir durmiendo y entonces sucedió todo. La puerta de mi departamento reventó en pedazos y un gritería desaforada de hombres que se precipitaban en mi dormitorio. Luces de linternas enceguecedoras , me arrancaron de la cama y tiraron en el piso. Alguien tomándome del cuello de mi camisa de dormir la rasgó mientras manos expertas me esposaban de pies y manos. Siempre contra el piso me amordazaron y me cubrieron los ojos con tela adhesiva. En pocos segundos era un paquete de carne desnuda y aterrorizada. Como tal alguien me cargó y afuera me arrojaron violentamente en el piso metálico de una camioneta que partió en loca carrera. Tardé en recobrarme temblando fuertemente por el frío de la noche invernal avivado con la carrera. Me mantenían pegada al piso varias pesadas botas sobre mi espalda. No sé cuanto tiempo transcurrió. Nos detuvimos. Me tomaron de las esposas de los pies y arrastraron hasta que alguien me cargó al hombro. Quien me llevaba preguntó:
¿La llevo a la sala de interrogación o de tortura?
Llévala al infierno. Esa puta no sirve para nada.
Quien me llevaba debía ser muy fuerte. Pronto sentí que descendíamos por una larga escalera. Finalmente golpeó en una puerta de fierro. Abrieron.
Aquí les traigo esta basura. Entró. Me golpeó un fuerte olor a humo acre y humedad.
Cuélgala por ahí dijo una voz aguardentosa.
Me descargó y me puso de pie espaldas contra un muro. Me alzó las manos y enganchó las esposas. Luego me dejó caer. Tocaba el piso escasamente con los dedos de mis pies y sentí, por primera vez el dolor de quedar colgada de las muñecas por las esposas incrustadas.
Puedes dar a la culeada cuanto quieras, dijo entonces la voz rasposa.
El soldado retrocedió y de repente me incrustó contra la pared en violentos asaltos desordenados. Se oían risotadas y ánimos a mi agresor. Cuando se satisfizo le gritaban
Dale por el culo, dale fuerte.
No quiero dijo el soldado.
Si no eres capaz ¡mejor para los perros de la alemana!.
Aun choqueada como estaba la mención de los perros me enloqueció.

Colgada, acalambrándome por la violenta posición con mis órganos internos doloridos me sentía ahogar. Quería vomitar y no podía por la bola que tenia incrustada en la boca.
Cuando recobré el sentido seguía colgada pero me habían sacado la mordaza y la tela adhesiva de los ojos, Me atragantaba con el humo persistente y solamente veía manchas movedizas y rojas. Ahora sé que durante la tortura normal y las interrogaciones una permanece durante dias con los ojos cubiertos, pero aquella experiencia era diferente. Tenía que comprobar que me habían conducido al infierno o a un lugar semejante. Tratamiento reservado, he sabido más tarde a prisioneros juzgados especialmente duros y entrenados.
En efecto, el procedimiento ordinario es la interrogación previa, la tortura progresiva para quebrar las reticencias. A mi me aplicaban un método más directo el del quebrado directo para que, según ellos, la confesión parta del mismo torturado porque o ya no soporta más el dolor total o bien delira inconteniblemente.
Cuando por fin me recobré un poco para poder enfocar la vista, me dí cuenta con bastante asombro que me encontraba en un subterráneo alumbrado por antorchas y muy parecido a como debieron ser las salas de tortura medievales .Si hubiera estado en mis cabales al principio me habría parecido una comedia para dar susto, pero no lo era sino una terrible y sádica realidad. En aquella semi oscuridad se distinguían hombres con la cara pintada que torturaban personas en extrañas posiciones con heridas y gemidos escalofriantes.

Se acercaron a mí dos de las caras pintadas.
¿La echo a los perros, jefe?
No prepárala primero. Llévala al herrero.
El, tomándome me descolgó y me dejó caer en el piso. Acalambrada totalmente no me podía mover. Me tomó de las esposas y sin miramiento me arrastró por el antro hasta un rincón donde ardía una fragua y estaba un yunque. El herrero, pintado como los otros me quitó las esposas, y me encajó las pesadas argollas que aun llevo,. Enseguida me colocaron las manos en el yunque y las cerró a martillazos. Colocó un aislante entre la piel y le aro procediendo a soldarlo al arco, advirtiéndome que cerrase los ojos. Las chispas me quemaban dolorosamente pero el hombre que me había llevado me mantenía inmóvil. Procedieron de la misma manera con los tobillos. Luego colocaron las cadenas.
Ahora te las sacarás cuando te queden solamente los huesos me dijo el herrero irónicamente. Parece que así será. La intención era clara hacerme sentir que ya nada era capaz de liberarme.
Solamente la muerte.
Todo el procedimiento desde el principio está sabiamente calculado por sicólogos que han estudiado los procedimientos de tortura históricamente y medido su eficacia en forma científica. El terrorismo, para ellos es algo diabólico que deba ser combatido igualmente en forma diabólica. Eso me sería repetido interminablemente por ellos como un disculpa sin duda de su complejo de sadismo.
Me vuelven como en una película interminable y repetitiva el delirio de dolor sabiamente aplicado a cada parte de mi cuerpo y de mi mente después de mi encadenamiento. No me pedían ninguna información solamente me aplicaban dolor progresivo. Entonces ya nada valía lo ordinario de declararse inocente. Se aguanta lo que se puede y en el límite de la desesperación se comienza a hablar todo aquello que se piensa puede hacer cesar el dolor. Ellos, sin embargo continúan en forma enloquecedora a aumentar el dolor y sólo el desvanecimiento le libera a una, cuando se recobra comienza de nuevo el proceso.
Finalmente en la confusión se llega a ignorar lo que se dice y lo cierto o imaginario que uno ha dicho. Esa es la sensación cuando una se recobra en océano de dolor y confusión.
¿Cuánto duró la sesión inicial de tortura? Lo ignoro. Pudieron ser horas o días.

Volví en mi en una celda que parecía un pozo. Encadenada a la pared como un animal, por el cuello. Me habían sacado la mordaza. Sufría dolores en todo mi cuerpo y especialmente en genitales y réctales, aparte de pechos sanguinolentos. Inmunda de sangre y excrementos.
Cuando observaron que había recuperado algo de lucidez, una mujer soldado me trajo agua y comida. Me limpió la cara y me dejó el alimento cerca donde lo pudiese tomar.
Debí comer y beber. No sé si me desmayé o dormí. Solamente recuerdo cuando alguien me pateaba el cuerpo para despertarme. Estaba oscuro y me alumbraba con una linterna.
Ahora que ya estás descansada me darás algunos nombres interesantes?
Hace muchos meses que estoy alejada de la Organización.
Lástima por ti y los otros. Podríamos llegar a un buen arreglo.
Realmente ni siquiera comprendía lo que me pedía.
Aquí no se muere rápido –dijo
Me volvieron a llevar a la cámara de tortura. Allí ví dos o tres moribundos en atroz tortura. Una mujer y dos hombres. Me los enseñaron con detalle. Era fácil comprender que yo les sustituiría les satisficiese o no.
Puedes callar, si lo deseas y callarás para siempre. Abrió la boca de la mujer y ví su lengua amputada. Volví a hablar dando incoherentemente nombres y direcciones verdaderos o imaginarios..
Aquella imagen de la mujer agonizante en el suplicio aun me persigue en forma enloquecedora.

++++++

¿Por qué no sucumbí a las repetidas sesiones de tortura? Ni yo lo sé y es posible que tampoco lo sepan Ellos. No creo que se deba a que me cuidasen por alguna razón. Creo que les fue muy útil tenerme viva para el famoso juicio público de los Dirigentes de la Organización. Yo fui colocada estratégicamente entre ellos dándome una importancia que no tenía.
Previamente me reacondicionaron para que apareciese presentable y que pudiese caminar casi normalmente. Debieron ser unos meses en que me trataban como una prisionera normal, aparte de mi encadenamiento y aislamiento.


Repentinamente me vinieron a buscar. Toda una operación para vestirme el uniforme a rayas de presidiario, cosa no tan sencilla para alguien encadenado de pies y manos. Vestida también me colocaron unas zapatillas de tela y un pequeño gorro. Podía caminar entonces porque mis grillos implicaban una cadena de medio metro. Me llevaron hasta el patio interior de la prisión. Allí junto a una pared estaba una serie de jaulas pequeñas parecidas, a las de un zoológico. Algunas estaban ya ocupadas por un prisionero, como yo con el uniforme rayado. Me introdujeron en una de ellas. Se me ordenó arrodillarme sobre una manta y se sujetaron mis tobillos al piso. Luego cerraron la puerta con cerrojos y candados en un ridículo y ostensible cuidado de seguridad. Me pregunto como podría huir o hacer otra cosa debilitada, encadenada y sujeta al piso. Indudablemente que todo ello se hacia en beneficio de un numeroso grupo de periodistas que ingresaron tan pronto como todas las jaulas estuvieron con sus ocupantes. Fotografías, filmaciones sin cuento.
Enfrente de nosotros estaban las mesas que ocuparía el tribunal. Pronto entraron. Nueve militares con los rostros pintados y anteojos negros.

El juicio fue largísimo por la interminable lista de los crímenes que se nos imputaba a cada uno de nosotros.. La sentencia corta. El País había adherido al rechazo de la pena de muerte que tanto merecíamos, por lo tanto se nos condenaba a

HUACA PERPETUA

Comentarios

Entradas más populares de este blog

MUJERES SIGLO XXI ????

eL LUCRO INICUO

VIVIMOS???