reflesxiones

Recuerdo uno de esos viejos cuentos con un mensaje de sabiduría.

Había un rey que tenía cuanto deseaba. Era poderoso, rico y sabio. Sin embargo languidecía en una depresión continua, porque siempre deseaba más y nunca creía haberlo obtenido.
Sus cortesanos le llevaban nuevos médicos que no eran capaces de devolverle la alegría. Todo le producía aburrimento y fatiga.
Parecían perdidas todas las esperanzas cuando llegó un famoso médico árabe procedente de lejanas tierras. Este examinó cuidadosamente al rey y dictaminó después de profunda meditación:
El rey sanará cuando vista la camisa de un ser humano feliz.
El rey inmediatamente buscó entre sus cortesanos alguno feliz. Pronto se desencantó, pues descubrió que unos no lo eran y otros fingían serlo para por este medio obtener alguna recompensa .Encolerizado, llamó a su más fiel escudero y le dijo que preparase caballo y vituallas porque ellos dos partirían a buscar a través del reino a un ser humano verdaderamente feliz.
Viajaron durante largos años primeo por el reino, luego por lejanas tierras. Nunca encontraron, después de investigarlo, a la persona que buscaban.
El escudero murió. El rey vagaba sin esperanza y una tarde se perdió en un espeso bosque. Ya anochecido viendo entre los árboles el resplandor de una fogata la buscó y encontró un hombre joven y fornido. Viendo al cansado rey le recibió alegremente y enseguida le convidó del conejo que estaba asando. El rey viendo su alegría y buen humor inquirió sobre sus actividades:
--- Soy leñador y vivo feliz en este bosque hace ya muchos años.
--- ¿Feliz? - gritó el rey en un acceso de euforia - ¡Dame tu camisa y te entregaré todo el oro que llevo en mis alforjas!
--- No, mi rey. Nunca he tenido camisa .No la deseo. Con este taparrabos de cuero de ante lleno todas mis necesidades de vestido. El fuego me calienta dulcemente en invierno y en verano me zambullo en la laguna cercana y la brisa me seca.
El rey calló largo tiempo. Luego, se incorporó majestuoso. Desciñó su espada y la arrojó lejos. Lentamente se fue despojando de sus vestidos…
HABÍA COMPRENDIDO

Los taoistas en su fina comprensión que existía una profunda sabiduría de vida en los seres humanos de los orígenes observados a través de los pueblos menos culturizados que los chinos redujeron los principios de una vida equilibrada aun dentro de una civilización tan refinada como era en la que ellos vivían (¡2.500 años a. de C.!). Comprendieron que la felicidad proviene del “no-deseo” que no es algo negativo sino la aceptación de lo que se es y se tiene, para construir uno mismo su propio reino y no una imitación robada o comprada a otros seres humanos.

Además la felicidad no es un ESTADO CONTINUO como falsamente nuestra cultura occidental nos predica (ahora mediante el continuo consumo) sino MOMENTOS de los que hay que saber gozar y aceptar esa misma fugacidad transitoria y hermosa.

¿Qué es entonces la felicidad? Un instante maravilloso en que sentimos el equilibrio en todos los aspectos de nuestro ser. Nos sentimos BIEN. Pero para sentir es plenitud de bienestar tenemos que concentrarnos en el presente, desde el momento que la queremos perpetuar la destruimos. Esto es aceptar nuestra “condición humana” y no caer en la desmesura de ser ángeles en perpetua felicida o demonios manipuladores de la felicidad.+++

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