reflexiones Narracion

AD LUPANARIA


Si caminásemos en la actualidad por las calles de Roma de los siglos anteriores al cristianismo y los cuatro posteriores encontraríamos en ellas barriendo, limpiando monumentos o en otros menesteres serviles varones y mujeres marcados a fuego en una parte visible de sus cuerpos con las letras SPQR. Esto significaba que eran esclavos públicos. Los mismos que atendían en los baños o en los lupanaria, es decir en los lujosos prostíbulo del Estado.
Frecuentemente se idealiza el poderoso Imperio Romano, pero no nos habría gustado vivir en él sino éramos miembros de una de las familias poderosas de la época.
Los romanos, un pueblo de juristas se educaban desde niños aprendiendo a leer y escribir a base del estudio de las Leyes de las Doce Tablas. Sus leyes eran escuetas, secas y poco favorables a la interpretación. Por tanto su aplicación de las mismas era rápida y con escasa apelación.
En Roma no existían los presidios. Existía la cárcel Mamertita, exiguo recinto de un piso y terrible subterráneo, que era un lugar de detención temporal de muy corto plazo. De ordinario a los acusados se les juzgaba inmediatamente en el Foro y se dictaba la sentencia inmediatamente que el reo confesaba mediante la interrogación voluntaria o por la tortura (quaestio).La pena de muerte era la decapitación para los ciudadanos romanos, la cruz para quienes no lo eran y los esclavos. Las penas que nosotros condenamos a la cárcel, ellos determinaban que fuese la esclavitud perpetua al servicio del Estado. Según la edad, el sexo, la capacidad física los esclavos públicos eran destinados a las minas, a la boga en los barcos (galeotes),trabajos públicos en general y las mujeres jóvenes “ad lupanaria”, a los prostíbulos públicos.
En las Actas de los Mártires, conservadas y difundidas por la Iglesia Católica se testimonia este terrible castigo para sus vírgenes. Les resulta tan duro admitirlo que casi siempre las jóvenes son defendidas de su trabajo sexual por algún animal feroz o un ángel, en ocasiones.

La nota anterior trata de explicar que la narración está basada en hechos históricos reales, y que trata de describir situaciones que no son hechos imaginarios e imposibles.

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Domine, el Intendente de los Lupanaria desea verte.
Tráelo a mi presencia, Vitullus
Salve, caro Cneo..
Siéntate y ponte cómodo. Esclavo sirve a mi huésped una copa de ese vino negro que me trajeron de mis viñedos de Campania.
Bien, Caro Cneo, te escucho. ¿Cuáles son los negocios que te traen por aquí? ¿ Te han entregado los tribunales alguna bella y virgen esclava?
Olvídalo. Solamente esclavillas prófugas que no valen nada. Algunas que han huido por segunda vez, marcadas en la frente con la fea “!P”, ladronzuelos del Transtevere, buenos para nada. Vengo por algo más importante. Bien sabes que las Legiones que triunfaron en la Galia ya están a las puertas de Roma presta para celebrar el Triunfo. Estoy muy preocupado porque nuestros Lupanaria, conocidos en todo el mundo por su lujo y riqueza temo que estén desprovistos de dotación para atender a esos héroes. Los Magistrados descuidan cada vez más enviarme carne fresca. Mucha de la que llega está maltratada por la “quaestio, llena de heridas y yagas que me parecen leprosas, escasamente buenas para el servicio en las minas. Estamos tan en descrédito que la plebe prefiere tener que pagar a las mujerzuelas de las Insulae. Los efebos dan más asco que deseos de poseerlos.
Ahora, cuando vuelven las Legiones victoriosas debemos ofrecer a nuestros soldados, auxiliares y aliados los goces del descanso, el lujo y la lujuria que se han merecido. ¡Roma es la ciudad del mundo!
Admiro tu florida elocuencia, caro Cneo. Pienso que gran parte de ella está dedicada a los “oídos” del Emperador y que defiendes más tus intereses personales y ascenso que el honor de Roma. Tus negocios y, por tanto los míos, no son tan prósperos como antes. Además tenemos la dura competencia de los lupanarios privados. ¿Cómo podemos compara nuestras esclavas feas enfermas con las maravillas que ellos ofrecen?
Nuestros servicios son gratuitos y los de ellos valen muchos sestercios. Resumamos Cneo. Roma decae y con ella los lupanaria, los baños y nuestros negocios..
Hablas con la dureza de los viejos patricios.
Lo soy por estirpe. Pero todo va a cambiar. Debes saber que el divino Augusto acaba de dictar un decreto contra todas esas sectas que nos tienen invadidos. Especialmente contra la abominable de los cristianos. En estos mismos momentos los pretorianos están dando caza a todas esas ratas inmundas y como comprenderás el objetivo principal es cautivar a jóvenes efebos y doncellas. Bastará una pequeña denuncia de que alguien sigue uno de esos cultos extranjeros. Los Magistrados han sido bien instruidos, el oro es el mejor consejero, de forma que llegue a nosotros lo mejor de la mercadería y en óptimas condiciones. Es cierto que las escuelas de gladiadores y el circo se interesarán en ellos pero no recibirán sino las migajas.
Excelente que hayan coincidido esas sabias medidas de restauración de nuestras deidades con nuestros interese particulares.
¿Coincidido dices? ¿Quién se interesa en nuestros tiempos de nuestros sagrados dioses? Ellos son la máscara, el pretexto. Nosotros somos los que movemos los hilos.
Ahora quiero que prestes mucha atención. Cuando clasifiques nuestra mercadería, si realmente encuentras un esclavo o esclava que son algo bueno no permitas que la marquen. La sustituyes por alguien comprado en el mercado. Se te darán los sestercios que necesites. Si aun son vírgenes mucho mejor. Ya comprendes para qué las necesitamos.
Quizá aprovechando los tumultos y la confusión podría organizar cuadrillas de rapto. Así se podría capturar buenas presas aunque no fuesen cristianos.
Esos detalles quedan a tu discreción, pero ten bien claro que si cometes errores mi influencia para salvarte tiene sus límites.
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--Oh Gallus! Al paso que llevamos mañana estaremos a las puertas de Roma.
¡Por fin ha llegado el momento que tanto he deseado. Antes, para mí, Roma era solamente un nombre al igual que para tantos romanos nacidos en lejanas provincias.
Mañana conocerá la ciudad mas grande, bella y poderosa del orbe. Entonces dirás con orgullo “cives romanus sum”. Has tenido suerte podrías haber hecho el camino como uno de estos míseros cautivos que escoltamos. Ellos desfilarán en unos días más como los vencidos en nuestros Cortejo Triunfal, para luego marcados a fuego servir como esclavos en la construcción de suntuosas obras públicas. Esta hermosa via sobre la que marchamos, los acueductos todo ha sido construido por gentes como ellos. Otrora guerreros, señores de sus pueblo que por no acatar el yugo romano, vencidos sirvieron a su esplendor. En cambio tu ciudad tuvo la sensatez de rendirse a nuestras legiones y como premio ahora sois ciudadanos igual que nosotros..
--¿Será mañana el día de nuestra entrada triunfal?
--Claro que no acamparemos muchos días a las afueras de Roma esperando la organización de los festejos. Pero no te preocupes, nosotros, centuriones que somos, gozaremos desde el primer día de todos los lujos que merecemos por nuestra bravuela en la guerra. Incluso es posible que te designen tribuno.
--Yo, un bárbaro, tribuno.
--Ahora, recuérdalo, eres un ciudadano romano.
--¿Dices que todos ellos serán reducidos a la esclavitud?
--No todos. Algunos principales ciudadanos serán los rehenes del Imperio para mantener la fidelidad de sus comarcas. Los que se manifestaron más bravos guerreros lucharán en el Coliseo, entre sí o con fieras para nuestra diversión..
--Conozco las Termas, las he visitado en Treveris. Las lupanarias, también los conozco pero allí no he visto esclavos del Estado, ni eran lujosos.
--Aquí, en Roma, los Lupanaria, son palacios de mármol y están llenos de hermosos efebos y hábiles rameras mantenidos por el Estado para deleite de sus ciudadanos...
--¿Esos que sirven allí son prisioneros de guerra?
--Hay de todo. Prisioneros, o delincuentes condenados por los Magistrados.
--Entonces ¿el servicio en esos lugares es un castigo que se les impone?
--No precisamente. El castigo es ser declarados esclavos del Estado, el que los destina para los servicios que son convenientes.

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--Cuadrato, el amo Cneo pide que te presentes delante de él inmediatamente.
--Heme aquí, claro Cneo. ¿Cuáles son tus órdenes?
--Cuadrato, vengo de conversar con el tribuno de la plebe. Todo comienza a ir bien. Vamos a tener un gran refuerzo de personal. Llegarán esclavos y esclavas selectos. ¡Cristianos! El Emperador a dado el edicto para condenarles si no le reconocen como divinidad... Todo debe estar preparado para el día del Triunfo. Tú sabes bien nuestro deber.
--Si, amo.
--Toda negligencia la pagarán tus espaldas...
El herrero y sus ayudantes deben estar preparados para encadenar y marcar a todos los que nos vayan llegando. Deben fabricar las cadenas suficientes. Entiende bien. Nadie debe ser exceptuado del encadenamiento y marcado por delicado o noble que os parezca. Los aros remachados a fuego y bien apretados para que sea imposible sacárselo. Desde mañana los Lupanaria estarán cerrados y deberán ser limpiados a fondo. Tú con los mastigóforos velareis por ello y harás azotar al que sea negligente inmediatamente y en presencia de todos. Incluso puedes buscar un pretexto cualquiera para que teman nuestro rigor.
El triclinio para mis invitados y las piezas de honor serán especialmente adornados.
Cada grupo de esclavos, según vaya llegando lo traerás a mi presencia antes de pasarlos al herrero para que yo determine su servicio.
¿Escuchaste?
--Si, amo. Tus órdenes las cumpliré fielmente.
--Más te vale, Cuadrato. La cruz puede llegar, a veces, después de la flagelación.

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-- Gallus ¿Has disfrutado de tus solitarios paseos por Roma?
-- ¿Disfrutado? No lo sé. Me he perdido mil veces por sus innumerables vías, y callejones. Me he tenido que abrir paso con esfuerzo, a veces con violencia entre esas multitudes que circulan afanadas. Con vergüenza y rabia, me he tenido que apartar por los gritos y golpes de esclavos que precedían las literas de los patricios.
-- ¿Me quieres decir que mis conciudadanos no respetan a un centurión?
-- No te burles e mí. No creo que respeten a los tribunos, ni a los legados si no van acompañados de una cohorte de legionarios.
-- si es cierto se saben los dueños del mundo aunque muchos de ellos no posean la tierra sobre la que duermen.
Lo peor, es que en Roma todo parece poderse comprar y vender. Nada hay que no tenga su precio en oro Incluso esas mujeres que parecen nobles por sus literas y vestidos, negligentemente recostadas miran con ojos lánguidos y rapaces como ofreciéndose al mejor postor.
--Ah! Las mujeres romanas no son recatadas como las veladas mujeres de vuestras Provincias. A ellas les gusta mostrar su cara y cuerpo. Ya lo verás en los banquetes privados. Aun las vestales, que deben morir vírgenes, bajo pena de ser enterradas vivas, ríen, cantan y bailan. Nosotros no somos como los afeminados griegos que tienen que pagar hetairas para que les acompañen en los convites oficiales. Pero no te confíes. Las romanas no son hembras fáciles, cada una lleva pendiente un puñal de su cuello tanto para castigar un esclavo díscolo como para rechazar un macho agresivo. Las apariencias, con frecuencia, amigo Gallus, engañan.
-- ¿Dime, te sientes bien atendido en la vivienda puesta a tu disposición? ¿Los esclavos son diligentes?
-- Todo es magnífico en esa casa. Su mismo tamaño me abruma...
-- No siempre fue así para mi familia, antes que mi padre no llegase a ser favorito del Emperador. Ahora vivimos en uno de los barrios más hermosos de Roma...En el como en los campos cada casa es como una pequeña ciudad.
--Muy diferentes sin duda de los barrios en que vive la plebe. Me impresionan esas calles angostas, esas “insulae” de varios pisos. El tener que esquivar continuamente lo que arrojan desde arriba, desde agua sucia, excrementos o cosas mucho más peligrosas y pesadas...
--¡Ah! Gallus deseo que nunca te envíen en una ronda de policía por esos lugares. Necesitarías guías y exploradores más avezados que para las selvas de Armórica o Germania.
--¿Son frecuentes esas misiones?
--Ahora mismo se deben estar llevando a cabo. ¿No has leído en el foro el decreto contra las sectas cristiana? Parece que el Cesar quiere limpiar Roma de delincuentes para celebrar las fiestas del Triunfo. Entre nosotros te diré que es sobre todo para tener suficiente material humano para los juegos circenses y las lupanarias. Esclavos y esclavas de lo más escogido porque unos momentos antes eran ciudadanos libres. Los cristianos son gentes sanas y limpias, no como las mujerzuelas y ladronzuelos ordinarios. Ahora tendremos carne de primera calidad.
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--Cuadrato, mi amo el Intendente te llama a su presencia.
--Heme aquí, caro Cneo.
-- Vengo de visitar al Tribuno de la plebe. Pronto llegará una gran cantidad de nuevos esclavos y esclavas. Todo debe estar preparado para el día del triunfo. Es posible que los Legados y el Cónsul vengan a inspeccionar las lupanarias. Ningún detalle deberá quedar descuidado. Cualquier denuncia de negligencia nos costaría a mi el cargo y a ti la cruz. ¿Entendiste?
--Si, Domine.
--El herrero y sus ayudantes estarán preparados para marcar a los nuevos esclavos y encadenarlos, según vayan llegando. Después que yo los clasifique, nadie será exceptuado de la marca y el encadenamiento en manos y pies.
En el patio trasero de los dormitorios de los esclavos levantarás una cruz y colocarás los cepos y el rollo para la flagelación. Todos comprenderán inmediatamente que la disciplina romana no admite compasión. Tú no la tendrás. Cualquier falta será duramente castigada.
Y...¿Si no se cometen faltas?
--No importa. Escoges a quien no te simpatice y lo haces castigar. Cuida las piezas para los invitados nobles y mi triclinio particular.
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--Amo Cneo, ha llegado la primera partida de esclavos.
¿Cuántos son?
Según las tablillas: diez y nueve vírgenes, cuarenta matronas, doce efebos.
--¿Alguno era esclavo?
--Ninguno Domine. Todos eran cristianos. Algunos por sus vestiduras pertenecen a ricas familias.
-- ¿Vienen heridos?
--Se cumplieron tus instrucciones. Los que sufrieron la “quaestio” solamente tienen heridas superficiales. A una matrona la cortaron las tetillas, pero la cauterizaron.
--Les haces curar las heridas. A la matrona la envías para que trabaje alimentando las calderas del “tepidarium”. En un raro más iré a seleccionarlos para ver si guardo alguno para mi servicio personal.
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--- De pié, esclavos. Saludad al superintendente de las lupanarias.
---Sacaos todas vuestras ropas, esclavos. ¿Por qué están aun vestidos, Cuadrato?
---Dicen que son ciudadanos libres.
--- Escuchad. Todos sois esclavos del Estado.
Mastigoforo, desgarra con tu látigo a quien no se saque la túnica.
--- Soy ciudadana romana.
---Sábelo. Eres esclava. Yo, como superintendente de las lupanarias, tengo derecho de vida o muerte sobre todos vosotros, sin tener que dar cuenta a nadie. Os puedo mandar crucificar al instante si es mi deseo.
Mastigoforo, azotarás a esa esclava rebelde cuando termine mi arenga.

Esclavos, habéis sido destinados al placer del pueblo. Desde el momento que se os marque carecéis de todo derecho ante la ley romana. Vuestro deber es dar placer a cualquier romano o extranjero que lo solicite y tal como él lo desee. Para eso el pueblo romano os perdona la vida y os alimenta. Aquí no usareis nunca vestido alguno, sea invierno o verano, porque son fuente de mal olor, suciedad y parásitos. S quiero a todos escrupulosamente limpios siempre, sino seréis castigados. Se os encadenará, solamente una buena conducta os puede liberar de las cadenas. Los heridos serán curados. Ahora descansareis todos.
¡He dicho!
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--- Cálmate Lucrecia, no llores se fijarán y te castigarán.
Todos hemos recibido la maraca infame. Yo tampoco he cometido ningún crimen.
--- Ni siquiera soy cristiana. Soy hija de un ciudadano romano que lucha en las Galias con el grado de centurión. Se nos ha raptado brutalmente porque necesitan vírgenes para ofrecer a los triunfadores. El juez ni siquiera quiso escucharme.
--- Yo, Lucrecia, si, soy cristiana. No somos criminales como se dice ni matamos niños…---Calla. El Mastigoforo se acerca.
--- Adelante esclava, es tu turno. Coloca tus manos sobre el yunque. Herrero esas esposas son muy grandes. El superintendente dijo…
---Ya sé lo que ha dicho. Conozco mi oficio. Quedarán tan justadas que no pasará una hoja d árbol entre ellas y su piel.
--- Coloca ahora tu pie. Yo no hago pulseras ni ajorcas, esclava.
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No entiendo nada, Lucrecia. Ayer a esta misma hora, tranquila me encontraba recogiendo fruta en nuestro huerto. Libre. Poco después, caída la noche los legionarios penetran en nuestra casa gritando y profiriendo insultos. A principio creímos que eran los bandidos. Nos atan y nos lanzan unos sobre otros en las carretas, unos encima de otros como si fuéramos costales de trigo. Antes que amaneciera ya nos encontrábamos alineados en el Foro esperando la llegada del Magistrado que llegase sienta en el tribunal y nos hace llevar ante él.
--- ¿Eres cristiana?
--- Si, lo soy
--- Sacrifica a Vesta.
--- Los cristianos no sacrificamos a los dioses.
--- Decretamos que sirvas como esclava pública hasta la muerte en las lupanarias...
Así van pasando todos rápidamente. Las mujeres “ad lupanaria”. Los varones Ad trirremes”. Las minas o “ad circenses”. A los que protestan si son viejos, “ad crucem”.
--- ¿Te das cuenta el lujo de este lugar? Se parece a las termas de una ciudad pequeña. Mármol, estatuas, muchos atrios.
--- No ignoras Lucrecia el servicio que tenemos que dar en este lugar.
--- Cuando me condenaron creí que sería el de cualquier esclava de una gran mansión.
Después de la arenga del Domine sospecho que nos espera un destino terrible. No creo que marcadas y encadenadas seamos destinadas nada más que a restregar interminablemente estos mármoles.
--- Pobre jóvenes inocentes. Yo soy esclava de nacimiento. Vean mi cuerpo marcado por el látigo. A nosotras no nos arrojarán a las fieras sino a los legionarios que vienen triunfantes a Roma y que serán con nosotras peores que las fieras. Somos rameras públicas en que descargarán todos sus instintos de varones sedientos de lujuria. Aquí no existe límite alguno para sus deseos y fantaseas.
--- Pero dijiste que llevas un año aquí y estás viva.
--- Mil veces desearía estar muerta.
--- Esclavas parlanchinas ¿queréis probar el látigo? Continuad vuestro trabajo.
--- Si, Ama Sofronia.
--- Ella parece una esclava como nosotras.
--- Lo es. Ella tiene autoridad par llamar al mastigóforo y hacernos azotar. Es la Decuriona.
---¿Cuál es vuestro nombre esclavas?
--- Cecilia y Lucrecia.
--- No lo olvidaré y esta noche os haré traer para que me sirváis. --- ¿ Y tú éfebo, como te llamas?
---Eres hermoso. Trataré que no te castren.
---Aquí todas somos iguales, pero yo mando y me tienen que complacer. He matado y robado. El potro y los garfios me hicieron hablar. Si no hubiera sido hermosa me habrían colgado de la cruz.
--- Entonces llevas mucho tiempo aquí.
En este lugar nadie llega a viejo. Cinco años con suerte. Es como en los trirremes. La enfermedad, el frió del invierno, los malos tratos de los legionarios…
--- ¡Cállense! No se puede hablar durante el trabajo. Mastigóforo castígala.
---Pero ¿Por qué me ha hecho castigar si era ella la que estaba hablando?
--- Para mantener su autoridad. Siempre es así. Son unas malas víboras las decurionas, pronto lo estás probando.
--- Me duele mucho.
--- Pronto te acostumbrarás a los latigazos. Ellas se divierten así. Tienes que gritar mucho y hacer teatro. Eso les deja contentos. Si te aguantas te pegarán cada vez más fuerte. Este es un lugar cruel. Aprenderás a odiar.
--- Un cristiano no puede odiar.
--- Pronto lo harás.
--- ¿Te gustó el látigo esclava novata? Felicítate. No te condenaron al circo porque eres bonita. Terminen su trabajo porque quiero mostrarles el dormitorio y el lugar donde seréis castigadas. Incluso han levantado una cruz. El Domine no bromea. El primero que no obedezca inaugurará los castigos, eso servirá para que vosotras las cristianas aprendáis.
--- Yo sé que también las Decurionas son castigadas.
--- Mastigóforo, haz callar a esa deslenguada.
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--- Esclavas, yo soy Rubria la centuriona. Aquí estamos organizadas como en el ejército. Sé que la mayoría de vosotras sois cristianas y no comprendéis las cosas de aquí. Aun os creéis ciudadanas libres. Sois esclavas, nada. Habéis sido elegidas para que los legionarios, los marineros, los extranjeros jueguen con vosotras y hagan lo que se les antoje. Sois aprendices de rameras.
Este es vuestro dormitorio. Tiene que estar esmeradamente limpio.
Este es el patio de los castigos. Dormir en el cepo o pasar varios días con el culo llagado por el látigo es bien duro. Esa es la garrucha para colgar ala que deba tener castigos especiales. La cruz es un regalo especial del Domine para aquella sublevada que lo merezca y creo que habrá una de vosotras a quien colgaremos, según lo rebeldes que me parecéis.
Cecilia y Lucrecia son vírgenes, por tanto iréis a servir al triclinio del Domine para su placer y el de sus invitados. También el efebo Eurotas. Id al baño y lavaros prolijamente. He dado orden que todas seáis perfumadas. Luego esperaréis en el atrio que os vengan a buscar.
--- ¿sois los que servirán en el triclinio del Domine? Me llamo Melania. Soy esclava como vosotras, pero no llevo cadenas porque sirvo en la casa del Amo. Obedeced en todo. El Domine quiere hacer crucificar a una, porque dice que así funcionarán mejor las lupanarias. No penséis que porque sois hermosas tendrán pide de vosotras, os castigarán igual. Tengo ya experiencia. Sois nuevas. Tened cuidado de obedecer y no enredaros en las cadenas, no sea que rompáis algo. Si os piden algo los invitados de vuestros cuerpos, se lo dais enseguida y como lo pidan, en la boca, en el ano o por delante. Si os pegan lo sufrís a algunos les gusta. Si disgustáis al Domine puede llamar al mastigóforo y haceros azotar hasta la muerte allí mismo, a veces ha ocurrido.
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--- ¿Gozaste Domine de las vírgenes cristianas? ¿Fueron de tu gusto?
--- Sin duda, Cuadrato, no has venido tan de mañana para informarte de mis placeres.
--- Cierto Domine. Los elementos de la plebe que vinieron revueltos con los cristianos, tratan de armar alboroto.
---Utiliza generosamente el látigo.
--- Ya lo hemos hecho, pero apelan al Cesar.
--- Voy a enfrentarlos inmediatamente. Haremos un escarmiento. Tengo que arreglar cuentas con esas dos esclavas cristianas que me enviaste ayer, Me dieron asco con sus pudores. Mis huéspedes se divirtieron con ellos pero no me gustan son basura de rameras.
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Esclavos. Me han informado que entre vosotros hay contumaces que no aceptan la justicia romana. Eso es sedición, penada con la muerte inmediata. Basta una orden mía para que los pretorianos que están en la puerta esperando mis órdenes os conduzcan a la ejecución. Servirá para que reflexionéis lo que voy a hacer con dos esclavas rebeldes de la hez cristiana.
--- Cuadrato haz que azoten inmediatamente hasta los huesos a Cecilia y Lucrecia y que las cuelguen en la cruz del atrio de los dormitorios. Al efebo Eurotas lo harás descoyuntar en el potro hasta que muera. Al resto de lo que sirvieron en el triclinio mío anoche que los coloquen en los cepos hasta el quinto agujero. El servicio de anoche me desagradó mucho.
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Un castigo ejemplar, Domine. Todo ha quedado en calma. ¡La Pax Romana! La mano dura hace milagros. ¿Por qué elegiste a las cristianas? Eran hermosas
--- Su servicio de anoche no me agradó. Había que hace un escarmiento con ellas para que aprendan las otras melindrosas cristianas.
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--- Rubria, me siento conmovida hasta lo más profundo de mi misma. Desde que sirvo en las lupanarias, no había visto castigo más cruel que el aplicado a esas dos cristianas que agonizan ahora interminablemente. Aun no comprendían por qué habían sido reducidas a la esclavitud y son escogidas por el Domine para escarmiento de los verdaderos rebeldes
--- Ellas cayeron en desgracia del Amo porque se resistían a darle placer.
--- Con todo quizá su Dios les hizo este favor. Mañana será el triunfo y muchas de nosotras quedaremos tan llagadas por dentro como ellas por fuera.
--- ¿Tú crees en el dios de los cristianos?
--- Yo creo en todos los dioses.
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Domine, las esclavas crucificadas aun viven. ¿Hago que las quiebren para retirarlas y libero a las otras para el servicio?
--- No, Cuadrato. Tienen que permanecer todos ahí como advertencia continua a los rebeldes. Qué les importará a nuestros invitados. Todos son soldados de corazón duro. Se divertirán viéndolas agonizar y harán apuestas sobre la que muera primero.
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--- Amigo, Gallus, estás muy borracho.
---. Si estoy borracho de vino sangre y lujuria. Sangre de esas dos esclavas crucificadas que agonizan interminablemente en este lugar de goce, secuestradas, esclavizadas. Azotadas y crucificadas siendo auténticas “ciudadanas romanas” por el sólo y único delito de no aceptar a vuestros .dioses. ¿Será todo ello cierto o era para que hubiese carne joven en vuestros lupanarias?
--- Lo que dices es imposible. Indigno del Imperio Romano.
---Apártate. ¡Ojala, en adelante, no tengamos que cruzar nuestras espadas en el campo de batalla!. La mía será despiadada con todo romano.











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